La élite Banksteril mundial, en su compulsión expropiadora, va a la yugular del modelo distributivo rentista venezolano para destruir el origen de la renta petrolera y cambiar la naturaleza pública (iure imperi) de ésta por la privada (iure gestionis). Por su carácter supuestamente parasitario, tecnócratas de izquierda y derecha alegan por igual que a mayor renta menos desarrollo y diversidad económica.
La FED y su dólar deuda sin respaldo son las armas de destrucción masiva de esa élite. Sus derivados, trucos contables y la estafa Ponzy, sirvieron de ilusión para el crédito público (la flexibilización cuantitativa) y para acelerar la concentración mafiosa de las riquezas, simulando expandir el consumo. Resultado: monetizaron la deuda externa y la hicieron eterna.
Desplazan el monopolio territorial del Estado Nacional, como centro de la estructura de poder, en beneficio de un nuevo sistema que fragmenta el territorio social mundial. Crean condiciones de expansión del capital (Del Búfalo) en función de procesos de homogeneización y estandarización corporativa, liberalización de los mercados y de un nuevo laissez faire, desmantelando instituciones, desregularizando mercados y privatizando.
Nuestra respuesta es la monetización de los volúmenes certificados de riquezas naturales (commodities), especialmente los volúmenes de petróleo y gas natural denominados reservas petroleras. Es una solución ingenieril que resuelve lo contable-administrativo, respeta la limitación constitucional y opera un cambio de naturaleza ontológica sobre el usufructo (renta) que es un bien público, y a la vez enajenable, para convertirlo en liquidez (moneda). Pero siempre registrándolo como un patrimonio público.
La creación del FONDEN sirvió como mecanismo para evadir las cadenas de los contratos de la deuda externa. Eso nos obligaba a entregar primero nuestros recursos a los mafiosos acreedores, capturando la renta y evitando que el Estado Nación dispusiera de ellos para redistribuirlos. Hoy, la monetización es esa medida audaz que puede aliviarnos.
Sin transgredir la norma constitucional marco, se encontró la solución para convertir una potencialidad estatal, estática o fija, en un activo financiero. Con el dispositivo ingenieril se da doble solución: una contable (base sustancial de la monetización) y otra que permite con versatilidad crear los tokens (fichas, fracciones, cupones, billetes, monedas, etc.), los pedacitos con respaldo, no en los yacimientos, sino en los volúmenes certificados. Es decir, en los contenidos líquidos, gaseosos o metálicos del yacimiento correspondiente, sin afectar la soberanía del Estado.
Los Globalistas tergiversan cuando alegan que la posición de las reservas del BCV no mejora así le entregues al BCV toda la Faja. Según ellos, no es una medida fiscal efectiva e insisten en que la emisión de documentos financieros no se puede hacer sobre volúmenes petroleros, ya que estos no se pueden enajenar y que es inconstitucional.
Dogmáticos que no entienden que los yacimientos no se enajenan, sino los volúmenes que están contenidos en ellos. Pretenden desconocer, arrancar y sacarnos el derecho que poseemos como nación al usufructo del bien público (renta e ingreso de las riquezas nacionales), por su dueño legítimo (Dominio, propiedad de la nación), para así mantenernos en la pobreza.
Enajenar los volúmenes contenidos en los yacimientos es una medida sin precedentes en la historia económica mundial. A partir de ella podríamos crear cajas fuertes de los bloques del Arco Minero, o de las reservas de petróleo o gas, pero el yacimiento como tal sigue siendo del dominio de la nación. Esto nos permite aprovechar legalmente el potencial económico de sus activos para producir, afianzar o garantizar mayor valor en el mercado ampliado (De Soto), respetando el 302 constitucional y el 3 Ley de Hidrocarburos. Sucede igual con las minas de oro.
Con esa solución ingenieril sigue siendo la República la única propietaria de los yacimientos y de los volúmenes de hidrocarburos existentes en su territorio. El Estado, como entidad política a cargo de la administración de dichos reservorios, ejecuta las actividades petroleras, cuya gestión, de conformidad con el orden constitucional, son ejecutadas por la República, por Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) o por medio de cualquier otro modelo de negocio establecido por ellas en Venezuela. Para eso se usarían dos modalidades: Esfuerzos Propios (aplicación de recursos propios, personal, equipos y servicios públicos) y Acuerdos Operativos con operadores privados.
La monetización, en su fórmula de alquimia financiera, permite comerciar volúmenes de producción futura de crudo en su estado natural (petróleo crudo). Mediante acuerdos con compradores internacionales, recibe el pago por adelantado bajo la modalidad de prepago y negocia una Fórmula de Precio, el cual se multiplica por el volumen de barriles estipulados en el Contrato de Suministro, efectivamente levantado por el comprador. Todo esto sometido a la tecnología blockchain (cadena que mide la cantidad monetaria para amortizar el pago anticipado) que puede ser mensual, trimestral o semestral, fórmula permitida bajo la Ley de Hidrocarburos.
Insistimos: salir del rentismo no es destruir la renta, es direccionarla, administrarla, controlarla eficientemente y ahí el papel de la tecnología es determinante, así como el diseño y ejecución de una política de diversificación económica. Para eso es necesaria la promoción de nuevas arquitecturas financieras y comerciales, fortaleciendo las reservas internacionales, con el propósito de satisfacer los intereses financieros y sociales generales de la República, y con ello, los fines del Estado Democrático, Social, de Derecho y de Justicia Constitucional y la meta dignificadora del Vivir Bien y Pobreza Cero.
