Hay exégetas del comandante Hugo Chávez, que para construir un Chávez a la medida de sus posiciones políticas con las que enfrentan al presidente Nicolás Maduro, recurren a la vieja treta de sustentarse en lecturas fragmentarias de discursos, declaraciones o documentos del Comandante Eterno; hacen lecturas instrumentales, citas para la conveniencia, textos traídos por los pelos con los que arman todo tipo de pastiche, y así se creen seguros con juicios de autoridad para demostrar que son los verdaderos portadores de la verdad del chavismo.
Esos exégetas coinciden en negar, ignorar, o desestimar que el país ha sido blanco de un feroz ataque, mediante un sistema de medidas coercitivas unilaterales, por parte del Gobierno de Estados Unidos, que lesionó gravemente la economía venezolana. Esto llama mucho la atención porque, incluso, sectores de la derecha que estuvieron abiertamente promoviendo tal política hoy hacen balances negativos de sus efectos. Pero los exégetas, trasnochados y enceguecidos, no pueden ver -o no quieren ver- en ese asedio la causa determinante de la situación económica a la que se llegó.
Extrañamente tampoco ven que el presidente Maduro ha tenido éxito enfrentando, junto al bravo pueblo, tal asedio. Desde julio de 2021 nuestro país retomó el rumbo del crecimiento económico, prácticamente sin recursos provenientes de la renta petrolera, la cual llegó a ser antes del bloqueo hasta el 95 por ciento de las divisas que ingresaban al país, y era el factor decisivo con el que se configuró nuestra economía, dependiente y rentista, por casi 100 años.
Claro que no hemos llegado todavía a dónde queremos llegar con la recuperación de la economía venezolana, la cual se viene dando mediante un esfuerzo gigantesco de todo el pueblo, después de llegar a una situación devastadora por la brutal guerra (económica, bloqueo, política, diplomática, mediática, etc.) del gobierno de los Estados Unidos contra toda nuestra nación.
Es al menos un acto de mala fe negar la recuperación del salario que se viene dando paulatinamente, la cual responde a los resultados victoriosos en el combate contra la agresión imperial. Pero es más canallesco negar que el grave deterioro del salario sea uno de los objetivos centrales de esa guerra perversa, con la que se busca doblegar al pueblo trabajador.
Las y los trabajadores venezolanos no han mordido el peine que le ha puesto la derecha (junto con sus nuevos aliados de la minúscula "izquierda trasnochada") que ahora se presenta como salvadora, porque saben que ese sector apátrida es el causante de la pulverización del salario como efecto de la agresión económica que promovió como armapolítica.
La clase obrera no caerá en la trampa de la manipulación demagógica que pretende lanzarla contra el Gobierno por mejoras salariales, porque sabe que ha sido este gobierno quien la ha protegido frente a la crueldad de la guerra económica que aún enfrenta.
¿Qué haría el comandante Chávez en la actual situación? Solo él pudiera responder esta interrogante, y es obvio que no lo puede hacer, pero no nos digan que la puede responder quienes se creen elegidos para recibir de él la buena nueva para arremeter contra el presidente Maduro.
Pero sí existe una clave que permite orientarse hacia el rumbo que hubiese tomado el comandante Chávez, y era su capacidad creadora, su audacia para romper con los mitos y con todo dogma, el saber ubicar al enemigo principal para conducirse en tan compleja confrontación.
Nadie duda que Chávez tomaría partido en un mundo que marcha aceleradamente hacia la multipolaridad, en un proceso no lineal que se realiza en bloques, aún en procesos de conformación, movidos por el rechazo a la desgastada unipolaridad estadounidense. Chávez tenía claro que aislado, en solitario, reducido a un solo país no existía posibilidad de éxito, y así se condujo siempre.
Por eso el presidente Maduro ha sido coherente con el legado del comandante Chávez: la política económica sigue buscando la independencia con crecimiento y bienestar para el pueblo, la política internacional y la nacional se conforman como un todo armónico, con claridad de objetivos, cuidando la preservación de los intereses nacionales con la conservación del poder revolucionario como garantía.
Barcelona, 09-08-10