Me voy a permitir retirarme este instrumento, que el pueblo de Venezuela ha hecho suyo en el combate exitoso contra el covid19. Digan lo que digan los medios de comunicación internacionales, que de manera permanente atacan al pueblo de Venezuela, ha sido la lucha de Venezuela contra el covid19 un ejemplo de cómo se enfrenta, en unión perfecta de los mandatarios y del pueblo, una pandemia de características tan catastróficas como la del covid19.
Yo quiero, antes de iniciar mis palabras, pedir un aplauso para el pueblo de Venezuela que ha derrotado y derrotará, de manera decisiva, la pandemia por covid19.
Y trataré de ser un poquito menos breve que el diputado Correa.
Ciudadana Iris Varela, primera Vicepresidenta de la Asamblea Nacional. Ciudadano Didalco Bolívar, segundo Vicepresidente de la Asamblea Nacional, ciudadana Rosalba Gil, Secretaria de la Asamblea Nacional, ciudadana Ynti Hinojosa, Subsecretaria de la Asamblea Nacional. Querido hermano Diosdado Cabello Rondón, diputado jefe del Bloque Parlamentario de la Patria, querida hermana Cilia Flores de Maduro, primera combatiente de la República Bolivariana de Venezuela y diputada lista nacional de la Asamblea Nacional. Queridas diputadas y diputados del Bloque de la Patria, queridos diputados y diputadas de la oposición que participaron en libres comicios el pasado 6 de diciembre y que independientemente de que este es el recinto para la confrontación de las ideas, ustedes aquí, junto a todos nosotros, tendrán que apuntar hacia el futuro de la vida republicana desde esta Asamblea Nacional.
Honorable Cuerpo Diplomático presente aquí el día de hoy. Queridos invitados internacionales que nos acompañan, invitados especiales, medios de comunicación, señoras y señores.
Yo quisiera iniciar, solicitando la licencia a las honorables diputadas y honorables diputados de la oposición que están el día de hoy aquí, en la instalación de este período de la Asamblea Nacional, porque tengo un mandato del corazón de solicitar un homenaje de esta Asamblea para un diputado del pueblo; para un diputado de las calles de Caracas, para un diputado que siempre estuvo allí, en el sitio de la lucha, en el sitio de la búsqueda reivindicación, en la defensa de los más altos intereses de la patria venezolana y especialmente de la ciudad de Caracas a la que defendió con ahínco durante toda su vida. Con el permiso de las honorables diputadas y diputados de la oposición venezolana, yo quiero pedir un minuto de aplausos para el que llevamos como estandarte de nuestra campaña, para el que fue el conductor de mil batallas en mil campañas electorales y campañas políticas, pido un minuto de aplauso para nuestro hermano diputado Darío Vivas.
En esta nueva Asamblea Nacional que encierra tanta importancia histórica; que encierra tanto significado la presencia de doscientas setenta y siete mujeres y hombres jóvenes, personas ya de edad experimentada, trabajadores, trabajadoras, campesinos, profesionales, mujeres, hombres, cada uno puede y debe preguntarse ¿por qué estamos hoy aquí?, ¿cuál es la razón suprema de nuestra presencia hoy aquí? Entre muchas otras razones, de nuestro espíritu, de nuestro raciocinio, estamos aquí por mandato del Libro de todos; estamos aquí, porque una democracia está sustentada en el c cuerpo de leyes que la comprenden, porque no hay democracia si no se respetan las leyes elementales, las normas elementales de la convivencia, precisamente democrática. Esta Constitución dice con taxativa claridad, con prístina certeza, que el período constitucional del Parlamento venezolano, debidamente electo por el pueblo de Venezuela, corresponde a cinco años de duración. Y esta Constitución dice de manera taxativa, expresa y clara, que es el 5 de enero a las once de la mañana, del día en que ya se haya cumplido el período de cinco años de la gestión parlamentaria anterior, que se deba instalar la nueva gestión de la Asamblea Nacional. Por eso están ustedes aquí hoy. Por eso son ustedes las legítimas diputadas y los legítimos diputados de la Asamblea Nacional que tienen ingentes responsabilidades para el período del 2021 al 2026. Ella es la razón asaz de mayor peso por la que ustedes están aquí. Y es que nuestro pueblo de Venezuela, y es que millones de mujeres y hombres que han resistido los peores embates, las peores agresiones, las peores campañas en búsqueda de atacar la línea de flotación del espíritu del ser venezolano, porque eso fue lo que procuraron, porque eso fue para lo que montaron un aparato de guerra psicológica, de guerra mediática, de bloqueos, de sanciones, de agresiones, para que se debilitara el ser venezolano. Y si algo podemos sacar en claro del mensaje del pueblo, el pasado seis de diciembre, es que este pueblo levantó, precisamente, su condición de ser venezolano, y ¿qué es ser venezolano? Ser venezolano es ser independiente; ser venezolano es amar la soberanía de la tierra venezolana, ser venezolano es ser pacífico, ser venezolano es ser experimentador de una fiera ternura, y ser venezolano también es la capacidad para el perdón, la capacidad para mirar hacia el futuro, pero también para entender que hay ofensa que no se puede pasar por alto. También entender que si queremos mirar hacia el futuro, que si queremos procurar y promover la reconciliación de todas y de todos, tenemos que ver con muchísima preocupación, tenemos que ver con alarma lo que ha ocurrido en este recinto, lo que tuvo como epicentro este recinto los pasados cinco años de esta gestión.
Ustedes están aquí por la voz del pueblo de Venezuela que se expresó de manera libre, de manera democrática, de manera libérrima, así como estuvieron aquí por cinco años, también por el voto del pueblo de Venezuela, aquellos que vinieron a traicionar la voz y la expresión de quienes lo eligieron.
No podemos olvidar, reconciliación sí, pero sin amnesia; perdón sí, pero sin olvido; concordia sí, expresión democrática sí, pero hay crímenes que no pueden ser perdonados, hay crímenes que deben ser pagados, porque fueron crímenes contra los más humildes; fueron crímenes contra nuestras mujeres, fueron crímenes contra nuestros trabajadores, contra nuestras niñas, contra nuestros niños, fueron crímenes para afectar el estado de bienestar que la revolución bolivariana otorgó y otorga al pueblo de Venezuela; fueron crímenes para acabar incluso con nuestro propio territorio, fueron crímenes que los llevaron a pactar con bandas narcoparamilitares para que les sirvieran de transporte para llevarlos a un conciertico allá en la ciudad de Cúcuta. Fueron crímenes donde uno de los enviados de uno que estuvo aquí como presidente de la Asamblea Nacional pidió que entregáramos el territorio Esequibo a los amos del vetusto imperio británico. Fueron crímenes donde se robaron y se han robado miles de millones de dólares que tan útiles nos hubieran sido para comprar los alimentos que nuestro pueblo requiere, para comprar las vacunas contra el covid que nuestro pueblo requiere, para comprar los medicamentos para dotar nuestros hospitales, para combatir las afecciones de salud y sobre todo, la pandemia por covid19. Incluso, está apareciendo ya, en los medios de comunicación internacionales, los medios de comunicación que durante catorce meses les otorgaron todos los vítores, los medios de comunicación que les aplaudieron todas las barbaridades, ellos pedían sanciones contra Venezuela y los medios de comunicación aplaudían, y los centros de poder mundial aplaudían. Ellos pedían invasión militar contra Venezuela y los medios de comunicación decían es justo, hay que invadir a Venezuela. Ellos pactaron para entregar el territorio Esequibo, y en Europa y en Estados Unidos de Norteamérica los centros de poder señalaban: claro, es justo, hay que arrebatarle el territorio Esequibo al pueblo de Venezuela.
Y ahora, que ya son una aproximación a polvo cósmico, usted revisa medios de comunicación como The Washington Post, The Financial Times, la BBC, la Agencia EFE, y se sorprende, ¡Oh sorpresa! Juan Guaidó se robó mil setecientos millones de dólares que la Administración de Donald Trump le otorgó para ayuda humanitaria. Utilizaron llamadas ONGs para subvencionar la conspiración y el crimen contra Venezuela.
De esos mil setecientos millones de dólares que los contribuyentes norteamericanos le entregaron a Juan Guaidó, ¿cuánto, aunque sea un dólar que un venezolano, que una venezolana me diga que fue utilizado para atender a nuestros migrantes por ejemplo? Que fue utilizado para atender las necesidades del pueblo de Venezuela, no; está ese dinero depositado en paraísos fiscales en cuentas de Leopoldo López, en cuentas de Julio Borges, en cuentas de Juan Guaidó y de su hermano, en cuentas de Carlos Vecchio, se los gastaron en inmuebles costosos en Bogotá, en Miami, en Madrid. Son tan descarados Leopoldo López, Ledezma, calañas de esas que viven en el barrio más caro de Madrid, en el Barrio de Salamanca, y los gobiernos europeos los aplauden y salen en la Revista Hola. Y ni un solo dólar para comprar ni un solo alimento del pueblo de Venezuela. Ni un solo dólar para atender las necesidades de salud del pueblo de Venezuela. Se los gastaron en inmuebles caros, se lo gastaron en vehículos de lujo, se lo gastaron en aguardiente y se lo gastaron en prostitutas como ellos mismos están diciendo en los actuales momentos.
Y no solamente se robaron la plata que Donald Trump les dio para tratar de derrocar al gobierno legítimamente electo de Venezuela, presidido por nuestro hermano Nicolás Maduro, no; también se fueron a robar los activos que la Nación venezolana tiene en el exterior. Se robaron la empresa Citgo, y despalillaron todas las cuentas en dinero constante y sonante que esa empresa, que le pertenece a Venezuela, tenía depositado en bancos del exterior. Se robaron la empresa Monómero, y fueron como zamuros, como hienas, a la caza de depósitos o activos y ya acaba de aparecer hace tres días, la denuncia ¡oh sorpresa! De que esa recuperación de activos se pagaron comisiones de veintiséis, de treinta, de cuarenta y dos millones de dólares, a abogados que resultaron ser hermanas, hermanos, bufetes que pertenecen a Carlos Vecchio, o que pertenecen a Juan Hernández, o que en última instancia le pertenecen a Juan Guaidó.
Perdónenme honorables diputadas, honorables diputados que me extienda un poco en la descripción de estos crímenes horrendos, pero insisto, no puede haber perdón con olvido. No puede haber reconciliación y hacernos los locos, no puede haber reconciliación con amnesia. Se han atrevido a barbaridades que no caben ni en la imaginación del más tenebroso escritor de novelas de terror. Se atrevieron a firmar un contrato donde aceptaban y le pagaban doscientos millones de dólares a mercenarios norteamericanos para asesinar al Presidente de la República, para asesinar a su esposa la diputada Cilia Flores, para asesinar a nuestro hermano Diosdado Cabello, para acabar con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, para eliminar los límites de la República en ese contrato, que yo me leí, una y otra vez, porque no cabía en mi asombro; se señala que se eliminaría el pasaporte de Venezuela y que un mercenario podía entrar a Venezuela con su carnet de la empresa Silvercorp. A todo eso se atrevieron. Pusieron precios a las cabezas de venezolanas y de venezolanos. Tenía ese contrato cláusulas de impunidad, podía venir un gringo y asesinarte a ti diputada o a ti diputado, y tenía el perdón automático, al contrario, recibía un monto… había un baremo de cuánto costaba cada venezolano o cada venezolana que ellos asesinaran. A eso se atrevieron. Se atrevieron aliarse con narco paramilitares. Se atrevieron a aliarse con gobiernos enemigos de la Patria venezolana. Se atrevieron a planificar el asesinato, el magnicidio en grado de frustración contra la figura del Presidente Nicolás Maduro. Y el epicentro de todo eso fue este recinto. El epicentro, el núcleo desde donde se planearon todos esos desmanes, el punto que se arrodilló de manera genuflexa a los designios de la más grosera y brutal administración que haya conocido la historia de los Estados Unidos de Norteamérica, la Administración de Donald Trump, fue en este recinto. Así que hermanas y hermanos, estamos obligados al exorcismo. Ya, por si hay alguna duda en algunos de ustedes y algunas de ustedes, quiero pedirles que no se preocupen porque muy temprano rociamos con agua bendita cada rincón de las paredes de este recinto bendito.
Estamos obligados al exorcismo, porque si este pueblo ha resistido tanta agresión, si este pueblo habló de manera clara, prístina el pasado seis de diciembre, y una cosa que nos decían, cuando nos metimos a las catacumbas, como tantas veces nos exigió nuestro amado comandante Hugo Chávez, a las catacumbas del pueblo, la casa por casa, el calle por calle, en esta pasada campaña electoral, una frase que me retumba en mi cerebro en esta hora era la de tantas mujeres y tantos hombres de este pueblo diciendo ¡Resistan! ¡no se rindan que nosotros no nos rendiremos!
Asi que esta no es la instalación de una Asamblea más de las cinco que se han instalado en estos tiempos de Quinta República, de revolución bolivariana, esta es una instalación para la recuperación… Es más fácil y se acaba de demostrar en estos pasados cinco años, es más fácil destruir que construir; cuando usted construye la vida de su hijo y lo levanta para convertirlo en una mujer, en un hombre de bien, sabe lo arduo que significa eso: la construcción de la vida, la construcción de un edificio, la construcción de un determinado cuerpo de ideas. Destruir es muy fácil. Basta con que usted tenga carencia de moral, basta con que usted tenga carencia de ética, basta con que usted abrigue estructuras psicopáticas de personalidad, para que la destrucción haya llegado al nivel al que llegó la Junta Directiva de esta Asamblea Nacional, los pasados cinco años, ni los chaguaramos respetaron, Diosdado, hasta los chaguaramos tenemos que someterlos a tratamiento fitosanitario porque hasta eso lo destrozaron. Ni los chaguaramos que señoreaban el edificio del Capitolio Nacional. No respetaron nada.
Por eso, así como destruir es más fácil que construir, reconstruir es más difícil que construir, porque tenemos primero que corregir, que curar, que sanar lo dañado; tenemos primero que encontrarnos en voces disonantes, en voces diferentes, diputados de la oposición, diputadas de la oposición, y decirnos esto no puede volver a ocurrir. Podemos pensar diferente, podemos considerar que tenemos rumbos diferentes que proponerle al pueblo de Venezuela, pero no podemos volver a sucumbir a la barbarie, no podemos volver a sucumbir a pedir invasiones contra Venezuela, no podemos volver a solicitar sanciones que afectan, sobre todo, a los más humildes; sanciones que nos les afectan a ellos porque viven en Madrid o en Bogotá, o en Miami o en Nueva York, pero además, sanciones que son inútiles, porque el pueblo de Venezuela ha demostrado que ni con las peores sanciones lograrán doblegar su ímpetu libertario, su ímpetu independentista, soberano…
A todo lo largo de nuestra historia republicana lo hemos demostrado, pero nunca como ahora el pueblo de Venezuela ha demostrado que quiere ¡y será! Por los siglos de los siglos, ¡libre! Que quiere ser y ¡será! Por los siglos de los siglos ¡independiente! Así que, además de muy dañina, son inútiles. Métanse sus sanciones por donde les quepa Donald Trump, Elliot Abrahms, Mike Pompeo, Juan Guaidó, Julio Borges…
Es más difícil reconstruir que construir. Caundo se edificó este Popol Vuh, este Libro de Todos, este Libro Sagrado, fue un proceso excelso de construcción, ahora nos corresponde ubicarnos como diputadas y diputados, en la posición de sanadores; de sanadores de tanto daño hecho, pero también de sanadores para volvernos a levantar, como aquel personaje del poema de Vallejo: “Se vio el cadáver triste/emocionado/abrazó el primer hombre/echóse a andar”.
Tenemos que echarnos a andar junto al pueblo de Venezuela, y el primer paso debemos darlo desde la escucha, no vinimos aquí a hablar y a seguir con la politiquería, tenemos que erigirnos en una política con P mayúscula, real, verdadera, y la politica con P mayúscula empieza con la capacidad auditiva no con la voz, no con el habla, con la capacidad de escuchar al otro, y respetar lo que el otro dice. La capacidad de escuchar lo que nuestro pueblo dice. Si nos quedamos en las paredes de este edificio habremos fracasado. Si sucumbimos a la burocracia de las comisiones y las reuniones y los conceábulos, nos quedamos en la politiquería; si no salimos a cada calle de donde salieron los votos que nos pusieron aquí, si no hablamos con cada mujer del pueblo, si no estamos con sus vicisitudes, con sus dificultades, con su sufrimiento, habremos fracasado en nuestra tarea y no podemos fracasar en nuestra tarea, diputadas y diputados.
Venimos a escuchar, venimos a consultar, nosotros no somos representantes de nadie, somos voceros de todas y de todos.
Es necesario sí, la sanación. Y la sanación me lo enseñaron ayer en la reunión con el Presidente Nicolás Maduro del Bloque de la Patria. El Presidente Maduro, me dio cierta gracia, preguntaba “que se levanten los militares, que se levanten los trabajadores, que se levanten las mujeres” y yo pensaba para mí, ¿Cuándo va decir que se levanten los psiquiatras?
No lo dijo porque creo que existe uno solo. Pero yo, de mi formación como psico terapéutica, como psico terapeuta, contengo el hecho de que escuchar al otro conforma la principal manera de respeto. Escuchar al otro, dialogar con el otro, acordar con el otro.
La reconciliación sólo pasa… sólo podrá ser posible si todas y todos nos sentimos incluidos en un gran diálogo nacional. De esta Asamblea Nacional, en las próximas horas, saldrá una comisión especial para que emprenda el camino del gran diálogo nacional, para la reconciliación, para la paz, para la consolidación de los ideales y la vida republicana; un gran diálogo donde estén todas, donde estemos todos, donde estén los empresarios y los trabajadores, las campesinas, los campesinos, los pescadores, los cultores, los consejos comunales que tienen la voz más potente para esta gestión de la Asamblea Nacional, porque esta gestión irá hacia el parlamento comunal, esta gestión irá hacia la conformación de leyes para amparar las ciudades comunales, las comunas, los consejos comunales.
Un gran diálogo político también, social, económico; un diálogo político donde estemos las doscientas setenta y siete y doscientos setenta y siete diputadas y diputados, pero donde también estén todos los factores políticos que participaron en la elección y no quedaron electos como diputados e incluso, lo digo con firmeza, aquellos grupos políticos que no participaron, por las razones que ya conocemos, en la elección del pasado seis de diciembre. A ellos también los convocaremos. Allá ellos si participan o no participan en este gran diálogo nacional.
Una gran comisión para el diálogo. De este Parlamento, de esta gestión debe salir de manera inmediata el más profundo repudio a a decisión que tomara una Corte de Justicia en el exterior vulnerando el derecho sagrado que tiene Venezuela al territorio Esequibo, ¡El sol de Venezuela nace en el Esequibo! ¡El territorio Esequibo será por siempre territorio venezolano!
Es una barbaridad que ya entrado el siglo XXI se atrevan unos supuestos jueces a levantar otro profundo adefesio de 1899, el llamado Laudo Arbitral, que no fue si no el robo arbitral, que no fue si no el conceábulo de los imperios del momento, para tratar de rebotarle a Venezuela el territorio Esequibo. Este Parlamento, esta Patria venezolana, aquel que se considere venezolano o venezolana patriota de verdad, defiende como único instrumento de negociación el Acuerdo de Ginebra de 1966.
Y señala y repite hasta la saciedad, para que lo sigan diciendo nuestras hijas y nuestros hijos, para que lo sigan diciendo nuestras nietas y nuestros nietos y las generaciones por venir, ¡El Esequibo es de Venezuela! .
Vamos a emprender no solamente el diálogo con todos los factores de la vida nacional, sino un proceso permanente de consulta. No puede ser, hermanos y hermanas, perdónenme el comentario crítico y autocrítico, que después de una elección algunos se separen de aquellos recorridos que tuvieron cuando eran candidatos y cuando eran candidatas.
Debe ser al revés. Debemos regresar a cada calle. Debemos regresar a cada megáfono, a cada cancha, a cada casa por casa, los diputados por circuito, los diputados regionales, los diputados por lista nacional. Y establecer mecanismos tecnológicos y presenciales de consulta permanente. ¿Cuáles son los temas que espera el pueblo de Venezuela sean discutidos en este Parlamento?, ¿Cuáles son las leyes para la familia venezolana?, ¿cúáles son las leyes para defender, más aún, a nuestra mujer venezolana?, ¿cuáles son las leyes que necesitamos para hacer mucho más enérgica las penas contra aquellos que agredan a las mujeres venezolanas? Nunca más femicidios en Venezuela. Nunca más violencia contra la mujer en Venezuela.
El derecho a la ciudad, el derecho a la vida digna en la ciudad. El derecho al espacio público, que es el espacio solidario por excelencia, porque es el espacio que le pertenece a todos, con el cielo que nos pertenece a todos, con la vida plena de naturaleza que nos debería pertenecer a todos, el derecho a la ciudad. El servicio público como derecho, el agua como derecho, el gas como derecho, la vida plena, decía nuestro Presidente Maduro, no sé en cuantas reuniones se lo he escuchado, tenemos que lograr recuperar el estado de bienestar, tenemos que lograrlo y tenemos que ayudar al gobierno bolivariano y a los ciudadanos de Venezuela a recuperar ese estado de bienestar, porque es cierto que las sanciones y los bloqueos han sido la peor agresión que ha recibido Venezuela en los últimos ciento cincuenta años, es verdad. Pero si nos escudamos en las sanciones y en los bloqueos para no tratar de arreglar lo que está dañado, lo que está malo, para no tratar de denunciar al funcionario indolente o al funcionario flojo, o al funcionario corrupto, nos estamos haciendo cómplice de esas sanciones y de esos bloqueos.
El colmo de los colmos es utilizar las sanciones y el bloqueo como excusa. Y tenemos que ir sí, con respeto, sí, con parsimonia sí, sin estridencia, sin aspavientos, pero tenemos que ir a buscar y a denunciar lo que no esté marchando bien; tenemos que ir y denunciar y el mismo Presidente Nicolás Maduro nos ha pedido emprender la tarea de llamar a los funcionarios, a las ministras, a los ministros, ejercer la función contralora del Parlamento venezolano que está establecido en esta Constitución y que la pasada gestión se negó a cumplir por dos razones, porque estaba muy ocupada buscando sanciones y buscando invasiones contra Venezuela, y porque como va a controlar nada un ladrón como los ladrones que estuvieron aquí los pasados cinco años.
Ladrones bárbaros. Ladrones bárbaros que estuvieron aquí los pasados cinco años.
Recuperar la función contralora de esta Asamblea Nacional. Ciudadanos diputadas y diputados de la oposición, ustedes, yo no se si fueron electos con el 0,5% de los votos o con el 1,5% de los votos, o con el 400% de los votos, ustedes son tan diputados y diputadas como somos todos los demás y tienen una función que cumplir…
Decía, al Presidente Maduro le gustó mucho repetir esa frase de un poeta y diputado, Andrés Eloy Blanco, el poeta del pueblo. Andrés Eloy Blanco decía “no hay nada que haga más ruido que un carro viejo y un diputado nuevo”, yo creo que estamos obligados a hacer mucho ruido en esta gestión que hoy inicia; pero un ruido armónico, un ruido que sean voces, un ruido que sea un canto de futuro, un ruido que sea verdad, que sea claridad, que sea transparencia.
También decía Andrés Eloy en un congreso, en un discurso que dio en el Congreso de 1939 con motivo de la Batalla de Carabobo, del 24 de junio de 1939 dijo: “Nuestro homenaje a Carabobo ha de ser la voluntad indeclinable de hacer buenas leyes. Yo no pido que hagamos diez leyes ni veinte leyes, el número de leyes no es lo que vale, sino la justicia que ellas contengan. Hagamos tres leyes pero tres leyes justas, tres leyes hermosas, tres leyes que se parezcan al pueblo de Venezuela”. Andrés Eloy Blanco 24 de junio de 1939.
2021… 1821-2021. Volver a Carabobo. Carabobo y el veintiuno. Esa fecha que Hugo Chávez avizoró como la fecha de la redención y de la curación de las traiciones del pasado, como fecha de ratificación de nuestra Independencia y de nuestra soberanía. Ustedes, diputadas y diputados que inician un período gozoso, porque es un período de ratificación de nuestra Independencia, pensemos en Carabobo. Los historiadores o la historiografía oficial tiende a hablar de Carabobo como la Batalla de Carabobo. Y aquí tenemos a muchos estudiosos militares, ahora diputados y diputadas dignas de la patria, que han estudiado y que saben que Carabobo no fue una batalla, Carabobo fue una campaña. Carabobo fue la unidad de todas nuestras tropas, de todos nuestros patriotas, del Zulia: Urdaneta se vino; de Oriente: Bermúdez… De los Llanos: Páez, y Bolívar en la patria toda. Fue una campaña. Bermúdez con maniobras de distracción para defender la capital, Urdaneta se quedó enfermo en Carora, pero sus tropas llegaron a luchar en el campo inmortal de Carabobo. Páez y sus llaneros que causaban terror a las tropas imperiales.
Y pienso ahora, ya como licencia poética, en cómo habrá sido esa madrugada del 23 de junio de 1821, ¿cómo habrán sido el sonido de las bandolas y los cuatros cantando la copla llanera de la tropa que se enfrentaría a la gloria al día siguiente?, ¿cómo habrán sido las gaitas que ya trajeron los maracuchos allá en el pueblo de Taguanes, en el estado Cojedes?
¿Cómo habrán sido los tambores de Curiepe que también sonaron en esas horas previas a la Batalla de Carabobo? En Taguanes, la madrugada del 23 de junio de 1821, por primera vez nuestra tropa estuvo vestida, nuestros seis mil quinientos hombres estuvieron vestidos con uniforme completo que les tejieron las manos amorosas de las hilanderas de Guanare. Por primera vez desfiló un ejército uniformado frente a nuestro Libertador Simón Bolívar, y cuentan los que saben que para cada contingente tuvo una palabra de elogio, tuvo una palabra de infundir heroísmo, y de allí ese pequeño cuerpo de Capitán Valiente como lo llamó Pablo Neruda, recorrió cada rincón del preparativo de la Batalla y les lanzó la arenga definitiva: “!Mañana seréis invictos en Carabobo!”.
Hermanas, hermanos, se los digo sin ánimo retórico, no podemos fracasar, esta vez no podemos si no triunfar. Esta vez tenemos que reparar lo dañado, tenemos que reconstruir lo destruido, tenemos que recomponer la que fue deteriorado por la traición, por el odio y por la violencia.
Yo quisiera terminar con unos versos del poeta de América; unos versos que para mí son bálsamo y mantra también, son los versos de Pablo Neruda, en el Canto Número 9 del Canto General. Quiero compartirlo con ustedes porque hoy, que podemos ver con tranquilidad y con alivio, que la patria ha sido salvada, y sería muy mezquino, independientemente de como pensemos, sería muy mezquino no reconocer la tenacidad, la fuerza, la valentía, la c capacidad para el diálogo, el respeto y la lealtad a los ideales más profundos de la patria venezolana que ha tenido nuestro hermano Nicolás Maduro. Por Nicolás Maduro Venezuela está en paz.
Por eso, con todo respeto hermanas diputadas, colegas diputados, dedico estos versos del Canto Número 9 de Pablo Neruda, en su Canto General, a mi hermano Nicolás Maduro.
Pero yo amo hasta las raíces
De mi pequeño país,
Si tuviera que morir mil veces
Allí quiero morir.
Si tuviera que nacer mil veces
Allí quiero nacer
Que nadie piense en mí
Pensemos en toda la tierra
Golpeando con amor
En la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
A empapar el pan, los frijoles, la música
Quiero que venga conmigo el campesino
La niña, el abogado, el marinero, el fabricante de muñecas,
Que entremos al cine
y salgamos a beber el vino más rojo
Yo vine aquí para cantar
Y para que cantes conmigo
Pablo Neruda.
Hermanas y hermanos, me congratulo de compartir con ustedes esta tarea titánica. Vamos juntos. Vamos todos. Que todas y todos seremos invictos en Carabobo. Muchas gracias.