Me deslicé a la vida un 22 de enero de 1940 y la República de La Pastora me registró como un carajito más.
Aunque nació en enero, David Nieves era un hombre de Octubre y él, rojo por dentro y por fuera, se marchó canturriando una canción de amor.
El fascismo es una vaina coño e’ madre, lo sé, lo he sentido en los golpes recibidos, en la tortura bárbara y cruel deshumanizada, que retuerce los huesos y estira los cueros. Así lo dijo de manera enfática.
Yo que brinqué los montes y espanté los tábanos. Que sentí las espinas clavadas en mis pies esquivando las balas para salvar al compañero. Con 81 a cuestas decidí marcharme en Octubre para encontrarme con Lenin, iba con su gorra proletaria de color marrón.
En La Pastora inició mi vida de barrió aderezada con salsa, cumbia y guaguancó. Mi primera tarea fue combatir al dictador y uno de sus esbirros me perforó los intestinos pero yo estaba predestinado para irme en Octubre, el mes de los rojos cuentacuentos, y nada lo detuvo.
Los montes de Falcón, de Miranda y del Oriente me santiguaron en las noches de Luna y de aguaceros mientras la columna guerrillera afinaba los fusiles. La retaguardia era mi concha natural, siempre me gustó cuidar las espaldas de la vanguardia, claro, era combatiente leal sin mancha.
Mi naturaleza terca me llevó al Parlamento pero mi rebeldía me regresó a la fábrica junto al obrero, tomar el cielo por asalto fue mi consigna y en lomos de Rocinante vi caer a más de un molino de viento, Octubre me impulsaba aproximando mi hora. Seguramente el Che lo incorporó a sus filas.
Un año apenas, mi huella está fresca como agua de manantial. Mi voz de carajito de barrio sigue arengando con la espada de Bolívar a cuestas. La revolución que soñé, logré verla y hacerla mi novia en Octubre, un día como hoy, cuando anuncié mi marcha. David, el pastoreño de Sara, el camarada amigo, el jodedor de la sonrisa de pueblo.
Caracas, Octubre 25 de 2022.