Dicen que hace cuatro años Pedro Castillo carecía de “reconocimiento público”, claro está como acontece con todo maestro y maestra de escuela rural de esas partes del mundo que niegan el derecho a la educación de los pobres y de los campesinos.

Hoy la pregunta es ¿qué aconteció y acontece para que un candidato presidencial apoyado por un partido “izquierdista y minoritario” sea el presidente del Perú?

¿Cosas de la espada de Bolívar eso de un “no más pobres en un país rico” que catapulta una votación el 11 de abril del 18.9% a una votación que supera el 50% en las elecciones del 6 de junio?

Pedro Castillo en vez del uso intensivo de las “emocionantes” redes sociales se montó en su caballo para reafirmar la imagen del Perú que se aferra a sus esperanzas, como cualquier hombre o mujer del pueblo que demanda la convocatoria de una Asamblea Constituyente, exige revertir el control de las transnacionales sobre los recursos energéticos y mineros del pueblo peruano y no se echa pa’ tras a la hora de defender la Venezuela de Bolívar y Chávez.

Mientras la élite peruana, quizás una de las más rancias de Latinoamérica, y los operadores financieros como del Big Data se aglomeran en torno de la cantinela del fraude a la juramentada por Mario Vargas Llosa que puede desencadenar una escalada de violencia.