"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Izquierda como fachada

Si leemos las recientes intervenciones de Yunior García ante los medios extranjeros autodefiniéndose como un «revolucionario», o las declaraciones de los autores de Patria y vida presentándose como «la voz de los sin voz», nos daremos cuenta de cómo autodefinirse de izquierda es la última moda de la contrarrevolución. En Cuba la derecha no tiene músculo político ni poder de convocatoria ni goza de reconocimiento en el imaginario colectivo, por lo que la reacción sabe que no puede presentarse abiertamente como lo que es, sin exponerse a la crítica y el rechazo.

Persiguen también otros objetivos cuando se declaran de izquierda: conectar con aquellos sectores de la opinión pública internacional que históricamente han apoyado a la Revolución Cubana por su carácter antimperialista y de justicia social, para socavar las bases de este apoyo.

Movidos supuestamente por los más puros ideales de la «izquierda», convertidos en «la voz del pueblo cubano» (al que no consiguen movilizar), decretan que la Revolución murió hace tiempo, que en su lugar ha quedado un «grupo de burócratas secuestrando el destino de la nación», mientras ellos son los revolucionarios verdaderos.

Es obvio que los hechos no sostienen las poses. Mientras el Gobierno cubano resiste y sale hacia adelante en medio de una tremenda ofensiva mediática imperialista, sin claudicar en la defensa de la soberanía nacional y sin sacrificar la senda hacia el socialismo, los representantes de la nueva «izquierda»:

  • Se reúnen risueños con lo más sobresaliente de la derecha internacional y publican en medios digitales plegados a los intereses del capital privado, serviles a la agenda intervencionista de Estados Unidos.
  • No tienen una plataforma de pensamiento, solo la gastada retórica liberal sobre democracia y derechos en abstracto con que el imperialismo estadounidense ha justificado sus movidas injerencistas en gran parte del mundo.
  • No poseen programa político alguno desde donde podamos vislumbrar cómo se proponen dar continuidad a los derechos efectivos y a los logros históricos del proceso revolucionario, ni cómo pretenden superar las contradicciones del contexto sociopolítico cubano actual, más allá del retorno al capitalismo, lo cual no permitiría ni lo uno ni lo otro.
  • No se desmarcan del mercenarismo ni de la injerencia extranjera en nuestros asuntos internos, más bien confiesan recibir apoyo sin mirar de dónde proviene, aunque sea de grupos terroristas radicados en Miami, hundidos hace más de 60 años en el odio hacia Cuba.

Esa es la realidad en torno a la contrarrevolución cubana, aunque entre línea y línea dejen pasar alguna frase del ideario izquierdista o se declaren preocupados por las causas sociales. La mentira se ha convertido en la divisa por excelencia para el ejercicio del proselitismo político de más baja factura.

 

Fuente

También te puede interesar

Deja tus comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *