De Trump contra el mundo a todos contra Trump
Bolton, en el capítulo nueve de In The Room Where It Happened: A White House Memoir (En la habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Blanca), aliña el plan conspirativo de Donald Trump contra Venezuela diseminando desinformación por doquier; no olvidemos que su trabajito es de inteligencia.
¿Cómo es eso que Guaido se proclama presidente interino por cuenta propia y la clase Blanca es no sabe nada de nada sobre esa jugada política? Esteban Prudencio, Director Ejecutivo del cuarto de guerra instalado en Venezuela, a cargo de modelar el discurso y la imagen del traidorcito, cuenta otra historia ¿Por cierto qué es de Prudencio? No es creíble que Bolton no se hubiese enterado de las sesiones de foto y de “las idas y venidas” que todas y todos los habitués del Hotel Lido comentan en los baños y en el lobby.
¿Cómo se le ocurre al supremacista Bolton tan lastimero relato sobre la falta de un plan b para recoger sus platos rotos por el fracaso de la operación “Ayuda humanitaria”; presentar a Uribe-Duque y al alto mando militar colombiano falto de cojones (Chávez dixit ) para un entrompe bélico con Venezuela; y dibujar a Guaido paralizado y a la deriva después de tan achicharrante fiasco?
Hay un dato del capítulo nueve, que quizás sea la clave de porque Trump, Pence y Bolton son algo así como una especie de brujos que no saben de hierbas ni de rezos. El ex asesor admite que no validaban las informaciones enviadas por Juan Guaido y su entorno íntimo.
Y para remate de tan inusitada como rara confesión, Bolton escribe que la CIA no tiene equipos de información e inteligencia en Venezuela. Si es verdad tal disparate, tiene razón el autor de la “CIA legado de cenizas”; y también la tiene, si apela a ese fake news.
Verdad o mentira (siempre en cuenta la miseria de su trabajito), el punto es un personaje de inteligencia number one que se describe estupefacto, extremadamente sorprendido por la firmeza y lealtad del alto mando de la FANB aquel 30 de abril del 2019 que derrumba la conspiración fantasiosa de los neofascistas y del primer anillo supremacista de Donald Trump.
De la lectura del capítulo nueve nos queda una percepción, más o menos aproximada, de las miserias de una fallida contrarevolución por arriba; al mismo al estilo del corte y pega de las revoluciones a colores y las guarimbas errantes de uñas cortas, financiadas y apalancadas por Obama.
El veranillo conspirativo de la Casa Blanca se llevó a Bolton y se llevará a Trump; y si los que vienen después de Noviembre persisten en la misma onda, también tendrán su revolcón.
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