"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Estados Unidos – ¿Frente a una crisis de la democracia?

Hoy en día, resulta algo común escuchar a los expertos que nos dicen que los EEUU se enfrentan a una crisis «sin precedentes» de la democracia.

Los liberales de la cadena MSNBC1 insisten desde hace años en que la «interferencia rusa» en las elecciones presidenciales de 2016 y 2020 constituye una amenaza existencial para la democracia y la soberanía de los Estados Unidos.

En un discurso en la Universidad George Washington en septiembre de 2020, el senador Bernie Sanders dijo sobre las elecciones presidenciales de 2020: «Esta no es sólo una elección entre Donald Trump y Joe Biden. Esta es una elección entre Donald Trump y la democracia, y la democracia tiene que ganar».

Y la principal estrategia para «salvar» a la democracia estadounidense del «fascismo», según ellos, es votar por Joe Biden y un Congreso Democrático: «azul, (color del Partido Demócrata) sin importar por quién se vota».2

Hay muchas razones para lamentar el estado de la democracia estadounidense, incluso en la forma limitada -elecciones, legislaturas, tribunales, etc.- bajo su forma actual. Pero muchos de los críticos liberales pretenden hacernos creer que la principal amenaza para la democracia estadounidense es Trump o sus prestamistas rusos.

Sin embargo, incluso si utilizamos una definición de la democracia con estándares relativamente bajos -elecciones más o menos libres y justas, donde los votantes pueden participar con pocas amenazas a su seguridad personal- sólo alrededor del 12% de la población mundial vive en «democracia plena», según el Índice de Economist intelligence unit’s (EIU) Democracy Index para el 2010. Mientras que la población que vive bajo regímenes autoritarios es tres veces superior, según la definición de la EIU.3

En 2010, los Estados Unidos ocupaban el 17º lugar en la lista de «democracias plenas». En 2020, habían bajado al puesto 25, saliendo de las filas de las «democracias plenas» para bajar a la categoría de «democracias defectuosas», detrás de las «democracias plenas» Corea del Sur, España, Portugal y Chile, países que salieron de la dictadura militar durante la última generación. [Aunque haya dudas a ese respecto si observamos la política represiva en Chile y en el Estado español].

Es cierto que Trump no es más que un aspirante a autoritario de cuarta categoría. Pero debemos igualmente preguntarnos cómo llegó a donde está ahora para revelar la verdadera crisis de la democracia de los Estados Unidos. En 2016, Trump obtuvo una victoria reñida en el Colegio Electoral mientras perdía el voto popular por más de 2 millones de votos. Fue el segundo presidente republicano de este siglo en «ganar» con menos votos que su adversario.4

La elección de Trump en 2016 fue, por quinta vez en la historia de los Estados Unidos, una elección en la que el ganador presidencial obtuvo menos votos que el perdedor.

***

Pero eso no fue un hecho casual, sino la consecuencia de un modelo que tiene su origen en los documentos fundacionales de la república en los EEUU.

La Constitución, que tanto los liberales como los conservadores veneran, no fue, en realidad, mucho más que un simple pacto entre los principales comerciantes y esclavistas de los Estados Unidos iniciales, diseñado para cimentar el dominio perpetuo de una élite.

La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América con respecto a Gran Bretaña, en 1776, utiliza un lenguaje bastante radical: «todos los hombres son creados iguales»; los «poderes justos de los gobiernos emanan del consentimiento de los gobernados»; si después de una serie de abusos y usurpaciones, dirigidos siempre a los mismos, indica la voluntad de someter [a los hombres] al despotismo absoluto, es derecho de éstos, y su deber, rechazar tal gobierno y proveer, mediante nuevas garantías, a su seguridad futura; etc. » La élite colonial utilizó este tipo de retórica para movilizar de la manera más amplia posible a la población para que se independizara de Gran Bretaña.

Pero los fundadores, en su mayoría pertenecientes al grupo de los principales comerciantes y propietarios de plantaciones, no estaban dispuestos a entregar su nuevo Estado independiente a los artesanos y agricultores. Uno de los que más consciencia de clase tenía, Alexander Hamilton (1757-1804), militar, primer secretario del Tesoro y principal redactor de los Federalist Papers, una serie de ensayos que sirven para justificar la Constitución, lo dijo de manera clara y concisa: «debe gobernar aquel que mueve los hilos del monedero».

Sin embargo, dado que la población colonial había luchado en una revolución para conseguir la independencia, los fundadores se dieron cuenta de que la democracia no podía desecharse así como así. Por lo tanto, llegaron a un sistema con una constitución que institucionalizó el papel de los ricos y «bien nacidos» para controlar las pasiones de lo que designaban muy a menudo como «la chusma». La fórmula consagrada en la Constitución era la de «Gobierno Representativo», en la que el pueblo votaría por un número limitado de representantes, pero en la que los representantes serían elegidos entre las filas de los ricos.

Hamilton lo plasmó de manera explícita en el Federalist Paper N° 35, donde argumenta que «artesanos y mecánicos» (terminología del siglo XVIII para designar a los trabajadores) estarán predispuestos a votar por los «comerciantes y por aquellos a quienes ellos les recomiendan votar» por ser su «patrón natural o amigo». Y el hecho de que el comerciante tenga que ser elegido, es suficiente para mantenerlos fieles a los intereses de la gente común.

El otro punto clave que preocupaba a los fundadores era el de asegurarse que el gobierno no ofreciera oportunidades para que la masa se uniera, amenazando así la propiedad de unos pocos. Uno de los acontecimientos que precipitó la decisión de la élite colonial de eliminar el débil gobierno original de los Artículos de la Confederación 5 y sustituirlo por un gobierno federal fuerte, tal y como se desprende de la Constitución, fue la Rebelión de Shay (de agosto de 1786 a enero de 1787), un levantamiento armado de los agricultores del oeste de Massachusetts contra la confiscación de sus propiedades para pagar las deudas del estado.

El General Henry Knox (1750-1806, primer secretario de Guerra), dijo en una carta a George Washington (1732-1799) a propósito de los rebeldes: «Su credo es que la propiedad de los Estados Unidos ha sido protegida de la confiscación por parte de Gran Bretaña a través de los esfuerzos conjuntos de todos, y por lo tanto debe ser propiedad común de todos». «Esta terrible situación ha alarmado a todos los hombres de principios y con propiedades de Nueva Inglaterra», continuó Knox. «Nuestro gobierno debe ser reforzado, cambiado o modificado para asegurar nuestras vidas y nuestras propiedades.»

Las observaciones de Knox pueden haber sido alarmistas, pero una gran parte de la convención constitucional 6 y muchos de los partidarios de los documentos federalistas se refieren a la cuestión de impedir que la mayoría imponga su voluntad. Y a juzgar por sus resultados, los fundadores de los Estados Unidos tuvieron un éxito rotundo.

Crearon un sistema en el que, inicialmente, sólo una parte del gobierno (la Cámara) era elegida directamente. Hasta hace apenas un siglo, los estados nombraban a los senadores de los EE.UU. El senado debía incluir a los principales ciudadanos del estado para controlar las pasiones de la plebe en la Cámara de Representantes. Hoy en día, los votantes estadounidenses siguen sin elegir directamente al presidente.

La estructura del gobierno fue creada para fragmentar el poder con dos cámaras (Senado y Cámara de representantes) elegidas en momentos diferentes y con duración diferente de sus mandatos. Los poderes quedan así divididos entre las localidades, los estados y el gobierno federal, divididos también entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Todo esto apuntaba, como dijo James Madison en el Federalist N°10, a protegerse, entre otras cosas, «de la fiebre por el papel moneda, por la abolición de las deudas, por una división igualitaria de la propiedad, o por cualquier otro proyecto impropio o malvado».

Lo que quizás no queda dicho con claridad es que el «proyecto impropio o malvado» clave, que en última instancia equivalió a la mayor expropiación de riqueza en la historia de los EE.UU. es la abolición de la esclavitud. Madison, por supuesto, pertenecía a la élite de Virginia, cuyo poder económico y político se basaba en la esclavitud.

***

Por esta razón, persisten aún otras características del sistema estadounidense, como el Colegio Electoral y la representación igual de los estados -sin importar el tamaño o la cantidad de habitantes- en el Senado de los EE.UU. -incluso la regulación estatal de la votación en las elecciones federales- representaban «compromisos» con el poder esclavista que ni siquiera la Guerra Civil eliminó.

El alcance de la democracia se fue ampliando gracias a las luchas de masas, las más importantes de las cuales fueron la abolición de la esclavitud, las movilizaciones por el derecho al voto de las mujeres, la lucha por el derecho a referéndum, por el referéndum revocatorio, el «recall» 7 y la elección directa de los senadores llevada adelante por los movimientos (en los años 1890 y principios del siglo XX) populista y progresista 8, así como la lucha por los derechos sindicales en los años treinta y por los derechos civiles en los años sesenta.

Sólo a través de estas luchas -la mayoría de las veces contra la clase dirigente y la gente «bien nacida»- se fue ampliando el abanico de los derechos democráticos formalmente reconocidos en los Estados Unidos, más allá de lo que pretendían los Padres fundadores. No obstante, los resultados de las elecciones presidenciales de 2000 y 2016, en las que el perdedor, según el voto popular, «ganó» las elecciones, deberían servir de advertencia sobre la estructura del gobierno de los Estados Unidos, que sigue estando sesgada, orientada contra la mayoría y hacia el conservadurismo.

James P. Cannon (1890-1974), uno de los fundadores del trotskismo estadounidense, dijo una vez que «[los socialistas] deberían reconocer que la reivindicación [por parte de los trabajadores] de derechos humanos y de garantías democráticas, ahora y en el futuro, es en sí misma de carácter progresista». La tarea de los socialistas consiste en no negar la democracia, sino en ampliarla, en profundizarla». Cannon añadía: «en los Estados Unidos, la lucha por la democracia obrera es en primer lugar una lucha de las bases para obtener el control democrático de sus propias organizaciones».

Ese es el punto más importante. Los períodos de la historia de los Estados Unidos en los que se han ampliado los derechos democráticos son aquellos en los que las masas populares se organizaron para luchar por sus propios intereses, en un proceso para «ganar el control democrático» en sus propias organizaciones, formando de esta manera a miles de personas comunes y corrientes para que se convirtieran en militantes capaces de luchar en su propio nombre.

El gran investigador de la historia popular, Howard Zinn (que fue recientemente blanco de los desvaríos de Trump) lo explicó muy bien:

«La Constitución no otorga ningún derecho a los trabajadores; ningún derecho a trabajar menos de 12 horas al día, ningún derecho a recibir un salario digno, ningún derecho sobre las condiciones de trabajo. Los trabajadores tuvieron que organizarse, ir a la huelga, desafiar la ley, los tribunales, la policía, crear un gran movimiento que consiguió finalmente la jornada de ocho horas y que causó tal conmoción que el propio Congreso se vio obligado a aprobar una ley de salario mínimo, y la Seguridad Social, y el seguro de desempleo….. Estos derechos sólo se concretizan cuando los ciudadanos se organizan, protestan, manifiestan, hacen huelga, boicotean, se rebelan y violan la ley para hacer justicia».9

Esa es la lección que nuestros movimientos deben tener siempre presente, sin importar quién vaya a sentarse en la Casa Blanca o en la Corte Suprema.

* Lance Selfa integra la redacción de International Socialism Project (ISP). Es autor de The Democrats: A Critical History (Haymarket, 2012) y editor de U.S. Politics in an Age of Uncertainty: Essays on a New Reality (Haymarket, 2017). Artículo publicado en International Socialism Project, 12-10-2020.

Notas Redacción A l´encontre

  1. MSNBC es un canal de noticias, por cable, que transmite en los Estados Unidos y Canadá. Su nombre es una combinación de MSN (un servicio de Microsoft) y NBC (nombre genérico de un canal perteneciente al grupo NBC Universal). Fue inaugurado el 15 de julio de 1996. En una mirada retrospectiva, podemos ver que en los últimos diez años, más o menos, MSNBC ha logrado establecer una identidad política. Percibido en Europa como la antítesis de la red conservadora Fox News, MSNBC es considerado como uno de los canales de cable norteamericanos más liberales (conocidos como «de izquierda» en los Estados Unidos) y como cercano al Partido Demócrata. ↩
  2. El azul es el color del Partido Demócrata y el rojo es el color del Partido Republicano. ↩
  3. El «Índice de Democracia» es establecido por la Economist Intelligence Unit (EIU). El Índice de Democracia fue creado en 2006 por la EIU, la unidad de investigaciones del grupo de prensa británico altamente neoliberal The Economist Group. El índice evalúa el nivel de democracia de 167 países, 166 de los cuales son Estados soberanos y 165 son miembros de las Naciones Unidas, según los criterios elaborados por la DIE. Los países se clasifican en cuatro categorías: la primera es la de las «democracias plenas», le siguen las «democracias imperfectas», «regímenes híbridos» y finalmente, los «regímenes autoritarios». ↩
  4. De hecho, en los tres estados clave, determinantes para el resultado final -Wisconsin, Michigan y Pennsylvania- el total de votos a favor de Trump fue sólo de 77.000, dándole una mayoría en el Colegio Electoral que elige al presidente. Así, los 77.000 votos anularon los 2 millones de votos de diferencia favorable que tenía Hillary Clinton. En 2016, los fondos de la Mercer Familly Fondation jugaron un papel importante al movilizar no sólo la red dirigida por Steve Bannon, sino también, y en particular, los datos recabados por Cambrigde Analytica, que fueron utilizados para orientar con suma precisión -sobre la base de un conjunto masivo de datos de entrecruzados- a los potenciales votantes que podrían inclinarse por Trump, especialmente en esos estados clave. ↩
  5. Los Artículos de la Confederación y Unión Perpetua (Articles of Confederation and Perpetual Union) son un documento elaborado el 15 de noviembre de 1777 por el Segundo Congreso Continental, reunión de los trece Estados fundadores de los Estados Unidos de América. Los Estados Unidos habían estado en guerra durante dos años contra Gran Bretaña por su independencia. Los artículos establecen una primera Constitución que organiza los trece Estados en una Confederación. ↩
  6. La Convención Constitucional se celebró del 25 de mayo al 17 de septiembre de 1787 en Filadelfia, Pensilvania. Al principio, estaba destinada a tratar los problemas de los Estados Unidos tras la independencia con respecto a Gran Bretaña, declarada el 4 de julio de 1776, mediante la enmienda de los Artículos de la Confederación, dio lugar a la redacción y adopción de la Constitución de los Estados Unidos que sigue vigente en la actualidad. La voluntad de muchos participantes, entre ellos el federalista James Madison (1751-1836, cuarto presidente de los Estados Unidos de 1809 a 1817) y Alexander Hamilton, fue establecer una nueva forma de gobierno en lugar de simplemente corregir la establecida por los Artículos de la Confederación. ↩
  7. Retirada: Una elección de revocación (también conocida como referéndum de revocación, petición de revocación o revocación de un representante) es un procedimiento por el cual los votantes pueden retirar a un funcionario elegido por votación directa antes de que finalice su mandato. Los revocatorios, que se inician cuando un número suficiente de votantes firma una petición, tienen una historia que se remonta a la constitución de la antigua democracia ateniense y están incluidos en varias constituciones actuales. En la democracia indirecta o representativa, los representantes del pueblo son elegidos y estos representantes gobiernan por un período de tiempo determinado. Sin embargo, donde existe la posibilidad de revocación, si se percibe que un representante no cumple debidamente sus responsabilidades, podrá ser revocado con la solicitud por escrito de un número o proporción específicos de votantes. ↩
  8. Movimiento populista: El Partido Populista ha sido durante mucho tiempo el tercer partido político más grande de los Estados Unidos. Fundado en 1876 por círculos de campesinos americanos, tuvo su hora de gloria en 1892 cuando su candidato presidencial ganó en varios estados, incluyendo Idaho, Colorado, Kansas y Nevada, así como partes de Oregón y Dakota del Norte. Ese partido cesó toda actividad en 1908. El partido abogó por el abandono del patrón oro, por la lucha contra los monopolios y la nacionalización de los ferrocarriles. Algunas de sus ideas, después de su desaparición, encontraron su camino en el Partido Socialista de América (SPA) en el New Deal de los años 30. Estas ideas se encuentran «actualizadas» en las propuestas de Bernie Sanders. Mientras que los populistas eran principalmente agricultores descontentos que reclamaban reformas radicales, los progresistas eran reformistas urbanos de clase media, incluidas las mujeres, que querían aumentar el papel del gobierno en la reforma, pero manteniendo una economía capitalista, aunque denunciaran las desigualdades sociales. ↩
  9. De ahí la importancia de abordar la cuestión de la defensa de la «democracia» no desde una perspectiva genérica, sino desde la perspectiva de la defensa de los derechos democráticos en todas sus dimensiones. ↩

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