Dos migraciones existen: la inflada por las Fake News, y la real.
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Desde el primer instante de su ser natural propició Venezuela la inmigración. Apenas declarada la Independencia, el irlandés Guillermo Burke la defiende en La Gaceta de Caracas en marzo de 1811; el gobierno de Cumaná la decreta de inmediato. En 1813, el mismo año del terrible Decreto de Guerra a Muerte, Bolívar llama a los extranjeros de cualquier origen, para que pueblen el país y militen en las filas patriotas.
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Pero la migración masiva sólo arriba al país después de más de un siglo de llamados, huyendo del desastre de la Primera Guerra Mundial y de la crisis de postguerra. En la década de los cincuenta, cerca de 800.000 inmigrantes europeos ingresaron a la República que por entonces contaba poco más de cinco millones de habitantes. A todos se los acogió fraternalmente; no hubo campañas xenófobas ni propuestas de invadir Europa para remediar la crisis humanitaria que ponía a su población en fuga.
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Desde entonces fue Venezuela paño de lágrimas de todas las migraciones de la región y del mundo. En éste las oleadas humanas se suceden como las del océano. A comienzos de este siglo la mayoría de los migrantes internacionales (54 millones) se concentran en Asia; 31,5 millones están en Europa; 30 en Estados Unidos, 19 millones en África, 9 millones en Oceanía y 9 en América Latina y el Caribe (Salker 2000).
En los últimos años, cerca de 18 millones de personas han emigrado de México; tres millones de Perú, millón y medio de El Salvador, un millón de Nicaragua, 800.000 de Ecuador (Escudier 2005, 14). Cada vez que Estados Unidos desestabiliza económica o políticamente un país o una región, debe soportar una avalancha de emigrantes que huyen del desastre.
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Dos migraciones existen: la inflada por las Fake News, y la real. Para formarnos una idea de la segunda, consultemos las tasas de migración neta del Index Mundi, a su vez documentadas con los datos del CIA world Factbook, sobre los países más cercanos a Venezuela o que forman coaliciones internacionales contra ella fundadas en los problemas que la migración de venezolanos les estaría causando. La tasa de migración neta revela la diferencia entre el número de personas que inmigra a un país o emigra de éste por cada 1.000 durante un año, y se expresa con una magnitud positiva (+) cuando el número de los que ingresan supera al de los que egresan, y con una magnitud negativa (-) cuando salen más de los que entran.
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En dicha tabla, que cierra en enero de 2018, se asigna a Venezuela una tasa de migración negativa de -1, lo que quiere decir que el año anterior el total de los emigrantes habría superado en 1 por mil a los inmigrantes. Consultando la misma tabla, encontramos que un conjunto de países cuyos gobiernos dicen estar supuestamente afectados por la excesiva migración venezolana, como Chile, Ecuador, Brasil o Panamá presentan una tasa neta de migración de 0 (cero), lo cual indica que, o no han sido objeto de un ingreso notable de venezolanos, o que sus nacionales se han ido de dichos países en la misma proporción.
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Otro grupo de países cuyos gobiernos también resienten estar supuestamente afectados por la migración de venezolanos, como Colombia, Uruguay u Honduras presenta una tasa neta de migración de neta de -1 (menos uno), exactamente igual a la de Venezuela, lo que significa que sus habitantes están emigrando de ellos en la misma proporción que lo hacen los venezolanos, y en mayor cantidad en el caso de mayor demografía, como sucede con Colombia.
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Finalmente, otros países supuestamente afectados por nuestra inmigración, como México, Guatemala y Perú, presentan una tasa neta de emigración de -2 (menos dos) lo que significa que sus habitantes emigran, proporcionalmente, en cantidad doble que los que dejan Venezuela.
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Parecida situación afecta a Jamaica, con tasa de -4, a Guyana, con tasa de -5, a Jamaica y a Trinidad y Tobago, con tasa de -6, y al Estado Libre Asociado de Puerto Rico, con tasa de -12, lo cual significa que, proporcionalmente, sus flujos de emigrantes son superiores cuatro, cinco, seis y doce veces al de Venezuela.
Ante las frías estadísticas, compiladas además por un organismo enemigo de nuestro país como la Central Information Agency, cabría preguntarse cómo pueden quejarse de un exagerado ingreso de venezolanos países cuya población es estable; cuyo flujo emigratorio es igual al venezolano, o supera a éste en proporciones de dos, tres, cuatro, cinco, seis y hasta doce veces. Vale decir, como los fariseos del Evangelio, ven la paja en el ojo del vecino y no la viga en el propio. Para ninguno de ellos se han promovido declaraciones de crisis humanitaria; ninguno ha sido amenazado con una invasión para paliarla, ni ha tenido que defender sus fronteras contra intentos de violarlas con tal pretexto.
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Añadamos que, si la tasa neta de migración representa el número de migrantes por cada mil habitantes, y suponemos que la población actual de Venezuela es de unos 30.000.000 millones de habitantes, tendríamos entonces que de nuestro país habrían emigrado el año en referencia 30.000 personas, y no las cifras apocalípticas que inventan las fake news y las fake encuestas.
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Comentario aparte merece la calidad de la migración venezolana. Un informe publicado por el Servicio de Estudios Económicos del BBVA Research sobre los venezolanos en Perú destaca que éstos trabajan 20 horas más, presentan mejor estado de salud y en promedio tienen mejor educación que los peruanos. “En su mayoría, los emigrantes venezolanos son ingenieros, administradores de empresas, profesores, abogados, contadores y enfermeras. Y aquellos que tienen carreras técnicas son en su mayoría administradores o analistas de sistemas y computación.
También los hay mecánicos, enfermeros, contadores, comunicadores yhasta periodistas”. Su trabajo habría mejorado la economía del país, pues añade el informe del BBVA: “Estimamos que en 2018 el PBI potencial creció 4.4%, casi un punto porcentual más de lo que hubiese aumentado si la migración de ciudadanos venezolanos no hubiese ocurrido” (Elizabeth Fuentes: El Cooperante, Emisora Costa del Sol FM14-10-2019). Si la referida encuesta fuera representativa, parte del inmenso esfuerzo sanitario y educativo realizado por el Bolivarianismo estaría en último término beneficiando a países cuyos gobiernos nos adversan al proporcionarles gratuitamente profesionales que necesitamos.
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Para evitarlo, reiteramos sugerencias para facilitar la inserción productiva de nuestros profesionales: 1) concentrar el esfuerzo educativo en las especialidades que el país necesita 2) enseñar metodología, para facilitar la autoformación y renovación constante de saberes 3) impartir para todas las carreras conocimientos básicos de Derecho, Administración y Contabilidad a fin de graduar profesionales versátiles que se puedan desempeñar en múltiples áreas 4) crear mecanismos informatizados que permitan el encuentro de la oferta y demanda de profesionales tanto en el sector público como en el privado.
La materia gris es nuestro recurso más preciado: evitemos su fuga.
PD: Me otorgaron el Premio Nacional de Historia