Chuché (1) salió a la 1 de la madrugada a coordinar todo con la UBCH que apadrina. Ana (2) lo ayudó a empujar el carro para que prendiera. Las niñas dormían pero ya tenían todo listo para que, apenas saliera el sol, las recibiera Paito (3) en su casa de amoroso abuelo cuidador.
Unas calles más allá, Tomás (4), otro abuelo, preparaba su espalda para el larguísimo día de nietos que tenía por delante. La abuela Milagros (5) y su hija Dianny (6) apuraban la madrugada porque eran testigos de mesa y no podían fallar.
También madrugaba Elena (7), a pesar de lo poco que le gusta madrugar. “Ya dormiremos mañana”, piensa la lideresa de comunidad mientras su compañero Fernando (9) monta el café.
Van llegando al centro electoral antes de que salga el sol: Gregorina siempre con un chiste en los labios (10), Trina (11), María (12), Isaura (13), Aurimar (14) y Elina (15) muertas de la risa por culpa de Gregorina y sus vainas… Julio (16) siempre ayudando, Ana que ya la contamos con el número (2). Manuel (17) y Edgar (18) cuidando muchachos mientras sus esposas, lideresas de calle, asumen su tarea.
Oscar (19) preparaba el desayuno y repasaba su 1xcalle. Tenía que llevar a votar a Zaida (20) y a su vecina (21), a la Señora Isa (22) y su hijo (23), y al suegro (24) de Gregorina, la jodedora, que ya le dimos el número (10). De regreso, le dio la cola a Jesús (25) que venía de votar.
Robert (26) parecía un avispón en su moto. Pa’rriba y pa’bajo por toda La Asunción llevando gente a votar. Me lo encontré en tantos sitios distintos ese día que me recordó aquella comiquita de Droopy, donde el perrito aparecía en todos lados diciendo “¡Hola Joe!”… Roberto multiplicado, sumando votos a montones.
Iban pasando las horas y los votos se iban contando. Cada 1xcalle se iba llenando como un cartón de bingo. Héctor (27) se reportó, lo mismo que Oswaldo (28) y su familia (29) y (30). Nestor (31) y cinco más de los suyos (32)…(36)… Chequeábamos las listas, una y otra y otra vez. (53)…(65)… Nuestra meta era grande y queríamos alcanzarla. Robert (26) seguía dando vueltas en su moto, siempre con un pasajero dispuesto a votar. (74)…(96)…
El cansancio estaba pegando. El madrugonazo sumado a la emoción, la tensión de la responsabilidad, del compromiso… Ya falta menos… Se extendió la jornada hasta las 7 p.m y ya se había acabado el termo de café. Fui a llenarlo de nuevo a mi casa. A la hora de la cena la calle olía a leña, el bloqueo en nuestras calles huele a humo, estamos votando en medio de un bloqueo, bajo la amenaza de peores castigos si seguimos insistiendo en decidir nosotros mismos nuestros destinos. Nuestros 1xcalle completos hablaban de valentía, de convicción, de compromiso…
El teléfono de Chuché (1) se quedó sin pilas apenas empezaba la jornada. Ana (2) fue a buscar a las niñas a la casa de Paíto (3). Tomás (4) se llevó a los nietos a casa. Milagros (5) y Dianny (6) se tuvieron que quedar hasta las no sé que cuántas de la noche porque la máquina de su mesa no transmitía… hasta que transmitió
Fernando (8) se fue primero, Elena (7) se quedó hasta el final, cuadrando cifras con Gregorina, Trina, María e Isaura, (10), (11), (12), y (13)… ¡logramos 187 votos en nuestro CLAP! Todo un trabajo de hormiguitas.
De 45 votos que teníamos al comienzo de la campaña en mi comunidad, levantamos 187 votos en esta dificilísima elección. No hubo leña, ni apagones, ni sequía que bloquearan nuestra voluntad.
Dos y media de la madrugada del lunes, 25 horas después de que saliera Chuché (1), anunció en CNE los resultados: el trabajo de hormiguitas venció al bloqueo: 4.310.707 chavistas irreductibles salimos a votar contra viento, bloqueo y marea. Ahora a tratar de dormir con semejante alegría en el pecho. Insomnio y sonrisa
Es una victoria enorme, hermosa, que cuenta de la determinación del chavismo, de su conciencia del momento histórico. Uno lee estos números números y son aleccionadores, porque tienen la cara de los más pobres, los “nadies” hasta que llegó Chávez, los más apaleados por el bloqueo, fueron ellos otra vez los que más votaron.
Los ardidos –de lado y lado– coinciden en que votó el pueblo bruto, que no quiso votar por ellos y sus poses, sino por el PSUV, el partido de Chávez, el del chavismo, que no es otra cosa que ese pueblo siempre negado, siempre desestimado, que se abraza y toma las riendas de su destino. Así, en aparente desorden, con guachafita, como Gregorina (10), con decisión, como Robert (26), con la convicción y la fuerza de mis compañeros del CLAP multiplicados por millones en cada rincón del país (4.310.707).
Y juntos seguiremos venciendo, porque juntos somos Chávez.