Un grupo de importantes personalidades ha lanzado la iniciativa de pedir el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a las brigadas médicas cubanas que combaten el Covid-19 en 27 países y que a lo largo de los años han intervenido heroicamente en el enfrentamiento a numerosos desastres naturales y epidemias alrededor del mundo. La idea es muy justa y oportuna pues los médicos internacionalistas cubanos son, en estos tiempos de pandemia, desigualdad extrema e insoportable injusticia social, un paradigma difícilmente igualable de solidaridad humana y entrega a la causa de salvar vidas. Ello, en marcado antagonismo con el desenfrenado egoísmo de America First enarbolado por Donald Trump, cuando la Casa Blanca expone la salud y la vida de millones de estadunidenses en el altar del business is business, gatillando la propagación desbocada del virus y la muerte, como si fueran pocas las gravísimas violaciones a los derechos humanos que comete sistemáticamente, dentro y fuera de sus fronteras. Si el Nobel ha de ser un galardón a quienes buscan el bien común, la justicia y la cooperación internacional, estos candidatos son sus merecedores, pues como afirmó Noam Chomsky: ningún país ha tenido una actitud internacionalista como la de Cuba ante la pandemia. Para apoyar la propuesta, firmar en www.CubaNobel.org
Chomsky es precisamente uno de quienes aboga por la entrega del galardón a los galenos cubanos junto a los Premios Nobel Adolfo Pérez Esquivel y Alice Walker; el líder del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, Joao Pedro Stédile; el periodista Ignacio Ramonet; los actores Danny Glover y Mark Ruffalo; los músicos Chico Buarque, Silvio Rodríguez y Tom Morello; los escritores Luis Britto y James Early, y los realizadores Oliver Stone y Pedro Costa. Una campaña de apoyo a la iniciativa ha sido lanzada en Brasil por el teólogo Leonardo Boff y el capítulo brasileño de la Red En Defensa de la Humanidad y existen convocatorias semejantes en Francia, Argentina e Italia. El movimiento se expande velozmente mientras desde Washington, con Pompeo a la cabeza y un odio irrefrenable, se vierten veneno y amenazas contra la cooperación médica cubana un día sí y el otro también. Es natural que a un grupo filofascista, como el que hoy detenta el gobierno en la potencia del norte, le provoque rabia una actividad de tan hondo contenido humanista y totalmente contraria a la lógica del mercado. Se trata también de privar a Cuba de su primera fuente de divisas, ya que aunque en países pobres la cooperación de Cuba es casi gratuita, hay otros muchos que sí dan una contraprestación.
La mitad de los 6 mil 250 médicos de que disponía Cuba en 1959 desertó poco después del triunfo de la Revolución. Pero en 1960, La Habana envió una brigada médica a asistir a las víctimas del megaterremoto que asoló a Chile. En 1963 envió una brigada de 55 médicos a la Argelia recién independizada. A partir de entonces fue común encontrar galenos cubanos en África. En 1970 despachó una brigada médica a Perú para atender a las victimas del terremoto de Áncash. La visión y la voluntad política de Fidel Castro hizo que muy temprano se emprendiera un programa de formación de personal de salud que ha llevado a que hoy existan 13 universidades médicas y a que Cuba sea uno de los países que posee más médicos por habitantes en el mundo. También condujo a la creación del gran complejo de centros de investigación biomédica, que ha sido imprescindible para producir medicamentos de punta a pesar del cada vez más asfixiante bloqueo yanqui, proteger a la población de muchas enfermedades infecciosas y producir nacionalmente ocho de las vacunas que se administran anualmente.
Desde 1963 más de 600 mil trabajadoras y trabajadoras de la salud cubanos han brindado sus servicios en más de 164 países. Más de 2 mil combaten el coronavirus en 28 naciones, alrededor de 700 en México. En el Caribe lo hacen más de 600.
En 2005, a raíz del paso del huracán Katrina por Nueva Orleans, Fidel propuso al gobierno de Estados Unidos el envío de una importante fuerza médica para asistir a los damnificados. Con Bush en la presidencia la respuesta fue negativa pero el hecho dio lugar a la creación por el comandante del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve. Reeve fue un joven de Brooklyn que murió combatiendo en las filas independentistas cubanas, donde por su valor y capacidad ganó muy joven el grado de brigadier y una gran admiración y cariño de los cubanos.
Desde su creación, el contingente ha actuado ante terremotos (Paquistán, 2005; Indonesia, 2006; Perú, 2007; China, 2008; Haití, 2010; Chile, 2010; Nepal, 2015; Ecuador, 2016), lluvias intensas (Guatemala, 2005; Bolivia, 2006; México, 2007; El Salvador, 2009; Chile, 2015; Venezuela, 2015), emergencias médicas (cólera en Haití, 2010; ébola en Sierra Leona, Guinea Conakri, Liberia, 2014) y huracanes (Dominicana, 2015; Islas Fiji, 2016; Haití, 2016).