iones de la Comisión de la Energía Atómica de la ONU en tal sentido. Ninguna de ellas ha revelado el menor intento de desarrollo de una sola arma nuclear. Según Thierry Meyssan, lo que investiga Irán es la producción de energía mediante fusión nuclear. Estados Unidos avanza desde 1997 un proyecto paralelo, que tras un cuarto de siglo y la inversión de 3,5 billones de dólares apenas produjo energía equivalente a un décimo de kilo de dinamita. No es como para justificar la inmolación de un país (https://www.nytimes.com/2022/12/13/science/nuclear-fusion-energy-breakthrough.html).
Pero la farsa unipolar requiere monopolio de la energía nuclear y de la potestad de exterminio. Por ello Israel (que sí tiene armas nucleares y no ha firmado el tratado contra su proliferación) añade a su tarea de exterminar Gaza la de liquidar Irán invocando imaginarias “armas de destrucción masiva”. La información cómplice repite que la agresión es contra “instalaciones nucleares”, como si se tratara de destruir arsenales de bombas, como los que sí tiene Israel, y no equipos para fines pacíficos, como los que construye Irán.
Pero una cosa es asesinar niños, mujeres y civiles desarmados y otra enfrentar a un país que ejerce el derecho a defenderse. La agresión israelí recibió una respuesta contundente. Sus superdotados servicios de inteligencia ignoraban lo que cualquier niño sabe: que a un país de 9 millones de habitantes y 22.153 km2 le es difícultoso controlar militarmente a otro de 92 millones de personas y 1.648.195 km2. Y sobre todo, desconocían qué es un proyectil hipersónico y qué le pasa a quien ataca a un país pertrechado con ellos.
Hay una sola explicación para la prepotente estrategia de Netanyahu. Es la de un hijito de papá que arma una trifulca en un bar y llama desesperado: Papi, papi, hay unos chicos malos a quienes estoy buscando pelea, ven, mátalos a todos y no olvides repartirme sus bienes. Pero papi tiene bastantes problemas propios y está quizá cansado de sacar al hijito malcriado de pleitos inoportunos que culminan en guerras desastrosas. Ganas le deben haber dado a Trump de, como a Zelensky, cobrarle a Netanyahu el colosal monto de la “ayuda” que Estados Unidos ha aportado a Israel para malquistar a Estados Unidos con todo el Medio Oriente. Esperemos con calma: todo es posible.
Preguntémonos cómo ha funcionado la multipolaridad en el presente conflicto, que es como preguntarnos si ella existe. Ni la Federación Rusa ni China ni Pakistán ni Yemen enviaron tropas o bombarderos, ni intentaron protagonizar la mediación. Exigieron en la ONU un inmediato cese al fuego, y es probable que los rusos hayan tenido que ver con el diluvio de proyectiles ultrasónicos que pulverizó el invulnerable “domo de acero” hebraico.
Irán, lejos de amedrentarse, replicó demoledoramente al asalto israelí, amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz, y atacó bases estadounidenses en Qatar y Siria. No tuvo que buscar demasiado; Estados Unidos ha cercado con bases militares y “presencias” todo el Medio Oriente: 2 en Egipto, 3 en Siria, 1 en Jordania, 2 en Irak, 5 en Kuwait, 2 en Arabia Saudita, 1 en Bahrain, 1 en Qatar, 2 en los Emiratos Árabes Unidos, 1 en Omán. Este formidable ejército de ocupación no le sirvió a Trump más que para implorar un “cese al fuego”, que Irán condicionó al inmediato cese de la agresión de Israel, el cual no tardó.
Según Ruel F. Pepa dicha tregua “es una bandera blanca que anuncia la silenciosa rendición de Estados Unidos e Israel. Señala que, tras años de escalamiento de tensiones y presión militar, el actual balance de poder en el Medio Oriente ha variado en formas que ni Estados Unidos ni Israel pueden permitirse ignorar” (Globalresearch.ca/ceasefire-not-peace-strategic-surrender/5892522?__cf_chl_tk).
No sólo la dupla Estados Unidos-Israel no puede darse el lujo de ignorar el cambio en la región cuya energía fósil mantiene funcionando el planeta. Tampoco el BRICS la OPEP, la ONU, la OTAN, el AUKUS, el ASEAN, la UE, el G-20, el G-7, ni MERCOSUR, ni UNASUR, ni la CELAC, ni el ALBA ni Venezuela pueden fingir ceguera o sordera. Todo país con coherencia interna, decidido a mantener su identidad y la propiedad social sobre sus recursos naturales, y que para ello establezca inteligentes alianzas multipolares, sobrevivirá a la agresión unipolar y vencerá a pesar de ella.
“Pero una cosa es asesinar niños, mujeres y civiles desarmados y otra enfrentar a un país que ejerce el derecho a defenderse. La agresión israelí recibió una respuesta contundente.”
Fuente: Ultimas noticias