Ya conocidos los candidatos que formalmente aparecerán en la boleta electoral para las presidenciales del 28 de julio de 2024, uno de los rasgos más llamativos, hasta ahora, es la escasa o ninguna información que tienen las y los electores venezolanos sobre los proyectos (o ideas generales) de gobierno de quienes aspiran asumir el cargo público más importante del país. La excepción ha sido el presidente y candidato a la reelección Nicolás Maduro, quien presentó el “Plan de la Patria de las Siete T 2025 – 2031” durante su inscripción ante el CNE , según lo dispuesto en la normativa electoral.
Si bien los candidatos han esbozado algunas ideas excesivamente generales sobre sus propuestas económicas y políticas para el futuro de Venezuela, éstas no pasan de ser lugares comunes que llegan al punto de la demagogia y aportan poca novedad al debate público necesario en un escenario electoral. A diferencia de otros candidatos opositores, Edmundo González, apelando a su trayectoria diplomática, sí ha brindado detalles sobre sus ideas y premisas generales de política exterior, versando sobre la ubicación geopolítica que le imprimiría al país en un eventual gobierno y cuáles serían sus prioridades en términos de sistemas de alianzas internacionales.
Desde las vocerías del chavismo se ha calificado al abanderado de la PUD como «el candidato de los Estados Unidos», un señalamiento que no es infundado ni exagerado. Si bien él le ha restado importancia para desviar la atención, sus propias declaraciones sobre el modo en que desarrollaría las relaciones con Washington y su propuesta de propiciar una «revisión minuciosa» de los acuerdos existentes en materia diplomática del Estado venezolano, resumen con nitidez su visión internacional, y lo ampliamente desfavorable que sería para Venezuela, inscrita en las nuevas lógicas y dinámicas de la multipolaridad en ciernes.
Venezuela ha venido consolidándose como un actor de influencia en el mundo multipolar en gestación, ha apostado por su construcción desde hace más de dos décadas. Esto le ha permitido desarrollar una política exterior diversificada, independiente, adaptada a la coyuntura actual y que ha forjado vínculos profundos de cooperación con el eje euroasiático, actualmente en el centro de gravedad de las grandes decisiones en política internacional.
Unipoaridad y tutelaje
Las declaraciones del candidato González Urrutia sobre este ámbito internacional dejan entrever su interés por realinear a Venezuela a la esfera de influencia estadounidense, bajo un enfoque que estaría más cercano a una relación de tutelaje y subordinación que a una caracterizada por el pragmatismo y la autonomía relativa. En general, su visión con respecto Estados Unidos indica su conformidad con el modelo unipolar, según la cual Estados Unidos debe prevalecer, a toda costa, como superpotencia, en representación del bloque atlantista del universo de la OTAN, para evitar el surgimiento de poderes emergentes que permita democratizar el sistema internacional.
Edmundo ha expresado abiertamente su deseo de que la política exterior venezolana se desarrolle pasivamente dentro de esta concepción, hoy en declive, lo que evidencia su afinidad política e ideológica con la idea de que Washington gobierne el mundo a su antojo y en su beneficio exclusivo. González encubre su sesgo unipolar haciendo énfasis en generalidades de carácter geográfico y de «tradiciones políticas» que se enmarcan, en realidad, en una amplia secuela de colonización, tutelaje y aspiración de dominación absoluta que ha marcado las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Venezuela desde mediados del siglo XIX en adelante.
“tú tienes que revisar alguna de las alianzas, porque nosotros hemos construido unas alianzas con países que no han sido los aliados tradicionales de Venezuela, hemos construido alianzas con factores que son ajenos a nuestra vocación y tradición de un país pacífico, democrático esa es son el tipo de cosas que hay que revisar, hay que revisar los acuerdos de integración en los que estamos y en los que nos salimos, hay que revisar la posición con respecto a los mecanismos de defensa de los Derechos Humanos la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la Corte de Derechos de los cuales nos salimos a mi juicio equivocadamente”.
En otra entrevista, Edmundo González fue más enfático sobre lo que considera «asociaciones o alianzas perjudiciales» que Venezuela ha establecido en las últimas dos décadas con una amplia diversidad de Estados que han ganado preponderancia en la comunidad internacional, en una referencia indirecta a los nuevos pesos pesados de la geopolítica mundial: Rusia, China, Irán, entre otros.
El abanderado de la PUD intentó hacer pasar como un hecho «natural» la idea de que Venezuela se subordine a Estados Unidos, en menoscabo de las nuevas opciones geopolíticas que ofrece un sistema internacional en transformación. Un elemento que genera preocupación, en tanto que González sitúa a Estados Unidos como hipotético «aliado fundamental», es que, en simultáneo, no condena ni cuestiona el paquete punitivo de sanciones ilegales que han estrangulado la economía venezolana, con daños catastróficos sobre la población. De esta forma, la responsabilidad criminal de las sanciones estadounidenses quedaría reseteada.
“Nosotros hemos establecido en estos últimos años alianzas con países que son ajenos a nuestra tradición de país pacífico y democrático, alianzas te las puedo nombrar exactamente, estoy hablando, refiriéndome alianzas tipo Irán, Rusia, Bielorrusia, ese tipo. Esas son alianzas que no son de nuestra idiosincrasia, no son aliados tradicionales de la política exterior que ha tenido Venezuela en los últimos años, eso es completamente ajeno a esa conducta que mantuvo Venezuela, la Venezuela democrática, la Venezuela de la República civil y ¿cuáles son las relaciones que debería tener el país?, primero nuestro espacio geográfico natural América Latina con nuestros socios fundamentales Estados Unidos”.
El escenario que dibujan las declaraciones de González se asemeja al argentino con el gobierno de Milei, quien vetó el ingreso de su país al grupo de los BRICS (principal bloque geopolítico en la actualidad). Sus declaraciones proyectan el abandono de Venezuela del mecanismo de cooperación el ALBA – TCP y Petrocaribe como espacio de influencia venezolana en El Caribe, entretanto plantearían el regreso del país a espacios multilaterales que se muestran abiertamente hostiles al Estado venezolano como la Organización de Estados Americanos (OEA) y todo el Sistema Interamericano de Derechos Humanos que depende de ella (Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos).
El posicionamiento de González representa una postura irresponsable y acrítica sobre las relaciones con Estados Unidos. Ignora deliberadamente las distintas acciones hostiles y agresivas realizadas por el gobierno estadounidense, que han deteriorado gravemente los lazos bilaterales con Venezuela, en especial durante la administración de Donald Trump. Pretende negar la existencia de la política de «máxima presión» contra el país y las órdenes ejecutivas implementadas, que recrudeció el bloqueo a Venezuela, promovió fallidos intentos de invasión mercenaria avalados por la Casa Blanca e intentó imponer un gobierno paralelo tutelado, causa detonante del rompimiento de las relaciones diplomáticas.
“Tenemos más de 12 años con unas relaciones diplomáticas interrumpidas donde no existen jefes de misión con rango de embajador en las capitales, donde no hay diálogo político donde todo lo que eran los planes de cooperación fueron suspendidos, entonces es una realidad que nosotros aspiramos recomponer a partir del 28 de Julio”.
Esta narrativa distorsionada de la realidad busca exculpar a Estados Unidos de su responsabilidad en el deterioro de las relaciones con Venezuela.
Afinidad con la violación del derecho internacional
La postura de Edmundo sobre las relaciones con países como Ecuador y Argentina es, igualmente, simplista y exhibe una profunda ignorancia en torno a las complejidades que rodean cada caso. Sobre Ecuador prima el desprecio hacia el derecho internacional que demostró el gobierno de Daniel Noboa con el allanamiento de la embajada mexicana en Quito y que, si bien tuvo como víctima la legación mexicana, mañana pudiera ser otra, incluyendo la venezolana.
Algo similar ocurre con Argentina. La narrativa del candidato exculpa de responsabilidad y complicidad al gobierno argentino en el robo y posterior desguace del avión de la empresa venezolana Emtrasur, esto llevó a que el gobierno venezolano denunciara al argentino ante la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) por graves violaciones del derecho internacional. En este caso los activos de la República Bolivariana se vieron claramente afectados por las acciones del gobierno argentino y estadounidense.
Atribuir las tensiones con estos países únicamente a la «intolerancia» del gobierno venezolano es una peligrosa simplificación que omite las responsabilidades de todas las partes involucradas, busca invisibilizar las implicaciones geopolíticas del comportamiento de Quito y Buenos Aires, no solo en relación con Venezuela sino en general con la comunidad internacional.
“ [el objetivo es] recomponer las relaciones con aquellos países que hemos roto relaciones diplomáticas. Uno de ellos es los Estados Unidos (…), pero ya no es solamente con los Estados Unidos que hemos interrumpido relaciones diplomáticas; recientemente lo acabamos de hacer con el gobierno del Ecuador y con Argentina, con ambos tenemos unas relaciones muy…, de mucha tensión y tirantes porque no se respeta la pluralidad de pensamiento, que tú puedas tener una visión distinta a la mía”.
Para González el reclamo venezolano contra el robo al que fueron sometidos sus activos en el extranjeros se reduce a que el gobierno presidido por Nicolás Maduro no acepta la “pluralidad de pensamiento”. Una declaración infantil e irracional que derrumba el mito de su expertise diplomática. Respecto a la situación de la Guayana Esequiba, aunque Edmundo ha hablado del reconocimiento del Acuerdo de Ginebra de 1966 como único instrumento válido para dirimir la controversia con Guyana, se ha posicionado en contra de la Ley Orgánica de Defensa de la Guayana Esequiba.
Ante la pregunta: “¿Está de acuerdo con el nuevo estado [el estado esequibo]?”, González respondió: “No, eso no. No creo que lleguemos a eso”. Su posición irrumpe contra el consenso nacional por la defensa de este territorio y coincide, peligrosamente, con la postura de Guyana de no reconocer la creación de dicho estado.
La candidatura de González dentro del diverso ecosistema opositor venezolano se presenta como la más proclive a implementar una lógica de tutelaje a beneficio de Estados Unidos y del eje atlantista en general, conforme a su visión acrítica y subordinada de las relaciones internacionales.
3 Mayo 2024,