En 1990 Edward Luttwak, publicaba en la revista The National Interest un artículo titulado “From Geopolitics to Geoeconomics” con este trabajo se abrió el debate sobre la relevancia de la geoeconomía. Luttwak decía: “…geoeconomía es el mejor término en el que puedo pensar para describir la mezcla de la lógica del conflicto con los métodos del comercio, el “campo de batalla” principal pasa a ser económico más que militar, las sanciones reemplazan los ataques armados y la competición entre los regímenes comerciales reemplaza a las alianzas militares…”Partiendo de la noción de Luttwak, interpreto el actual orden geoeconómico mundial como complejo y dinámico, pero al mismo tiempo frágil y debatiéndose entre fuertes confrontaciones para reafirmar su permanencia y consolidación. En primer lugar es pertinente puntualizar que la fase en la cual se encuentra el Sistema Económico Mundial, es la del capitalismo monopolista globalizado; surgido del proceso de concentración de la propiedad y de la producción a gran escala, generando en consecuencia que el conjunto de las relaciones económico-sociales quede dominado por un reducido número de grandes empresas con poder determinante en el control de la oferta de bienes de consumo, medios de producción y dinero. En este escenario no existe la competencia, las pequeñas y medianas unidades de producción son débiles ante la fortaleza de las gigantescas empresas transnacionales, la presencia y conexiones cada vez mayores de éstas en el aparato del Estado de muchos países, en los organismos internacionales, en las universidades y centros de investigación, en los medios de comunicación y en el sistema monetario y financiero global, las convierte en una elite de poder con demasiada influencia sobre el rumbo que toman los acontecimientos económicos, sociales y políticos a escala mundial. Podría decirse incluso que esta elite es el verdadero rostro del imperialismo actual. El Grupo Bildelberg, los Iluminati, el Consejo de Relaciones Exteriores, la lista Forbes del selecto grupo de milmillonarios o el listado del Financial Times con las 500 empresas con mayor capitalización bursátil publicadas anualmente son expresiones de esa compleja estructura que da forma a Estados corporativos a la medida de sus intereses. La esencia de esa dinámica acumulativa de las grandes empresas tiene su origen fundamental en la propiedad privada y la “mano invisible del mercado”. El neoliberalismo en su versión más pura y los tratados de libre comercio, subyacen en la aceleración de los procesos acumulativos de las corporaciones monopólicas transnacionales, apoyados a su vez en procesos como la privatización masiva de empresas públicas, y los subsiguientes procesos de desnacionalización, deslocalización e internacionalización, hasta derivar en la monopolización de sectores industriales o productivos enteros. Sin embargo, el avance del modelo globalista monopolizador, ha generado al propio tiempo dinámicas que se le contraponen; por ejemplo, ha llevado a la ruina a la economía estadounidense, lo cual permitió que la búsqueda de la recuperación económica se convirtiera en un objetivo político de primer orden para ese país, y por lo tanto su liderazgo actual ha venido aplicando medidas que confrontan ese modelo. Al propio tiempo, Estados Unidos decide enfrentarse a China para no perder su hegemonía e inicia una férrea guerra económica de carácter proteccionista, la cual de algún modo, genera dinámicas adversas para los intereses globales de las elites. También los pueblos han puesto de manifiesto su descontento e inconformidad con este modelo en general y el capitalista en particular, fueron muchas las protestas y manifestaciones que observamos en América Latina y países de otras regiones, en los meses previos a la pandemia y seguramente se retomarán después de la misma. Creo que la confrontación Elite contra Pueblos es un hecho objetivo e inevitable, dado que los pueblos han venido evolucionando y avanzando en consciencia. Adicionalmente, este modelo genera otros escenarios de confrontación, la crisis sanitaria inducida por la pandemia, pone en evidencia la creciente precariedad del trabajo y el riesgo de que la elite utilice esta circunstancia para ampliar su explotación sobre los trabajadores y a través de vacunas intente afectar la salud y la vida de los pueblos. Otro aspecto relevante, es la de la crisis climática que debe abordarse con otros paradigmas distintos a los imperantes, por el bien de la humanidad. Y no puedo dejar de mencionar la manipulación genética que estas elites hacen a las semillas transgénicas, con la intencionalidad perversa de monopolizar la producción de los alimentos, y por esa vía impedir que alcancemos la seguridad y soberanía alimentaria afectando también la salud de nuestros pueblos. En el marco de esta confrontación entre elite y pueblos, Venezuela surge como un actor relevante, por su dignidad y por su visión Geopolítica Bolivariana y Chavista que descansa sobre dos ideas fundamentales: hacer visibles, participativos y protagónicos a los pueblos para superar la dominación histórica, ejercida sobre ellos, por parte de las burguesías y oligarquías nacionales, de la mano de poderes imperiales. La otra es el imperativo vital de la superación del sistema neocolonial de dominación imperial y del sistema capitalista, causantes de todos los males, dada su lógica que privilegia las reglas del mercado, del capital y del poder hegemónico dominante, por encima de la vida humana y de la naturaleza Venezuela es relevante también por sus recursos y por sus nuevas alianzas con los países que emergen con fuerza para construir el nuevo orden económico mundial multipolar. Quizás la clave de su relevancia sea el modelo de sociedad que ha escogido, el socialismo bolivariano, el desarrollo a plenitud del poder popular, y su consolidación en un sistema económico comunal y un estado de igual naturaleza comunal, dejando atrás definitivamente el modelo rentista capitalista neocolonial y el Estado burgués. No es de extrañar entonces, tanto odio y tanta agresión contra nuestra patria. Representamos la antítesis de ese modelo antihumano que promueve la elite, y que tiene a su servicio las oligarquías y las cúpulas gubernamentales de muchos países, incluyendo por supuesto el gobierno y la oligarquía de los Estados Unidos. Hemos resistido y venceremos.