"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La Gran Victoria Sobre El Fascismo

Discurso de Fidel (1975) durante el XXX aniversario de la derrota incondicional de la Alemania nazi

El 8 de mayo de 1945, a instancias de Stalin, se firma en Karlshorst (Berlín), la rendición incondicional de Alemania ante el mariscal Zhukov (URSS) y el subcomandante en jefe de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas, el mariscal Tedder (RU), actuando como testigos el general Spaats (EEUU) y el general Latre de Tassigny (Francia).

En un momento como el actual, en el que se tiende a olvidar el papel del Ejército Rojo en la derrota del fascismo, es conveniente releer este discurso de Fidel Castro en el que deja meridianamente claro a quién le debemos la derrota del fascismo en Europa.

Querido compañero Nikita Tolubeev, Embajador de la URSS en Cuba; queridos compañeros miembros de la delegación soviética al XXX Aniversario de la victoria sobre el fascismo;

Héroes de la Unión Soviética;

Asesores y técnicos soviéticos que desempeñan sus tareas en nuestra patria;

Queridos compañeros de la dirección del Partido y del Gobierno;

Queridos compañeros trabajadores:

Nuestro pueblo quiere rendir el tributo más profundo a esta histórica fecha.

Momento en el que el mariscal Zhukov lee el acta de rendición incondicional de los ejércitos del III Reich en Karlshorst (Berlín) el 8 de mayo de 1945. Créditos: Dominio Público

La propia Revolución nos ha enseñado a tener una valoración cabal de los acontecimientos históricos. Cuántas veces nos hemos reunido, en este mismo sitio, a recordar nuestra victoria de Girón, aquella batalla que duró tres días y que significó la muerte de más de 100 compatriotas.

 

No por su duración, ni por el número de hombres que murieron, podemos subestimar la enorme importancia de aquel hecho y los miles de vidas, los cientos de miles de vidas que se ahorraron a la patria en aquellos tres días, pues si el enemigo hubiese podido establecer una cabeza de playa firme y un gobierno contrarrevolucionario, con intervención de OEA y Estados Unidos, quién sabe cuán infinitos sacrificios habría significado para nuestro pueblo.

Pero nuestra propia experiencia sirve para dar una dimensión de lo que significó para la humanidad la victoria contra el fascismo, el aporte decisivo del pueblo soviético a esa victoria, los cuatro años de guerra y destrucción y los 20 millones de muertos para salvar a la humanidad del fascismo, para salvar a la humanidad del dominio universal del fascismo.

Podemos tener una idea de cuántos cientos de millones de vidas, cuánto horror y cuánta esclavitud, cuánto dolor y cuánto sufrimiento ahorró a la humanidad la victoria sobre el fascismo.

El fascismo surge en el mundo precisamente después de la Revolución de Octubre; el fascismo surge en el mundo como un instrumento contra el marxismo-leninismo. Fueron los países capitalistas y los países imperialistas los que crearon las condiciones para el surgimiento del fascismo en el mundo; y toda la campaña de los fascistas, desde que surgieron en Europa, se encaminaba hacia el anticomunismo, hacia el exterminio de los comunistas y hacia la destrucción de la Unión Soviética.

Una vez derrotada la primera intervención contra la Revolución de Octubre, comenzó a surgir con fuerza esta nefasta corriente política en Europa. El fascismo era la expresión más acabada del pensamiento reaccionario burgués e imperialista; y desde que Hitler salió a la palestra pública declaró sus propósitos de agredir un día a la Unión Soviética, proclamó sus doctrinas racistas y sus ideas acerca del exterminio de pueblos enteros, de la esclavización de decenas de millones de hombres y de las conquistas de nuevos territorios.

Hay que decir que toda la humanidad pagó muy caro este fenómeno político, que toda la humanidad pagó muy caro este engendro de los burgueses y del imperialismo, porque hasta los propios países capitalistas, en un momento determinado, se vieron agredidos por el fascismo.

Todos recordamos aquellos años trágicos que precedieron a la guerra; todos recordamos la política conciliacionista con el fascismo de los países capitalistas; todos recordamos el criminal reparto de Checoslovaquia, que fue desmembrada y repartida para satisfacer las ansias expansionistas del fascismo, claudicando vergonzosamente los gobiernos capitalistas frente a las exigencias de Hitler.

En el fondo, la política de aquellas potencias se encaminaba a lanzar al fascismo contra la Unión Soviética, a empujar a las hordas hitlerianas hacia la URSS.

Todos recordamos cómo comenzó en aquella época la guerra: con la invasión de Polonia, cuyo gobierno reaccionario de entonces prefirió los riesgos del aislamiento y de la agresión a la coordinación de su propia defensa con la Unión Soviética. Todos recordamos cómo, después de la invasión a Polonia, se inició la invasión a Noruega, de Holanda, de Bélgica, de Francia, de Dinamarca. Y recordamos también cómo los ejércitos de los países capitalistas se desplomaron prácticamente sin resistencia. En cuestión de días, en algunos casos, y en cuestión de semanas en otros, las naciones unas tras otras fueron derrotadas.

 

La noticia de que los tanques estaban a la retaguardia y los bombardeos aéreos, desmoralizaron totalmente a los ejércitos burgueses, que fueron incapaces de resistir la agresión hitleriana. Y cuando los fascistas tenían prácticamente dominada a Europa, con todos los recursos y la técnica de la economía europea, iniciaron en el mes de junio de 1941 el ataque cobarde y traicionero contra la Unión Soviética.

 

La Unión Soviética se había esforzado por preservar la paz, la Unión Soviética se había esforzado por reunir a todas las fuerzas antifascistas de Europa, la Unión Soviética se cansó de predicar incesantemente la necesidad de frenar el fascismo. Pero ello chocó contra la ceguera y la sordera de los dirigentes de los países capitalistas.

 

¿Qué ocurrió, en cambio, cuando se produce la invasión a la Unión Soviética? Todos sabemos la epopeya de Brest-Litovsk, de aquella fortaleza que durante semanas enteras, cuando las tropas nazis estaban ya en lo profundo de su retaguardia, resistió heroicamente, con un puñado de hombres, la embestida de una división entera.

 

¡El pueblo soviético no se desmoralizó, los soldados soviéticos no se desmoralizaron ni aun cuando los tanques y las tropas enemigas estaban a decenas de kilómetros en su retaguardia!

Los ejércitos de Hitler estaban acostumbrados a luchar contra regímenes sociales reaccionarios, contra regímenes sociales capitalistas, contra ejércitos burgueses. Y cuando se produce la agresión a la Unión Soviética, se encuentran por primera vez con un tipo de ejército diferente, con un tipo de soldado diferente, con un tipo de pueblo movido por otras motivaciones, y se encuentran desde el primer instante una resistencia encarnizada: ¡Los soldados soviéticos morían defendiendo sus posiciones! (APLAUSOS)

¡Los soldados soviéticos se negaban a rendirse, los soldados soviéticos no se dieron jamás por vencidos! Y cuando estaban cercados, una y otra vez atacaban y contraatacaban para tratar de abrirse paso. Y a pesar de los tremendos golpes que propinó la traición del enemigo en los primeros días de la guerra y en los primeros meses, en ningún instante aquel pueblo y aquel ejército se desmoralizaron.

¡El ejemplo de la Unión Soviética, y la epopeya de su Gran Guerra Patria, demuestran, en primerísimo lugar, la superioridad del sistema socialista (APLAUSOS), la fortaleza del sistema socialista y la fuerza de las ideas marxistas-leninistas! (APLAUSOS)

Las tropas nazis, acostumbradas a pasearse victoriosas por Europa, envanecidas de sus victorias, convencidas de la invencibilidad de sus tácticas de guerra relámpago, imaginaron también que la Unión Soviética se desplomaría, que Leningrado y Moscú serían tomados en cuestión de semanas, que la guerra relámpago triunfaría también allí. Y sin embargo, en todas partes encontraron una feroz resistencia. Se acercaron incluso a Leningrado, pero no pudieron tomar a la ciudad de Lenin (APLAUSOS). ¡Y el pueblo de Leningrado resistió el cerco fascista durante 900 días!

 

Si se analiza la historia de todas las guerras, será muy difícil encontrar una ciudad que haya resistido un cerco de 900 días. Morían los leningradenses de frío y de hambre, se desplomaban en las calles incesantemente bombardeadas por la artillería fascista; ¡pero los hombres y mujeres de Leningrado no se rendían! (APLAUSOS)

 

Se acercaron las tropas fascistas a Moscú con el grueso de sus fuerzas —como explicó el embajador soviético—, pero Moscú no pudo ser tomada, Moscú no se rendía, Moscú resistía, y no solo resistía sino que contraatacaba y tomaba la ofensiva (APLAUSOS).

 

Avanzaron el segundo año de guerra considerables fuerzas fascistas sobre Stalingrado, y se acercaron a Stalingrado, e incluso tomaron una parte de Stalingrado. Pero las tropas soviéticas, en unos cuantos cientos de metros entre la ciudad y el río, resistieron. ¡Y libraron allí la más grande batalla de la historia de las guerras!

 

En días recientes, precisamente el Primero de Mayo, tuvimos el honor de iniciar el desfile obrero en compañía de dos héroes soviéticos. Y entre ellos estaba el famoso sargento Pavlov (APLAUSOS), que durante 58 días, en una edificación semidestruida, con un puñado de hombres resistió a las tropas fascistas.

 

Stalingrado resistió. Stalingrado no se rindió. ¡Stalingrado inició precisamente el viraje de la guerra, aniquilando a uno de los más poderosos ejércitos de Hitler! (APLAUSOS)

 

De nuevo, en el tercer año de guerra, los fascistas trataron de tomar la iniciativa y reunieron poderosísimas fuerzas, otra vez en dirección a Moscú. Y se libra la famosa batalla del Arco de Kursk, que fue otro de los más encarnizados combates de la guerra, en que de nuevo las tropas fascistas se estrellan contra la heroica resistencia de los soldados soviéticos.

 

Y luego, cuando el ejército soviético toma la ofensiva, cuando llegó la hora de ajustar cuentas definitivamente, se inicia el avance hacia el territorio de los fascistas. Y se escriben páginas inmortales y gloriosas, en que sobresalen el heroísmo del soldado, el patriotismo del pueblo, la superioridad de la técnica y, sobre todo, la superioridad de los principios revolucionarios. Las tropas soviéticas no se detuvieron hasta el mismo corazón de la Alemania fascista, ¡hasta el mismo día que en la cúspide del Reichstag pusieron la gloriosa y victoriosa bandera del pueblo soviético! (APLAUSOS)

Estas extraordinarias hazañas se pueden tal vez enumerar en breves minutos, pero el caudal de esfuerzo, de heroísmo y sacrificio que implicaron no es fácil de medir.

¿Cómo pudo el pueblo soviético reaccionar, recuperarse de los golpes iniciales de más de 5 millones de soldados y la maquinaria bélica agresiva más poderosa que hasta entonces había conocido el mundo? ¿Cómo pudo aquel pueblo, en medio de aquel ataque, a pesar de la profundidad del avance de las tropas enemigas, a pesar de las enormes pérdidas materiales y humanas, recuperarse? Porque si grande fue la proeza de los soldados, extraordinariamente grande fue la proeza de todo el pueblo.

Ello se explica, en primer lugar, por la presencia de un partido aguerrido: el Partido de Lenin, el Partido Comunista de la Unión Soviética (APLAUSOS), organizador de la revolución, organizador de la construcción, organizador del pueblo y de las fuerzas armadas, organizador de la defensa de la patria socialista.

Suelen los hombres hablar de las grandes hazañas militares, pero junto con aquellas hazañas militares estuvieron las hazañas civiles, como fue, por ejemplo, el traslado de miles de fábricas a la retaguardia. El pueblo soviético, dirigido por el Partido, fue capaz de desarmar todas aquellas industrias que podían caer en manos del enemigo y que se necesitaban para la defensa de la patria, trasladarlas a la profunda retaguardia, y montar de nuevo aquellas fábricas en lugares donde en ocasiones no había ni una sola casa, no había una sola construcción; y echarlas a andar en cuestión de meses, ¡muchas veces en cuestión de semanas! Fábricas que tardan normalmente años en edificarse, comenzaron a producir a las pocas semanas de haber llegado a aquellos sitios las primeras máquinas.

 

¡La proeza de la economía soviética y de la población civil soviética estuvo a la altura del heroísmo de sus soldados!

En estepas cubiertas de nieve, sin calefacción alguna y muchas veces sin alimento, realizaban aquellas épicas tareas. Y es por eso que a pesar de la agresión fascista, a pesar del ataque artero, a pesar de las pérdidas iniciales, la industria soviética producía cada vez más tanques, mas aviones, más fusiles, más cañones, más parque y más suministros de guerra.

¡Qué lejos estarían de pensar los generales fascistas, cuando sus tropas se acercaban a Leningrado o a Moscú o a Stalingrado, que algún día 40 000 cañones soviéticos estarían asaltando a Berlín! (APLAUSOS) Esta fue la inmensa, la gigantesca proeza del pueblo soviético en la Gran Guerra Patria.

No seríamos justos si negáramos los sacrificios que hicieron otros pueblos.

Nosotros escuchamos con mucha atención el brillante discurso del Embajador soviético. El recordaba, uno por uno, a todos los países que dieron una importante contribución a la victoria contra el fascismo. El recordaba el movimiento clandestino, a la resistencia, a la lucha abierta en otras ocasiones, y la contribución a la victoria de todas las fuerzas que participaron en la alianza antifascista. Justo es reconocerlo.

Pero el hecho cierto es que durante muchos años se trató de disminuir el rol extraordinario que había tenido la URSS en la victoria contra el fascismo. En Occidente se escribían muchos libros, muchas historias, se escribía sobre muchas batallas exaltando su participación en la guerra; incluso en Occidente se escribió mucho sobre las supuestas proezas militares de los propios generales fascistas.

Sin embargo, el hecho cierto, histórico, incuestionable es que fueron precisamente el pueblo y el ejército soviéticos quienes llevaron el peso fundamental y decisivo en la derrota del fascismo. Fue el pueblo soviético el que pagó el precio mayor, y el que realizó el aporte fundamental a la victoria. Sin ese aporte habría sido absolutamente imposible la derrota del fascismo. No se puede comparar la participación de ningún otro país al aporte soviético.

 

En Estados Unidos, por ejemplo, ni una sola ciudad fue ocupada por el enemigo, ni una sola casa fue destruida, ni una sola industria fue desmantelada. El pueblo norteamericano no conoció directamente los horrores de la guerra. La economía norteamericana prosperaba: las ganancias de las empresas norteamericanas durante la guerra sobrepasaron los 100 000 millones de dólares.

Cuando la guerra concluye, una gran parte de la industria y de la economía soviética estaba destruida; una gran parte de la riqueza del pueblo soviético había desaparecido en aras de la victoria contra el fascismo. Cuando la guerra concluye, casi todo el oro del mundo había ido a parar a Estados Unidos.

Y cuando la humanidad esperaba ansiosa un período de paz, surgen de nuevo los peligros de guerra: de nuevo el pueblo soviético se veía amenazado, centenares de bases militares agresivas fueron construidas alrededor de la Unión Soviética.

Durante muchos años el pueblo soviético se vio obligado a iniciar en condiciones muy duras el trabajo de la reconstrucción de su país, e incesantemente amenazados por armas nucleares y equipos militares de todo tipo. Se había iniciado la tenebrosa era de la guerra fría.

Pero no habían terminado, con la victoria sobre el fascismo, los grandes servicios que el pueblo soviético había prestado ya a la humanidad. Si su contribución a la victoria sobre el fascismo fue decisiva, su contribución a evitar una nueva guerra mundial, a preservar y a consolidar la paz del mundo ha sido también decisiva.

¡Con cuánto esfuerzo, con cuánto sacrificio de nuevo los soviéticos se vieron en la necesidad de construir la economía y fortalecer sus defensas, desarrollar la ciencia y la técnica militar para poder enfrentar los mortales peligros que los amenazaban!

Y así, al cabo de pocos años, ya los imperialistas no tenían el monopolio de las armas nucleares, ya no tenían el monopolio de las armas de destrucción en masa, ya no tenían la superioridad militar que les permitía imponer sus condiciones al mundo. Y de nuevo emergía un poder, de nuevo emergía un escudo poderoso entre los imperialistas y los pueblos del mundo, entre los propulsores de la guerra y los defensores de la paz.

¿Qué habría sido del destino de la humanidad? ¿Qué habría sido para todos los pueblos del mundo? ¿Qué habría significado la ausencia de esa fuerza, de ese escudo? Si de nuevo la humanidad no conoció los horrores de una guerra mundial, ello se debe a la política de paz y al poderío de la Unión Soviética (APLAUSOS).

El derrocamiento del fascismo creó condiciones nuevas para todo el mundo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, si mirábamos los mapas de África, nos encontrábamos con que no había un solo pueblo libre en todo el continente africano; si mirábamos al continente asiático, veíamos que existían muy pocos pueblos que no estuvieran colonizados en aquel continente; si mirábamos a la América Latina, la veíamos absolutamente dominada por el imperialismo yanki. Unas pocas potencias se habían repartido el mundo, lo esclavizaban y lo explotaban.

Han pasado solo 30 años, y hoy podemos mirar, por ejemplo, los mapas de África. Y hay muy pocos, muy contados pueblos que no son todavía independientes. Decenas de nuevos países han surgido allí a la vida independiente en los últimos 30 años.

Si miramos al continente asiático, vemos que también decenas de países han arribado a la independencia nacional; si miramos a la América Latina, vemos también que los cambios se van produciendo, vemos un espíritu más independiente y más libre en los gobiernos de América Latina —al menos en una parte importante de ellos—, y vemos sobre todo a Cuba socialista (APLAUSOS).

¿Cómo habría sido posible este colosal movimiento de liberación mundial sin la Revolución de Octubre, sin la construcción de un Estado socialista poderoso, sin la victoria contra el fascismo, sin la reconstrucción de la Unión Soviética después de la guerra y su poderío técnico-militar, político y económico? ¿Qué habría ocurrido con todos los pueblos que aspiraban a ser independientes? ¿Cuántos crímenes no se habrían cometido contra ellos? ¿Cuántas invasiones, cuántas agresiones, cuánto napalm, cuántos explosivos, cuántas bombas, cuántos bombardeos habrían caído sobre ellos? ¿Es que acaso los imperialistas habrían de estar de acuerdo con la independencia de todos esos pueblos? ¿Es que acaso los imperialistas habrían de estar de acuerdo con la desaparición y el derrumbe del sistema colonial? ¿Es que los imperialistas habrían permitido la independencia de uno solo de estos pueblos? ¿Es que los imperialistas habrían ayudado a la liberación de uno solo de estos pueblos?

 

¿Sería posible concebir el mundo de hoy sin la Revolución de Octubre, la victoria heroica del pueblo soviético sobre el fascismo y el poderoso Estado socialista que hoy constituye la Unión Soviética? ¿Sería posible concebir la paz del mundo? ¿Sería posible haber impedido nuevas guerras mundiales?

En las luchas heroicas de todos los pueblos que han tenido que conquistar su independencia en estas décadas en medio de grandes sacrificios, ha estado siempre presente la solidaridad de la Unión Soviética y el campo socialista. En las luchas heroicas de los pueblos árabes por su independencia, en las luchas heroicas de los pueblos africanos, de las antiguas colonias portuguesas por su independencia, estaba presente, invariablemente, la solidaridad de la Unión Soviética y el campo socialista. En la lucha de todos los pueblos que se han levantado contra el imperialismo y por su independencia.

¿Y quiénes podemos saberlo mejor que nosotros? Nosotros, a 90 millas de Estados Unidos; nosotros, bloqueados económicamente durante casi 17 años; nosotros, a quienes se nos suprimió todos los suministros de equipos, de materias primas, y sobre todo de combustible. Nosotros, que cuando estábamos desarmados éramos incesantemente amenazados de agresiones. ¿Quién lo puede conocer mejor que nosotros que recibimos de la Unión Soviética las armas para defendernos de las agresiones (APLAUSOS), que recibimos las armas para resistir el ataque de Girón (APLAUSOS), que recibimos las armas para constituir un ejército poderoso con que defender las victorias del socialismo en nuestra patria? ¿Quién lo puede saber mejor que nosotros, que en estos 15 años hemos recibido más de 2 500 barcos cargados de petróleo? (APLAUSOS) ¡Nosotros, que en estos 15 años hemos recibido 80 millones de toneladas de petróleo soviético! (APLAUSOS) ¿Quién lo puede saber mejor que nosotros, que de la URSS hemos recibido tanta ayuda técnica, tantos créditos, tantas materias primas, tanta colaboración fraternal y generosa? ¿Quién puede saberlo mejor que nuestro pueblo? ¿Quién puede conocer mejor que nosotros el significado histórico de esta fecha?

¡Porque cuando los soviéticos luchaban y morían en Leningrado, en Moscú, en Stalingrado, en Kursk, en Berlín, estaban luchando y estaban muriendo también por nosotros! (APLAUSOS) Sus héroes son por tanto también nuestros héroes. Sus mártires son también nuestros mártires. ¡Su sangre es también nuestra sangre! (APLAUSOS)

 

¿Qué habría sido de los sacrificios inmensos de los pueblos sin la solidaridad y el apoyo de la Unión Soviética?

En días recientes hemos tenido el inmenso júbilo de presenciar esa hora histórica en que triunfa definitivamente la heroica causa del pueblo de Vietnam (APLAUSOS PROLONGADOS). Ellos, igual que nosotros, contaron con el suministro de armas modernas procedentes de la Unión Soviética. El pueblo vietnamita, igual que nosotros, en su heroica lucha, se apoyó en la solidaridad de la URSS y del campo socialista. Y cuando los últimos y crueles bombardeos de los B-52 azotaban a Vietnam, decenas de esos aviones fueron derribados por cohetes antiaéreos de fabricación soviética (APLAUSOS).

Estos son los hechos, estas son las verdades que nosotros exponemos incesantemente frente a las calumnias infames de los que tratan de disminuir el mérito, el rol y el papel del pueblo soviético en los grandes avances y en las grandes victorias que han obtenido en los últimos años los pueblos del mundo. No hay una sola causa justa en este mundo detrás de la cual no haya estado la solidaridad de la URSS y del campo socialista (APLAUSOS), ¡campo socialista que surge potente como consecuencia de la victoria que conmemoramos en el día de hoy!

Por eso la importancia de este aniversario, que dio lugar al aplastamiento del fascismo, el surgimiento del campo socialista, el desplome del sistema colonial y el surgimiento de decenas de naciones independientes. Si los imperialistas hoy día, en medio de sus crisis energéticas y de materias primas, no se lanzan con el cuchillo en la boca a repartirse de nuevo los recursos naturales del mundo; si no se lanzan con el cuchillo en la boca a castigar cualquier nacionalización; si no se lanzan a tomar físicamente esos recursos, es sencillamente porque existen la Unión Soviética y el campo socialista (APLAUSOS).

Estas son sencillamente las grandes verdades históricas que prevalecerán siempre.

Mencionábamos hace unos minutos la victoria del pueblo vietnamita como ejemplo de solidaridad, pero mencionémosla también como ejemplo del heroísmo incomparable de un pueblo. Digamos que la victoria del pueblo vietnamita constituye también una de las más grandes proezas de la historia humana, y uno de los más grandes reveses del imperialismo.

Pero la historia tiene sus ironías. La historia ha querido, irónicamente, que a los 30 años de caer Berlín, el mismo día exactamente, cayera Saigón (APLAUSOS); la historia ha querido que a los 30 años de la victoria sobre el fascismo hitleriano, 30 años exactamente, se produjera la grandiosa victoria vietnamita contra el imperialismo yanki; y la historia, irónica, ha querido que este mes de abril sea una especie de mes de los revolucionarios. Porque no solo nació Lenin en el mes de abril —y eso es más que suficiente para inmortalizar al mes de abril (APLAUSOS)—, el 30 de abril de 1945 cayó Berlín, el 19 de abril de 1961 cayó Girón, primera derrota del imperialismo en América; el 17 de abril de 1975 cayó Phnom Penh, y culmina la gloriosa victoria del heroico pueblo de Camboya (APLAUSOS); el 30 de abril cayó Saigón, y culmina la victoria de 30 años de lucha del pueblo vietnamita (APLAUSOS). Ah, y Raúl me recordaba: el 25 de abril del pasado año, la revolución en Portugal (APLAUSOS).

Esas son razones muy profundas para que festejemos con alegría, con emoción y con optimismo, este XXX Aniversario de la victoria heroica del pueblo soviético sobre el fascismo (APLAUSOS).

Marcha adelante victoriosamente la causa de la revolución y del socialismo, la causa de Marx, Engels y Lenin (APLAUSOS), la causa de Ho Chi Minh (APLAUSOS), la causa de Martí y de Maceo (APLAUSOS), de Camilo y del Che (APLAUSOS), la causa de todos los revolucionarios, la causa de los marxistas-leninistas, la causa del socialismo, la hermosa causa del comunismo. ¡Y de la extraordinaria contribución que el pueblo soviético ha dado a esta causa de la humanidad, los pueblos del mundo estarán eternamente agradecidos! (APLAUSOS)

¡Viva el mil veces glorioso pueblo soviético! (EXCLAMACIONES DE: «¡Viva!»

¡Viva la amistad eterna entre la URSS y Cuba! (EXCLAMACIONES DE: «¡Viva!»)

¡Viva el internacionalismo proletario! (EXCLAMACIONES DE: «¡Viva!»)

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

FUENTE REBELIÓN

09-05-23

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