Desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder, los factores hegemónicos intentan instalar en el imaginario geopolítico que Venezuela es un territorio en guerra.
El objetivo es preparar las condiciones para acciones violentas contra el gobierno, sea por la vía de la invasión militar o por la concreción de un atentado contra el presidente.
Por ende, sobre el territorio se han ensayado todo tipo de operaciones y ataques multiformes, que buscan desestabilizar la paz de la nación, dirigidos y financiados por el gobierno de los Estados Unidos.
Uno de los asuntos más complejos es el control de las zonas barriales y fronterizas por bandas que operan bajo el método paramilitar que incluyen:
- Control armado del territorio,
- Imposición de normas de convivencia de la población civil,
- Control de los sectores económicos (vacunas) e instalación
- Y control de mercados ilegales: armas, drogas y prostitución, entre otras.
Grupos delictivos y bandas paramilitares ¿En qué se diferencian?
Según las Naciones Unidas, en la Convención de Palermo 2000, los grupos delictivos son organizaciones de tres o más personas “que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves (…), con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material”.
La mayoría de los marcos legales que regulan la materia, coinciden con este planteamiento y Javier Mayorca, al respecto, afirma que existe en general un consenso en los siguientes puntos:
- Toda organización criminal tiene un vínculo asociativo, más o menos estable.
- Posee un sistema organizativo, con una dirigencia o liderazgo claramente establecido en lo interno.
- La organización establece relaciones de intimidación con factores internos y externos para prolongar su existencia.
- Sus actividades están orientadas a la obtención de ganancias económicas (Varios autores, 1988).
Grupos paramilitares y paraestadales
Ahora bien, además de esta definición, existen otro tipo de formas organizativas delincuenciales. Unos, buscan -más allá del beneficio económico- el ataque a la estructura del Estado, y otros cuya acción trasciende de los límites fronterizo de las naciones. Es así como surgen las categorías de grupos: paramilitar y paraestadal.
A fin de entender ambos conceptos, es necesario recordar la definición de Estado que, según la teoría clásica, se resume como la organización que administra y monopoliza el uso de la fuerza dentro de un territorio con “fronteras definidas, Fuerzas Armadas unidas, y una cabeza común y reconocida por toda la población”.
Los grupos paramilitares, en consecuencia, buscan atacar el control del estado sobre las Fuerzas Armadas. Instalan organizaciones con armamento y formación militar, pero que no responden a las leyes, nacionales e internacionales, que rige la materia.
Los grupos paraestadales buscan, además, el control de las fronteras y usurpar, por la vía de la fuerza, las actividades propias del presidente de la República. Incluso, en la actualidad, se agrega a esta categoría la acción de grupos transfronterizos, que operan en varios países.
Bandas en Venezuela
Como podemos observar, al precisar el alcance de cada forma organizativa, notamos que Venezuela está en la presencia de una especie de fórmula combinada de violencia para-militar y para-estadal.
Por un lado, operan los grupos desde el aparente control territorial, pero éstos, además, reciben órdenes y financiamiento de grupos ubicados fuera de las fronteras venezolanas, específicamente Colombia y los Estados Unidos, cuyo objetivo es debilitar al Estado y avanzar en un golpe contra el presidente Nicolás Maduro.
Sólo basta con escuchar las declaraciones de Simonovis o leer los twitters de actores como Freddy Guevara, para entender la conexión que existe entre estas bandas, la oposición venezolana y sus planes transnacionales.
Agrega Mayorca que “los registros judiciales indican que la actividad criminal atribuida a los paramilitares colombianos se ha mantenido entre cuatro y ocho casos por año desde 2006”, período en donde aumentan las estadísticas de secuestro y extorsión en el país.
Avanzada contra el Coqui y demás bandas paraestadales
En el sector llamado la Cota 905, se instaló la banda de “El Coqui”, dirigida por Carlos Luis Revete. Los cargos en su contra datan desde 2013, por crímenes como robo, homicidio y narcotráfico.
En 2015, toma el control de la banda de “El Chavo”, tras el asesinato de su líder durante un enfrentamiento con el CICPC. La banda contaba entre 70 y 120 miembros, según investigaciones de un portal especializado en violencia, y se valió de la protección que otorgó el programa “Zonas de Paz”.
Dado el alcance organizativo, esta banda fue elegida por los grupos políticos y paramilitares transnacionales para llevar adelante acciones terroristas contra el Venezuela. Por ello, el gobierno nacional se decidió a neutralizar sus actuaciones en las barriadas caraqueñas.
Desde el pasado jueves 8 de julio, un intenso operativo militar se hizo presente en el sector de la Cota 905, el barrio El 70 del valle y el Paraíso, entre otras áreas que conectan el accionar de estos grupos.
Según el reporte oficial, participan más de 3 mil funcionarios y no culminará hasta neutralizar a todos los integrantes de la banda. Durante la incursión se detuvo a 3 paramilitares colombianos.
Retos del Estado venezolano para la paz de la nación
El éxito de las actividades contra el paramilitarismo, dependerá de asimilar que los ataques internacionales contra Venezuela no cesarán. Por ello, el Estado debe asumir el permanente de control de estas actividades y sus mutaciones futuras.
Por ello, se debe:
- Fortalecer -de manera creativa e implacable- las leyes e instituciones fronterizas. Para ello, la nueva Asamblea Nacional de Venezuela debe revisar y adaptar el marco legal. Y las instituciones fronterizas y judiciales deberán ponerse a la vanguardia en la actualización tecnológica e inversión en sistemas de seguridad
- Perseguir y neutraliza las secuelas de estas bandas dentro del territorio.
- Fortalecer la organización territorial, junto a la amorosa atención a las vulnerabilidades de nuestros barrios.
De esta manera, instituciones y pueblo podrán tener una actividad más dinámica en impedir la proliferación de estos grupos delincuenciales y garantizar la liberación de nuestro territorio de la violencia terrorista internacional.