Por Mariano Muniesa
50 años de un histórico documental sobre la lucha revolucionaria en Colombia
América latina ha sido durante todo el siglo XX, y en otro contexto social también durante estas primeras décadas del siglo XXI, un foco de permanente efervescencia política. El imperialismo ejercido en todos los países tras la frontera sur de los Estados Unidos con la colaboración de las burguesías y ejércitos locales, muy especialmente tras el triunfo de la revolución cubana adquirió unas dimensiones de represión tales —recuérdese la tristemente célebre Escuela de las Américas— que muchos de los pueblos latinoamericanos, en un avance de conciencia y organización, hicieron frente a la opresión adoptando diversas formas de lucha armada.
El Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en el Salvador, Sendero Luminoso en Perú, Tupamaros en Uruguay, Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo en Argentina o el Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Chile son solo algunos ejemplos de las diversas expresiones que el movimiento antiimperialista adoptó en América latina en su vertiente armada.
Colombia fue el país en el que la lucha armada revolucionaria experimentó más amplitud y heterogeneidad, creándose varios grupos que también reflejaban la pluralidad de opciones ideológicas existentes en la izquierda en los años 60: Desde el Ejército Popular de Liberación, de inspiración maoísta en sus comienzos al Ejército de Liberación Nacional, los “elenos”, muy influidos por la teoría revolucionaria y la experiencia de Fidel Castro y Ché Guevara en Cuba, pasando por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o el M-19.
En 1974, hace exactamente 50 años en estos días, se estrenó la película documental Camilo, el cura guerrillero, cinta dirigida por el cineasta colombiano Francisco Norden sobre la vida de una de las figuras más emblemáticas y controvertidas de los movimientos guerrilleros en Colombia, el sacerdote católico Jorge Camilo Torres Restrepo, que formó parte del Ejército de Liberación Nacional.
Camilo, el cura guerrillero es un largometraje documental dirigido por el cineasta colombiano Francisco Norden que explora la vida y el impacto que tuvo Jorge Camilo Torres Restrepo, un sacerdote católico que hizo parte de la guerrilla del ELN y al que se considera uno de los primeros teóricos de la teología de la liberación. Esta película, estrenada ocho años después de que Camilo Torres perdiera la vida, narra su vida, la evolución de su pensamiento y su visión política de la sociedad colombiana y su compromiso revolucionario a partir de una variada serie de testimonios de personas que le conocieron, familiares y personalidades relevantes de la cultura y de la política de su país, como el premio nobel de literatura Gabriel García Márquez, el político Álvaro Gómez Hurtado o Alfonso López Michelsen, que fue presidente de Colombia entre 1974 y 1978.
Camilo Torres nació en Bogotá en 1929 en el seno de una familia burguesa de clase media-alta de ideología liberal. Por consiguiente, tuvo acceso a una esmerada educación que le facilitó poder llegar a estudiar Derecho en la Universidad Nacional, algo reservado en aquellos años solamente a las élites económicas, aunque muy pronto abandonó la universidad para ingresar en el Seminario Conciliar de Bogotá de la Arquidiócesis de Bogotá, en el que se ordenó sacerdote. Viajó a Europa para estudiar Sociología y a su regreso, fue uno de los fundadores de la primera Facultad de Sociología de América Latina en la Universidad Nacional, de la que fue profesor.
Su actividad en la Universidad, cada vez más implicada con los problemas políticos y sociales del país, así como su profundización en el estudio del marxismo le llevaron pronto a ser una figura intelectual reconocida en todo el país, lo cual propició frecuentes desencuentros y discusiones con la cúpula dirigente de la Iglesia colombiana, profundamente conservadora y que no aceptaba en modo alguno su actitud y su discurso, que relacionaba intrínsecamente su fe católica con la necesidad de transformar revolucionariamente la sociedad. A consecuencia de estas disensiones, Torres colgó los hábitos y abandonó el sacerdocio para dedicarse de lleno a la actividad política.
Conjuntamente con su fe, que nunca abandonó, ante las preguntas que se hacía sobre como crear las condiciones necesarias para acabar con la pobreza y el subdesarrollo, encontró en el marxismo las respuestas a nivel teórico y el impulso para poner en práctica la acción revolucionara. Siempre defendió que los cristianos debían estar junto a los marxistas en la lucha por la transformación radical de la sociedad y para ello, impulsó la creación del Frente Unido del Pueblo como alternativa política de izquierda a la oligarquía tradicional y fundó y dirigió el periódico oficial de esta organización, llamado también Frente Unido, desde cuyas páginas exigió la expropiación de los bienes de la iglesia y la imperiosa necesidad de una profunda reforma agraria en el campo.
No obstante, tanto por las amenazas de muerte que recibió como por la evidencia de que no existían en el sistema político institucional posibilidades de luchar por un cambio real, el 7 de enero de 1966 anunció públicamente su incorporación al Ejército de Liberación Nacional. En tanto que no tenía ninguna experiencia ni entrenamiento de carácter militar, su trabajo en el seno del ELN fue esencialmente de carácter político, como instructor ideológico.
Murió en su primer combate contra las tropas de la Quinta Brigada del Ejército Nacional de Colombia en la localidad de El Carmen de Cuchurí, en Santander. Como en otros muchos casos, con toda seguridad el más significativo el de Ché Guevara, murió el combatiente, el guerrillero, y nació el mito.
La película de Francisco Norden, veraz, objetiva y bien estructurada —nada que ver con el documental-cliché impuesto por las plataformas audiovisuales que por desgracia predomina en la actualidad— a través de los diferentes testimonios, refleja muy bien lo poliédrico de su personalidad, la angustia existencial que durante cierto tiempo le produjo la contradicción que pensaba que había entre su condición de sacerdote, de hombre de fe pacífico y la necesidad de enfrentarse al poder capitalista con las armas en la mano y otras muchas consideraciones, tanto políticas como meramente humanas de su trayectoria.
En su día, la crítica cinematográfica colombiana afirmó que Camilo, el cura guerrillero no era tanto una película sobre Camilo, sino sobre todos los “camilos” que el mito ha ido construyendo y quizá de manera no consciente, no deliberada, sobre la historia reciente de la América Latina insurgente.
FUENTE DIARIO RED