No es fácil hacer los recorridos por el campus ucevista par apreciar el abandono, menos si andamos equipados de grabadoras y cámaras fotográficas y mucho menos durante este lapso de pandemia, porque está totalmente desolada. Hay que estar ojo avizor, porque el hampa que merodea por los alrededores puede en cualquier momento, como dicen ellos, entromparte y apoderarse de todo lo que lleva encima.
Decidí partir en este recorrido desde La Plaza descubierta del Rectorado, que, por cierto, ya requiere mantenimiento, por que el material utilizado para frisarla en algunas partes presenta baches y comienza a carcomerse.
Al frente de la plaza, en el segundo piso de esa Edificación, se encuentran los locales de la Federación de Centros Universitarios, nunca esos espacios estaban desolados como ahora. Ni siquiera en vacaciones, faltaban estudiantes, siempre realizando alguna labor propagandística e incluso docente. Se perifoneaba desde un parlante que se colocaba en la platabanda frontal, las actividades del día y se voceaban consignas. Deben recordar por ejemplo, los Cursos de Reparación para Estudiantes de Bachillerato que se impulsaron desde la FCU y fueron de un gran éxito. Bueno, pero el “liderazgo” estudiantil, que hoy la preside brilla por su ausencia, no sólo en los locales sino, en todo el ámbito estudiantil. Jamás visitan un aula de clase y ahora de vez en cuando envían un Twitter, cuando reciben instrucciones de las autoridades, porque son subvencionados, y sólo declaran contra el gobierno, nunca se refieren a la grave crisis institucional de la UCV.
Al bajar las escaleras para continuar el recorrido, no encontramos que el monumento en homenaje a la llamada Masacre de Tazón (1984-sept.), durante el rectorado de Edmundo Chirinos, había desaparecido. Allí en el jardín, al lado izquierdo de las escaleras se encontraba, para recordar este hecho bochornoso, donde resultaron heridos 35 estudiantes de gravedad y otros fueron detenidos. La Guardia nacional, durante el gobierno de Jaime Lusinchi se les disparó a mansalva, a fuego cruzado a los autobuses que venían de Maracay transportando 200 estudiantes para una manifestación que se había organizado. Poco a poco va borrando la historia de la UCV. Por cierto que Edmundo, declaró en una oportunidad que daría a conocer el nombre del que autorizó la Masacre, nunca lo hizo, murió con el secreto.
De allí nos trasladamos a los Jardines, ubicados entre el Edificio del Instituto Anatómico “José Izquierdo” y el Instituto de Medicina Experimental. La misma desolación, pero un hecho más grave, la Estatua en Homenaje al Dr. Jesús María Vargas, Primer rector de la Universidad Republicana, proclamado por Simón Bolívar, Redactor de los Estatutos Republicanos junto a Bolívar, desapareció del jardín (¿Se la llevaron? ¿La trasladaron a otro lugar?). Milagrosamente, la escultura en relieve, del Dr. José Gregorio Hernández, en la entrada principal del Instituto de Medicina Experimental, permanece allí, no sé si es porque está pegada a la pared o es otro milagro que debe atribuírsele al Beato.
Pasamos al lado derecho de Medicina Experimental, frente al estacionamiento, pudimos ver, menos mal que estaba, la Placa que recuerda el Asesinato del Estudiante de Medicina, Marvin Marín Sánchez (1972-Mayo), asesinado en un allanamiento, durante el gobierno de Rafael Caldera. Marvin no estaba en ninguna manifestación, salía de clase por la parte lateral del edificio, cuando las tropas entraron en tropel y una bala asesina, acabó con su vida.
Cruzamos el Jardín, el mismo descuido de las matas, llenas de parásitas conocidas como guate de pajarito. Allí recordamos la cerca de la ignominia. Una cerca instalada luego del allanamiento de Rafael Caldera a la Universidad, que pretendió separar el campus en dos, dejando al Clínico Universitario, fuera de él. Ese adefesio de Caldera, fue lo primero que desapareció cuando nos dejaron entrar a la UCV, forcejeamos con la reja y esta se desplomó cuan larga era, excitados los estudiantes gritaban, ¡territorio liberado!. Las fuerzas policías que merodeaban por allí, discretamente hicieron oídos sordos y se retiraron.
Pasamos, de allí, hacia el Túnel que separa la UCV, del Clínico, por cierto allí funcionó una Pizzería, que también la denominaron “El Túnel”, todos los edificios por los que pasamos, muestran las huellas del tiempo, reclaman urgente un cariñito, refacciones por que el moho y la humedad, se los come.
Al cruzar el túnel, de reojo vimos al Hospital Universitario, yo dije como la canción “Ni paya voy a mirar”, ya me han contado amigos que por urgencias han tenido que ir, sobre el mal estado de sus instalaciones. Ascensores que no funcionan, baños que no se limpian, basura en las escaleras. Una verdadera lástima, porque otrora, allí se recibían pacientes de todo el país y urgencias de La Gran Caracas.
Continuamos bajando, pasamos frente al Edificio de Odontología, logramos entrar al Edificio donde Funcionaba la Escuela Técnica Industrial (Eliminada por el gobierno de Caldera), eran majestuosas las manifestaciones que allí se hacían, cuando se unía la Técnica y la UCV. Esas edificaciones fueron cedidas a la UCV, duró mucho tiempo condicionarlas y adaptarlas para la Facultad de Ciencias. Ya el pasillo central se está derrumbando y amontándose los jardines, tomamos fotos, por si acaso, y continuamos la marcha.
Recordé al salir por la talanquera que sirve de entrada hacia el Hospital, que fue precisamente allí, donde una manifestación de copeyanos, con sus brigadas armadas, por cierto encabezadas por el hoy flamante embajador nombrado por la Asamblea espuria y el autoproclamado, como representante ante la OEA, Gustavo Tarre Briceño. Intentaron entrar a la fuerza a la UCV e hirieron a varios estudiantes, entre ellos a nuestro gran amigo Alexis Adam (+), a la sazón Presidente de la FCU. Las fotos del diario el Universal sobre los hechos los delataron. Entre los que dispararon, había tiradores profesionales como Gerardo Segovia, quien aparece en la foto, acostado en suelo, con pose militar apuntando hacia los estudiantes que defendíamos las puertas de la UCV.
Ya concluíamos el recorrido y nos tropezamos a la salida, con familiares de pacientes, que van al clínico con enseres y comida para sus hospitalizados, y que son de los pocos que se atreven a entrar por la necesidad del caso, con cierta regularidad al campus ucevista. Al hablar con uno de ellos nos dijo, que ahora venía en carrito y entraba a pie, porque la última vez que vino a visitar un pariente, le forzaron las puertas del carro y le robaron sus pertenencias. Menos mal -dijo- ¡que salve el carrito!. Así amigos, están las cosas en nuestra Alma Mater, ante indiferencia de sus autoridades. Ojala- dijo yo- el relato de estos recorridos, no sean gritos contra una pared, lleguen a algún funcionario con sensibilidad y los escuche para tomar las medidas que rescaten el otrora, esplendor de las instalaciones de la UCV y el prestigio de su academia. “La indiferencia es el peso muerto de la historia” (Antonio Gramsci).