"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

¿Sirve la Biblia a propósitos contradictorios?

Quién esto escribe, por esos avatares y circunstancias de la vida, tuvo tres años de su educación formal, en colegios católicos, dos de ellos en un Seminario Menor de los Salesianos. Esto quiere decir que a temprana edad estuve en contacto con las, para algunos, sagradas escrituras. Desde entonces, también tuve conocimiento de que aún cuando Dios es uno solo, y una debe ser su palabra, existe más de una versión de la Santa Biblia. Es decir, no existe, según esto, una sola palabra De Dios.

Pues,sí. La Biblia de los católicos tiene 73 libros y la de los evangélicos sólo 66. Los 7 libros de la discordia se ubican en el antiguo testamento. Mientras los católicos hablan de 46, los evangélicos se refieren sólo a 39. Los primeros basan su «verdad»en la traducción al latín vulgar (Vulgata) de los textos originales, realizada en el siglo IV por San Jerónimo. Los evangélicos, agrupados en incontables «iglesias», aceptan la versión llamada Reina Valera, en honor a su traductor (Casiodoro de Reina) y revisor (Cipriano de Valera) en 1569 y 1602 respectivamente.

Importaría muy poco, en mi opinión, la controversia entre unos y otros, si su manera de obrar, su praxis, dirían algunos, estuviera en correspondencia con la palabra y obra de Jesus de Nazareth. Mientras Jesus predicó «ama tu prójimo, como a ti mismo» y el «amaos los unos a los otros». Los UNOS y los OTROS hacen todo lo contrario.

Escribas y fariseos los hubo ayer y los vemos hoy. Ayer, el mismo Jesus, látigo en mano, los echó del templo. Hoy, el sionismo, disfrazado de judio, masacra y expulsa de su territorio a palestinos, bajo la pretendida falacia de la «tierra prometida».

En el curso de la Segunda Guerra Mundial, las tropas hitlerianas, bendecidas por un papa (Pio XII), vejaban a los judios en campos de concentración, y, luego, convertidos en piltrafas humanas, los quemaron vivos a millones de ellos.

Si ayer fue un imperio, el romano, el que persiguió a los primeros cristianos, luego fue una iglesia, aliada a los monarcas de la época, la que arrasó pueblos y mató a cientos de miles de seres humanos en unas mal llamadas Cruzadas, para imponer una religión mediante una indiscriminada violencia, que Jesus nunca predicó.

También en la Edad Media, principalmente en algunos países de Europa, fue la hoguera el instrumento principal de un cristianismo fundamentalista, mayoritariamente católico, usado para quemar cientos de miles de libros y perseguir e, incluso también quemar a seres humanos, científicos en su mayoría, acusados de herejes, y condenados por una «Santa Inquisición». Copernico y Galileo Galilei, se cuentan entre las víctimas de este fanatismo religioso.

Nuestra América, mal llamada española, fue invadida, conquistada y colonizada en sangrientas «expediciones», ejecutadas por la espada y bendecida por la Cruz. Reyes e Iglesia Católica se repartían entonces, el mundo. Brasil y parte de Africa le correspondió a Portugal, porque así lo determinó el Tratado de Tordesillas, acordado por ambos reinos, con el visto bueno de la sacrosanta iglesia católica, apostólica y romana.

Todo eso aconteció siglos atrás. Lo escrito, sólo se corresponde mínimamente con lo sucedido. Pero no hay que ir muy lejos para hallar expresiones similares en la historia reciente.

En Bolivia, hija dilecta del Libertador Simón Bolívar, los grupos fascistas de Santa Cruz y otras provincias de la media luna boliviana, comandados por Luis Fernando Camacho, usando la Biblia como emblema legitimador de sus fechorías, depusieron de su legítimo mandato a Evo Morales y pusieron al frente del gobierno boliviano a Jeanine Añez, usurpadora fascista en ejercicio que, no por casualidad, juró ante una Biblia el inicio de su espureo y nefasto mandato.

Bolsonaro ganó las elecciones en Brasil, apoyado por millones de cristianos evangélicos que veían en el candidato del PT de Lula, la personificación de un «comunismo» contrario a sus creencias. Ya sabemos de la gestión de Bolsonaro y en particular, su irracional y criminal postura para enfrentar al Covid-19, que sitúa a Brasil en el noveno puesto a nivel mundial por el número de contagios, que sobrepasa a los 100.000, y el número de muertes que supera los 7.000.

Lo expresado, no pretende cuestionar la Fe que cientos de miles de millones de creyentes profesan a la lectura de la Santa Biblia. Eso forma parte de la espiritualidad del ser humano, y debe ser respetado por todos. Me cuento entre los que tienen a la Biblia, como su principal guía espiritual. Pero es casi una obligación para quienes nos declaramos cristianos, en mi caso sin profesar religión alguna, denunciar y combatir el uso perverso y manipulador que se ha hecho históricamente en el mundo entero, de la buena fe y de las creencias religiosas del pueblo humilde.

Culmino con un fragmento del Salmo 20, leído por nuestro Presidente Maduro en reciente alocución: «ELLOS FLAQUEAN Y CAEN, MÁS NOSOTROS NOS LEVANTAMOS Y ESTAMOS EN PIE» (Versículo 8, para la versión evangélica, y Versículo 9, para la versión católica).

 

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