"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

El penúltimo artículo de Ángel Salazar… Y otra vez Venezuela

En Red Angostura escribir artículos a dos y a tres manos es un hecho cotidiano. Hace cinco semanas envíe un documento a Barcelona, al “Chicho” como prefiere Alexis Corredor, y lo reenvío endosándome sus ideas sobre el contenido. Esa relación, que siempre definimos entre hermanos, Ángel Salazar y Alirio Liscano la asumieron con una complicidad que  supera el intercambio al modo “envío ese artículo para que lo revises”; avanzando así una contribución mutua a contrapelo del estilo “mi artículo”.

Alirio Liscano es el depositario del penúltimo escrito de Ángel que presumo está relacionado con una temática que ambos conversamos más de una vez: los alcances de las deliberaciones del Congreso de Angostura y su relación con la estrategia militar y la idea de República de Simón Bolívar.

En esa referencia tenemos la explicación porque nuestro portal se presenta como “Red Angostura” y la frase del Discurso de Angostura “… quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido” denota su identidad política.

Francisco Cedeño Lugo

 

Ángel Salazar, hermano del alma, me envió este texto suyo días antes de su partida. La verdad sea dicha, no tuve que agregar ni cambiar nada. Estaba completo en la mansa sencillez de un cuadro revolucionario con formación política y de un patriota comprometido que poseía la sobria sabiduría de decir y escribir lo que sentía. Esto, aparte de su humildad que era un poema cotidiano. Ángel, que es de los que se quedan y pelean hasta el final, sigue con todos nosotros y con Jorge y Fernando. Imposible olvidarlo, además, porque fue el fundador de nuestro Equipo de Difusión Occidente Red Angostura

Hasta la victoria siempre. Seguimos juntos, camarada.

Alirio Liscano

 

Nos invadieron, conquistaron y colonizaron a partir de 1498, trescientos veinticinco años después derrotamos al ejército más poderoso del mundo y al Rey Fernando VII, el que exclamaba que en sus territorios jamás se ocultaba el sol.

A Pablo Morillo, jefe de los ejércitos españoles lo acompañaba la gloria de haber derrotado a los ejércitos de Bonaparte y vino enviado a estas tierras con el objeto de pacificar los territorios, para dominar a una horda de mestizos, negros, indios, mulatos, pardos y blancos de orilla convertidos en Ejército Libertador, una tarea simple y sencilla, pan comido pues, aunque la historia demostró lo contrario.

El Pacificador se encontró con un pueblo aguerrido, altanero, indómito, insolente y “alzao” dispuesto a todo, con un mando único civil y militar que personificaba El Libertador Simón Bolívar.

Han hecho historia las cartas de Pablo Morillo al Rey de España con palabras de elogio para los llaneros que comandaba Páez.

Y en una de esas cartas al rey exclama, “el americano no quiere ser gobernado por nadie, a menos que sea jefe de su país; no obedece a ningún europeo, sobre todo si es español, o si le obedece no es sino aguardando la ocasión de sacudir el yugo”.

El 15 de noviembre de 1820, los representantes de Bolívar y Morillo firman un Armisticio y Tratado de Regularización de la Guerra, lo que colateralmente alentaba la lucha de los patriotas porque pasaban de insurgentes a gobernantes, lo que les daba de hecho un estatus de fuerza beligerante. Y en diciembre viajó a España, dejando el mando a La Torre quien después cargaría con la derrota de Carabobo en 1821.

Los derrotamos, pusieron los pies en polvorosa, marcaron la milla, los mandamos al basurero de la historia.

200 años después, la historia vuelve a repetirse, en las condiciones de hoy y en tiempos de Coronavirus, los mismos enemigos que pretenden continuar oprimiendo, sometiendo, explotando a naciones y pueblos que intentan ser independientes y soberanos.

El Imperio norteamericano, en franco declive mundial, pretende afianzarse en este continente como su último bastión, objetivo para el cual considera indispensable acabar con la Revolución Bolivariana. Pero la tienen difícil.

En el siglo XIX, este pueblo orgulloso, digno, libertario, derrotó al imperio más poderoso del momento, en el siglo XXI nos corresponde derrotar a un imperio sanguinario, saqueador de recursos, riquezas y vidas que nos ha declarado una guerra multifactorial, híbrida, irrestricta, total. Un imperio mentiroso e hipócrita.

El imperialismo EEUU, dirigido por las grandes corporaciones financieras, armamentistas, comunicacionales y de narcotraficantes está a la defensiva, ya no es el gran hegemón pero no quiere reconocerlo, ha perdido la lucha comercial con el gigante chino, no tiene el control absoluto de las armas, ni de las bombas atómicas, el avance de las ciencias y la tecnología ha puesto la comunicación en manos de la población mundial.

No ha podido recomponer el Medio Oriente: invadió Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, estos países son un hervidero revolucionario y en guerra civil, el imperio el imperio no ha logrado su cometido, someter, “apaciguar” y apropiarse de todos sus recursos.

Los EEUU se aferra a recolonizar a la América del Sur y al Caribe a su “antiguo patio trasero”; pero se ha encontrado con naciones y gobiernos, como Cuba, Nicaragua y Venezuela, que enfrentan sus planes de dominación y expoliación y los estamos derrotando; así mismo, han encontrado rechazo y enfrentamiento con pueblos como el boliviano, ecuatoriano, hondureño, chileno, guatemalteco, peruano e incluso colombiano; no la tienen fácil en esta parte del mundo.

La confrontación con el imperio, ocupa un amplio territorio que incluye Europa, América Latina y el Medio Oriente. ¿Dónde se dará el combate definitivo?, no se sabe por ahora, lo que sí se sabe es que la victoria pertenece a los pueblos y enviaremos al imperialismo donde le corresponde, al basurero de la historia.

“Me ruboriza al decirlo, la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás” SIMÓN BOLÍVAR

Tenemos que completar la obra de nuestro Padre de la Patria y conquistar todo los demás bienes, no sólo la independencia, alcanzar la felicidad suprema, la prosperidad económica, la igualdad a partir de la justicia, en fin, construir una sociedad justa y amante de la paz. La Sociedad Socialista.

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