El contacto sostenido entre el mandatario venezolano Nicolás Maduro y el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, de cara a la reanudación de relaciones, los llevó a analizar la situación en la región fronteriza, diversos temas sobre la paz y la voluntad de trabajar en la construcción de una renovada etapa de relaciones entre ambos países.
«Hay que normalizar las relaciones (…) La frontera es mi principal preocupación, porque ahí hay una ilegalidad fuerte, muy fuerte. También hay unas posibilidades reales», dijo Petro.
Colombia y Venezuela comparten una de las fronteras más extensas de América, y probablemente la más transitada y permeada de América del Sur. Sin embargo, desde hace más de tres años el tránsito peatonal de personas entre los dos países tiene muchas restricciones y vaivenes, también por la pandemia del coronavirus. El transporte automotor está clausurado y el de mercancías casi no funciona. Tampoco hay vuelos directos entre los dos países.
Las relaciones diplomáticas están totalmente quebradas desde el 23 de febrero de 2019, cuando desde Colombia se intentó una irrupción en Venezuela para crear una cabeza de playa para los planes de desestabilización del gobierno de Nicolás Maduro y Nicolás Maduro rompió los nexos políticos y diplomáticos con Colombia, al responsabilizar a la administración de Iván Duque de apoyar las agresiones, en contubernio con EEUU y la extrema derecha venezolana.
Desde ese momento la tensión no hizo más que crecer, y se confirmó una y otra vez que el gobierno de Iván Duque amparó todos los intentos de irrupción en Venezuela. Esto además del discurso blindado de Duque contra Maduro y el empecinamiento de sostener el discurso “Guaidó Presidente-interino” incluso más allá de la voluntad de la administración Biden, que heredó de mala gana la fracasada estrategia de Donald Trump para Venezuela.
Hace poco el mismísimo secretario de Defensa de Donald Trump, Mark Esper, contó cómo se evaluó con Guaidó en la Casa Blanca el plan de armar y entrenar a venezolanos en Colombia para derrocar a Maduro.
Monómeros
Otro capítulo de la fracasada estrategia Trump-Duque-Guaidó es la situación de la empresa Monómeros Colombo Venezolanos S.A. un a petroquímica filial de PDVSA ubicada en Bararranquilla, productora de fertilizantes y fosfatos para alimentos balanceados, que fue entregada por la administración Duque l “gobierno Guaidó”, quien junto a una variopinta camarilla de su “administración” se quedó con los recursos de la empresa. Un formidable mecanismo de desfalco que también incluye en Estados Unidos a la filial petrolera CITGO.
“Ni más ni menos Monómeros, ubicada en Barranquilla y que es colombo-venezolana, con mayoría venezolana, es la que producía los fertilizantes y hoy el problema fundamental de la agricultura y el hambre son los fertilizantes. La asfixia financiera que ha sufrido esta empresa la tiene paralizada y los fertilizantes los estamos importando a tres veces el valor», denunció Petro. Todavía falta saber qué medidas concretas tomará el nuevo gobierno en Colombia sobre esta empresa, pero queda claro que reactivarla pasa por la reincorporación al juego de sus legítimos dueños.
Cambia el panorama
El triunfo de Petro abona en la dirección de los acuerdos de Venezuela y Estados Unidos que tratan sobre la morigeración de las medidas coercitivas unilaterales, las llamadas “sanciones”, a cambio de petróleo, en la medida que se despeja el obstáculo de Iván Duque, mineralizado en la vieja estrategia de derrocamiento, sin ajustarse a los términos de la nueva política que intenta adelantar Washington.
Petro sacará a Colombia del frente de países que ha venido impulsando un “cambio de gobierno” en Venezuela (muy golpeado por varios cambios de signo político de los gobierno de la región en los últimos tres años) y abrirá las fronteras, se espera que el mismo día de su toma de posesión. También dará inicio a un proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas que comenzará con la apertura de consulados, hasta llegar al intercambio de embajadores.
Mientras tanto la administración Biden prefiere negociar con Nicolás Maduro incluso la posibilidad de provisión de petróleo venezolano. Maduro ya dijo que las negociaciones avanzan lentamente, pero avanzan. La Casa Blanca ya aflojó algunas medidas coercitivas y todo indica que una nueva ronda de diálogo gobierno venezolano oposición en México está cerca.
La semana pasada estuvieron en Oslo, Noruega, el jefe de la delegación del gobierno en el diálogo y presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, y el jefe de la delegación opositora, Gerardo Blyde, en un foro sobre mediación y pacificación de conflictos organizado por la cancillería noruega.
“Saludamos la presencia en el Foro de Oslo de Jorge Rodríguez, en representación del Gobierno, y Gerardo Blyde, en representación de la delegación de la Plataforma Unitaria; esperamos que continúen los esfuerzos en el corto plazo para retomar el diálogo y la negociación en Venezuela”, escribió la cancillería noruega en Twitter.
En mayo, Blyde y Rodríguez difundieron en redes la misma foto en los jardines de la Casona Anauco Arriba, en Caracas, y comunicaron el objetivo de lograr una “pronta reactivación” del diálogo suspendido en octubre del año pasado.
Mientras tanto, corre el reloj hacia las presidenciales de 2024 en Venezuela, la oposición no tiene candidato y desde el chavismo el nombre de Nicolás Maduro para la reelección ya está sobre la mesa. La Casa Blanca ya no acaricia el derrocamiento Maduro, al menos no como único plan, y ahora tampoco lo hará el gobierno de Colombia. Todo indica que entre Washington y Caracas ha habido acuerdos sobre una serie de pasos a seguir.
En ese marco la salida de Duque y la llegada de Petro al Palacio de Nariño desactiva desactiva un foco que podía llevar, incluso, a la conclusión de falsos positivos para entorpecer el entendimiento.
La histórica llegada de Gustavo Petro y Francia Márquez a la presidencia y vicepresidencia de Colombia desactiva el único foco de conflicto en todo el continente que podía escalar hasta la guerra entre ejército regulares. Son buenas noticias no solo para el gobierno en Caracas sino para toda América Latina.