Por Franco Vielma
Sobre el comportamiento de la economía venezolana en 2023 (y II)
Durante la alocución de su Memoria y Cuenta sobre la labor presidencial de 2023, el primer mandatario nacional Nicolás Maduro Moros refirió los alcances obtenidos en materia petrolera durante dicho periodo.
El Presidente señaló que la actividad de hidrocarburos tuvo un aumento de 14%, basada en el incremento de la producción de crudo y gas en el tercer trimestre del año. Este sería uno de los hitos más importantes del año económico 2023, en especial si se considera que, siendo la principal actividad productiva de Venezuela, el rubro ha sido también el blanco primordial de las medidas de presión y bloqueo por parte del gobierno estadounidense y sus aliados.
La alusión del presidente Maduro al tercer trimestre no debe considerarse accesoria pues tiene un vínculo directo con las licencias que Estados Unidos, mediante su Departamento del Tesoro, ha emitido de manera temporal y limitada a favor de empresas extranjeras a fin de que retomen o realicen negocios de manera condicionada con la estatal venezolana Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA).
Bajo el bloqueo continuado contra el país, el gobierno venezolano ha hecho énfasis en que no existe un «levantamiento de sanciones», por el contrario, estas condiciones pseudo-legales persisten gracias a una política mediada por licencias, que se constituyen de facto en un elemento de condicionamiento y regulación de las facultades venezolanas para efectuar negocios en materia energética.
No obstante, PDVSA ha logrado instrumentarlas como factor de oportunidad frente a un contexto adverso, pero además ha construido condiciones intrínsecas para emprender su recuperación desde el acumulado negativo que el bloqueo y prácticas corruptas de gestiones anteriores han dejado sobre la industria.
En noviembre, el país produjo una media de 801 mil b/d, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un aumento de 15,5% interanual respecto al mismo mes de 2022, cuando bombeó un promedio de 693 mil b/d.
La relevancia del petróleo en la economía venezolana sigue siendo sólida, especialmente por la composición del Producto Interno Bruto (PIB), en el que ha sido responsable de más de una cuarta parte de manera histórica. Además, las actividades de hidrocarburos han representado más de un tercio de los ingresos fiscales y han implicado 90% de las exportaciones venezolanas.
Es evidente que un comportamiento favorable en ese sector tendrá un impacto directo y significativo sobre el estado general de la economía venezolana, especialmente para las finanzas del Estado, el principal proveedor de bienes y servicios en el país.
El impulso de estas actividades podría explicar en buena medida el crecimiento estimado en 5% de la economía venezolana en 2023 y sería, por defecto, sin discusiones, el principal catalizador de crecimiento para el año 2024, si el relanzamiento de la actividad se mantiene.
Factores relevantes sobre los indicadores de producción de hidrocarburos y sus derivados
El presidente de la estatal PDVSA, Pedro Rafael Tellechea, afirmó el 6 de enero que durante su gestión frente a la compañía se ha propiciado la «recuperación integral» de la industria y han aumentado las cotas de producción de crudo.
El también ministro de Petróleo indicó, en su cuenta en X —antes Twitter—, que durante su gestión ha asumido la tarea de ejecutar la estrategia del presidente Nicolás Maduro dentro de PDVSA, con el fin de recuperar la industria en un contexto «desafiante», refirió el medio financiero venezolano Banca y Negocios.
En su mensaje enumeró algunos de sus logros frente a PDVSA y aseguró que se ha «motivado» a la clase trabajadora, «mejorado el clima organizacional, saneado procesos de gestión y elevado la calidad operacional». Además, aseguró que fueron «aumentadas todas las cotas de producción» y que la empresa tuvo importantes avances en «romper el bloqueo desde adentro, con esfuerzo propio».
Este último elemento es muy destacado en la etapa actual de PDVSA, dado que refiere el reconocimiento de la condición objetiva de las medidas coercitivas contra la principal empresa pública del país. Se trata de una realidad en la que la empresa ha tenido que maniobrar de manera evasiva, tal como ha sido reportado desde diversas fuentes periodísticas y por el mismo mandatario venezolano, mediante la venta de crudo con grandes descuentos a fin de que algunas operadoras adquieran el petróleo venezolano de manera furtiva al bloqueo, en medio de riesgos.
La industria carece de importantes flujos de inversión, los cuales son vitales para aumentar la producción. Sin embargo, a mediados de 2023 PDVSA presentó un Plan de Recuperación Integral Productiva (PRIP) que contenía, entre sus puntos más relevantes, el reinicio de operaciones en pozos, campos y macollas mediante capacidades propias —inversión, equipamiento y talento humano—.
Otro de los elementos más destacados sobre parte de la labor que PDVSA ha referido en los últimos meses es el fortalecimiento de capacidades propias para afrontar las serias limitaciones de acceso a tecnologías, refacciones y equipamientos necesarios para sus actividades. La estatal ha implementado acciones sustitutivas de tecnologías, por ejemplo, en el ámbito de la producción nacional de combustibles.
Las instalaciones refinadoras venezolanas —cuya tecnología es principalmente estadounidense— están siendo transformadas mediante colaboración de aliados como Irán, quienes han ofrecido partes y equipos claves, pero que ha implicado lidiar con grandes desafíos debido a la compatibilidad tecnológica. Sin embargo, PDVSA ha acudido a prácticas como la aplicación de «ingeniería inversa» para sustituir equipos que solían ser importados desde Estados Unidos y que llegaron al país hasta 2019, cuando se produjo el secuestro ilegal sobre la filial venezolana CITGO Petroleum, la cual solía aportar equipos a Venezuela desde Norteamérica.
PDVSA ha recurrido a fortalecer su cadena de servicios industriales intrínsecos, e incluso ha hecho alianzas con empresas privadas venezolanas para que, de manera artesanal, los ingenieros metalúrgicos y metalmecánicos venezolanos fabriquen partes en el país.
Un elemento a destacar sobre la labor de la estatal en la situación actual es que la recuperación de sus actividades, o lo que es lo mismo, el alcance real del «esfuerzo propio», guarda una importante distancia del alcance de la labor de la estadounidense Chevron.
Luego de las primeras licencias estadounidenses otorgadas durante 2023 favorables a dicha trasnacional, se posicionó en la narrativa comunicacional que el repunte de actividades de hidrocarburos en Venezuela obedecía al «efecto Chevron». La verdad es que ella sigue en condición minoritaria en sus asociaciones con PDVSA en suelo venezolano, de ahí que la mayoría del capital fijo y capacidades instaladas en estos desarrollos petrolíferos no están fuera del alcance y capacidad intrínseca de la estatal, por lo que resulta muy difícil determinar dónde comienza y dónde termina la gestión real de Chevron en el país.
No obstante, las empresas mixtas de Chevron con la petrolera estatal produjeron para el mes de septiembre de 2023 el promedio de unos 135 mil b/d, de acuerdo con estimaciones independientes. Según Bloomberg, en noviembre de 2023 Chevron refrendó su meta de producción en Venezuela al mantenerla en unos 150 mil b/d.
En cifras, la producción de crudo en Venezuela, superior a los 800 mil b/d, deja de manera clara que un importante diferencial de producción de 650 mil b/d no está vinculado a la empresa estadounidense sino que es resultado de la labor unilateral de PDVSA, también mediante otras alianzas, tal como ha sido de manera tradicional en las últimas décadas.
Justamente el frente internacional es clave para el empuje de la actividad de hidrocarburos en Venezuela. El gobierno nacional ha hecho un especial énfasis en aprovechar las condiciones actuales para devolver PDVSA a su espacio internacional.
Durante 2023 ella se unió al mercado mundial de gas a través del acuerdo con la estatal National Gas Company (NGC) de Trinidad y Tobago, en sociedad con Shell. También firmó acuerdos con empresas europeas como Repsol de España, ENI de Italia y Maurel & Prom de Francia, en una política mediada por licencias, pero que en efecto implican la reinserción del país en la relación energética con Europa.
La estatal venezolana tuvo en 2023 encuentros exploratorios de negocios con la colombiana Ecopetrol y la mexicana Pemex. Con esta última se logró un acuerdo para el desarrollo de negocios conjuntos que fue firmado en Caracas en enero en curso. Asimismo logró un convenio con la boliviana YPFB, con alcance en el desarrollo de la actividad gasífera en Venezuela, dado que el país andino tiene una importante experiencia en el ramo.
El presidente de PDVSA, Pedro Rafael Tellechea, ha referido que lo importante sobre el momento actual de la estatal es precisamente la construcción y aprovechamiento de condiciones para devolverle músculo organizacional y operacional a la empresa: «Este salto cuantitativo y cualitativo sigue teniendo desafíos, pero el empeño por conquistar ese horizonte nos da fuerza y aliento». Y agregó que «PDVSA es fuerte, y lo será más en la medida en que se siga optimizando su gestión interna», tarea para la que, dijo, sus trabajadores están «alineados».
25 Ene 2024