"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Señor Hugo Chávez

Me dirijo a usted en su calidad de presidente electo representativo del sentir de una abrumadora mayoría de venezolanos. Pertenezco al grupo y a la generación de venezolano privilegiados que ha tenido la oportunidad de educarse, formar a sus hijos y alcanzar con su propio esfuerzo un nivel de vida satisfactorio.

Crecí en “democracia”.  Con una ingenuidad a prueba de balas me parecía imposible que nuestros dirigentes carecieran de un elemental sentido de equidad y justicia social. A pesar de que siempre he votado a perdedor, cada vez que se iniciaba un nuevo gobierno esperaba que fuera mejor y más consciente que el anterior, aunque lo hiciera por la subsistencia de los intereses que representaba. Pero no. Poco a poco me fui convenciendo que esto no tendría solución sino por la fuerza, pero sabía me sería difícil apoyar una salida a ese tipo por la importancia visceral que le doy a la vida.

Señor Chávez, no se puede usted imaginar lo que significa para mí (y para muchos otros como yo) el “segundo aire” que representa su abrumador triunfo democrático. Triunfo no sustentado en ningún grupo o partido sino en la canalización del descontento y las esperanzas del pueblo venezolano.

No milito en ningún partido ni soy analista política, por lo que esta carta es producto de la natural preocupación por mi país y de un impulso incontenible de “participación ciudadana”. Señor Chávez usted va a tener que estudiar el triple que los demás para poder pasar la materia.  Usted es percibido paralelamente como un exterminador o un Salvador. Y no me refiero aquí a lo que piensen los responsables de la actual situación del país ni a las aspiraciones de los oportunistas sedientos de ser gobierno para disfrutar de privilegios hasta ahora monopolio del estatus.

Por un lado están los venezolanos que se las han arreglado para no mirar nunca hacia la mayoría que lo ha apoyado,  que nunca se han sentido compatriotas de “esos otros”. Estos le niegan de entrada  la posibilidad de que usted sea representativo del país; lo consideran incapaz de ser un demócrata y menos aún de hacer un buen gobierno. Están llenos de temores y lo creen capaz de “cualquier barbaridad”.  En este grupo hay personas realmente interesadas por Venezuela que, supongo yo, si lo piensan un poco más de calma, compartirán con usted (quizás muy a su pesar) alguna de sus propuestas.

Por el otro está un inmenso grupo de personas empobrecidas que esperan que usted haga milagros y les resuelva rápidamente sus problemas. Muchos de ellos también esperan que usted castigue a todos y cada uno de los corruptos y culpables de nuestra situación.  Milagro aún mayor si se tiene en cuenta el estado de nuestro Poder Judicial.

Ambos grupos serán el jurado ante el cual tendrá que presentar el examen ya que los demás no quieren ser jurado o están planificando la toma de la escuela. Señor Chávez, no se deje raspar porque junto con usted van a raspar a Venezuela y todos sabemos lo que le pasó a Colombia cuando no dejaron presentar examen a Gaitán.

Usted ya tiene un proyecto y sabe mucho mejor que yo lo que tiene que hacer. Sin embargo como persona que nunca ha sido respetada como ciudadana me permito pedirle cuatro cosas que no implican erogación de recursos:

–           No deje que el poder se le suba la cabeza. Parece que no es nada fácil, hay cientos de libros escritos sobre ello. Lo único que se me ocurre es que cuando se vea en el espejo por la mañana se recuerde quién es y por qué está parado precisamente frente a ese espejo presidencial.

–           Una comunicación constante y sincera del gobierno con la ciudadanía manteniéndola informada de su situación, recursos y posibilidades.  Ella ubicaría en un punto más lógico y realista los miedos y las esperanzas, nos haría recuperar la autoestima como venezolanos. Y por Dios no utilice la palabra “transparencia”.

–           Ojo avizor con las personas de su entorno para que no se encuentre con sorpresa desagradable que desdibujen el perfil que lo llevó al poder.

–           Apertura frente a personas que, no habiéndolo apoyado, pueden contribuir realmente al desarrollo de un área específica. Apertura que por supuesto debe ser recíproca

Bueno señor Chávez, lo felicito por haberse matriculado por la puerta grande en una escuela tan difícil y espero que ni usted ni Venezuela tengan que esconder la boleta. Mientras tanto, le pido a los demás que nos comprometamos a avanzar responsablemente en nuestra carrera de ciudadanos.

FUENTE; El Nacional. martes 15 de diciembre DE 1999, Página A/5

 

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