Son multiformes las tácticas del gobierno de Estados Unidos para asediar a gobiernos que no actúan según sus imposiciones globales. En particular han desarrollado una amplia capacidad para captar el descontento de sectores sociales y minar la paz social con revoluciones de colores o métodos análogos que finalizan en «golpes blandos» cuando se permite que prosperen.
En el caso reciente de Cuba pareciera que hay algo más que una revuelta de artistas e intelectuales, se detallan los hechos.
Sucesos detonados a control remoto
La noche del jueves 26 de noviembre la policía de Cuba desalojó a catorce jóvenes, de los cuales seis realizaban una huelga de hambre y un plantón desde una semana antes para exigirle al gobierno la liberación del rapero Denis Solís González, uno de los miembros del llamado Movimiento San Isidro (MSI).
Según la mediática hegemónica los servicios de redes sociales, que son el principal canal de comunicación que utilizan ese y otros grupos, fueron suspendidos de forma temporal en la isla durante la operación policial. A continuación la web Razones de Cuba indicaba que se trataba de una acción de las autoridades sanitarias cubanas para certificar la violación del protocolo de salud para los viajeros internacionales por la pandemia de covid-19.
Tal violación fue ejecutada por un ciudadano cubano con residencia mexicana llamado Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, quien luego de ingresar a Cuba por el Aeropuerto Internacional José Martí y declarar otra dirección donde se iba a alojar, decidió trasladarse a esa vivienda.
Ante su negativa de cumplir con las medidas preventivas que se aplican a personas provenientes del extranjero, la Policía Nacional Revolucionaria realizó la extracción de las personas que se encontraban en el lugar.
Una huelga de hambre (inicialmente algunos la hacían también de sed) fue mantenida por un grupo de cubanos dedicados a actividades artísticas desde el pasado 18 de noviembre en un apartamento a medio derrumbar en la parte antigua de La Habana.
Solís González, detenido el 9 de noviembre y condenado el día 11 a ocho meses de cárcel por el delito de desacato, es el miembro del MSI que fue visto en un video insultando a un funcionario policial que fue a citarlo personalmente a su residencia, luego de que se había negado a acudir a una convocatoria policial.
Ya había recibido varias multas administrativas por alteración del orden y dos advertencias oficiales por asedio al turismo. El delito de desacato está previsto en el artículo 144.1 del Código Penal. El activista, quien gritó que Trump es su presidente y que se convertía en «disidente», aceptó los cargos y no apeló.
La protesta de artistas del viernes 27 fue considerada la mayor, en contra de la revolución cubana, registrada en la isla desde 1959. Un grupo variopinto de alrededor de 300 personas, en su mayoría jóvenes, una parte de los cuales inicialmente se solidarizó con el movimiento, se reunió en las afueras del Ministerio de Cultura de la isla para manifestarse contra el desalojo forzoso de los miembros del MSI.
Una representación de los manifestantes fue admitida por las autoridades y alcanzaron una serie de acuerdos, entre ellos, abrir un canal de diálogo que incluiría una reunión con Alpidio Alonso Grau, ministro de Cultura, la siguiente semana.
Reacciones ante el reality show
Ese sábado fue citado Timothy Zúñiga-Brown, jefe de la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana a quien el gobierno cubano le expresaría su rechazo por el apoyo a miembros del MSI.
En una nota publicada en la página oficial de la Cancillería cubana se informó que el haber acudido personalmente a la vivienda de la histórica barriada habanera de San Isidro, «donde se desarrollaba un evento de provocación política y social», y llevar en su coche a varios de los activistas, son «graves violaciones» de las funciones de Zúñiga-Brown como diplomático y jefe de misión.
Agrega el comunicado que se trata de «una intromisión flagrante y desafiante en los asuntos políticos internos de Cuba y violaciones incontestables de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas». El canciller cubano le pidió al diplomático estadounidense trasladar a su gobierno la inconformidad. También expresó que: «Cuba no permite a Estados Unidos, ni a Estado alguno la injerencia en los asuntos internos del país».
El canciller cubano no solo se limitó a presentar una queja formal ante Washington, sino también acusó al gobierno imperial de financiar, orientar e incitar a grupos opositores en la isla buscando que desafíen la autoridad del gobierno, tanto por vías pacíficas como por vías violentas».
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, denunció el domingo 29 la manipulación mediática del llamado Movimiento de San Isidro, el cual calificó de «farsa», y agregó que la isla no admite «injerencias, provocaciones ni manipulaciones».
«Quienes diseñaron la farsa de San Isidro se equivocaron de país, se equivocaron de historia y se equivocaron de cuerpos armados», afirmó el mandatario a través de la red social Twitter, mientras que en otra publicación condenó la participación del Gobierno de Estados Unidos en los hechos.
«La farsa de San Isidro. No son un invento en absoluto los vínculos y sintonía del denominado Movimiento San Isidro con funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, encargados de la atención y avituallamiento de su base operacional en Cuba» agregando que «Nuestro pueblo tiene todo el valor y la moral para sostener una pelea por el corazón de Cuba” al referirse a un «grupo empeñado en lastimar» al país.
«San Isidro, un acto de reality show imperial. El espectáculo imperial para destruir nuestra identidad y volvernos a someter. Todos esos planes serán derrotados», subrayó.
El viernes 4 de diciembre el gobierno de Cuba anunció que consideraba roto el diálogo acordado con los artistas que protagonizaron la protesta en apoyo al Movimiento San Isidro (MSI). «Rompen el diálogo quienes pidieron diálogo», indica un comunicado oficial que señala que «El Ministro de Cultura no se reunirá con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de los Estados Unidos y sus funcionarios».
¿Piezas claves para el golpe blando?
Aun cuando desde hace más de medio siglo la Revolución Cubana enfrenta medidas impuestas por Estados Unidos que amenazan la salud y alimentación de la población, lo más notorio de la concentración de 300 personas es que manifestaban preocupación por la salud de los «huelguistas».
Más icónico es que el grupo «disidente» lleve el nombre de un barrio de La Habana Vieja que fue convertido en «zona de tolerancia» al que, según escribió Raúl Antonio Capote en el diario Granma, iban los marines de Estados Unidos «en busca de diversión y sexo barato antes de la revolución cubana», pero que hoy cuenta con 14 consultorios médicos, una clínica de medicina tradicional, una clínica veterinaria, tres círculos infantiles, un jardín infantil y cuatro escuelas.
Se trata de piezas clave en un rompecabezas de sanciones y sabotaje con altos niveles de financiamiento en el que los líderes se embolsillan millones mientras los operadores reciben migajas. En un video difundido en las redes sociales el propio Solís González reconoció tener vínculos con Jorge Luis Fernández Figueras, acusado por la justicia cubana por pertenecer a Lobos Solitarios, un grupo terrorista radicado en Miami. Este le habría prometido el envío de 200 dólares si cumplía con sus instrucciones. «Lo que me interesaba era el dinero», afirmó Solís.
El líder del MSI, Luis Manuel Otero Alcántara ha sido acusado de provocaciones y actos ofensivos contra la bandera cubana bajo el amparo de Mara Tekach, anterior encargada de negocios de la embajada estadounidense en La Habana. Además simpatiza abiertamente con congresistas estadounidenses que han impulsado más bloqueo en contra del pueblo de Cuba. Ha sido detenido en ocasiones anteriores, lo que ha despertado reacciones hasta del cantautor Silvio Rodríguez.
Uno de los miembros del MSI saludó a William González Cabrera en una de las transmisiones en vivo que hicieron, se trata del responsable de financiar los intentos de incendio de una cafetería, de una barbería y de una bodega, y otro integrante del grupo preguntó por acciones que se realizarían con cocteles molotov. Se dedica, junto a otros grupos de Miami, a captar mercenarios mediante las redes sociales.
El MSI ha recibido declaraciones de apoyo por parte de Michael Kozak, subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos y ferviente promotor del bloqueo y del cierre de remesas, también del senador republicano por la Florida, Marco Rubio, de conocido prontuario anticubano.
Asimismo, el inefable Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), no tardó en mostrar su apoyo a esta nueva campaña de supremacismo y extremismo de la derecha hemisférica.
El periodista Iroel Sánchez ha reseñado que, en febrero de 2005 mientras esperaba una recepción con el entonces presidente estadounidense George W. Bush, el líder de OTPOR, Ivan Markovik, manifestó la intención de gestar en Cuba una revolución de colores.
Además Sánchez recordó que en 2011 la organización Wikileaks reveló dos cables secretos de la entonces Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba que prueban que los intentos del gobierno estadounidense por provocar una revolución de colores en la isla, incidiendo sobre jóvenes artistas y estudiantes universitarios.
Un cable, fechado en noviembre de 2006 hace referencia a grupos juveniles a quienes se les reunió para hablar respecto a «el papel de los jóvenes del grupo OTPOR (‘Resistencia’) en precipitar el cambio, a través de reuniones, movlizaciones y sarcasmo».
Otro, fechado en abril de 2015, se enfoca la tensión entre las «organizaciones disidentes tradicionales» y las generaciones jóvenes conformadas por «blogueros, músicos, y los artistas escénicos y plásticos no pertenecen a organizaciones identificables».
Sanciones, desinformación y sabotaje como circuito del terror
Otra de las «reivindicaciones» exigidas por el MSI es la eliminación de las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), se trata de establecimientos comerciales cuyo objetivo es captar las divisas circulantes en la ciudadanía debido al impacto económico del covid-19 y, aun más, a causa de las medidas coercitivas unilaterales instrumentadas por Estados Unidos que se han intensificado desde 2019. En particular las que provocaron el cierre de más de 400 agencias receptoras de remesas en divisas.
Curiosamente, a quienes hacen esta exigencia les fueron comprados alimentos desde el extranjero en dichas tiendas a través de una plataforma online mientras supuestamente hacían huelga de hambre y sed.
Los ataques a dichas tiendas son alentados y mostrados como trofeos por la prensa mayamera, cuyo interés es ahondar el malestar causado por el bloqueo que estimulan, mientras por otro lado han catalogado a las tiendas en MLC como un “apartheid económico” o nuevo Periodo Especial.
Cuba y Estados Unidos volvieron a tener una relación complicada después de que fuera electo Donald Trump. Se trata de una de las etapas más tensas tras la distensión protagonizada por los expresidentes Barack Obama y Raúl Castro entre 2014 y 2016, etapa conocida como el «deshielo», que motivó la reapertura de embajadas.
Desde 2019 la administración Trump ha endurecido el embargo que Estados Unidos mantiene desde 1962 y ha aumentado las presiones a La Habana con nuevas sanciones debido a la cooperación del Gobierno cubano con el del presidente venezolano Nicolás Maduro.
Trump decidió cerrar su Consulado en la isla y ordenó la salida de la mayoría del personal de su embajada en el marco de rumores sobre supuestos «ataques biológicos» a su sede en La Habana. Hoy dicha sede funciona bajo el mando de un encargado de negocios debido a que el Congreso estadounidense aún no ha designado embajador, mientras Cuba sí mantiene un embajador en Washington.
El gobierno liderado por el magnate también ha expulsado a diplomáticos cubanos de su territorio y ha emitido alertas de viaje a Cuba por supuesta peligrosidad, además de prohibir el atraque de embarcaciones estadounidenses en costas cubanas y limitar los vuelos desde ese país solo al aeropuerto de La Habana.
Estados Unidos recrudeció aún más el bloqueo impuesto a Cuba en el segundo trimestre del año 2019 aplicando agresiones como el título III de la Ley Helms Burton, la persecución financiera a los bancos, las medidas para evitar la entrada de combustible a la Isla, la suspensión de los viajes aéreos y marítimos provenientes de ese país norteño y el ataque a las misiones médicas cubanas.
En septiembre pasado el magnate saliente de la Casa Blanca anunció perjudiciales sanciones contra Cuba como la prohibición de a los estadounidenses que utilicen más de 400 hoteles propiedad del Gobierno, en ese momento anunció también que buscaba restringir aún más las importaciones de alcohol y tabaco cubanos.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, rechazó el uso de la violencia y el terrorismo financiado desde territorio de Estados Unidos contra su país, ello a propósito de un reporte televisivo que presentó evidencias fílmicas de la incitación a actos de sabotaje y subversión en la isla desde territorio estadounidense a cambio de dinero y promesas de emigrar.
El audiovisual mostró las declaraciones de varios ciudadanos cubanos, con instrucciones y recursos monetarios de personas y organizaciones radicadas en el sur de la Florida (Estados Unidos), para provocar incendios en instalaciones comerciales y de servicios de La Habana (capital de Cuba).
Otros objetivos como vehículos, consultas médicas, centros educacionales y locales de computación formaban parte de los actos vandálicos. Uno de los autores acopió información acerca del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), que luego entregó a quienes lo contactaron. Esa información permitiría organizar más tarde ataques al SEN, al tiempo que se transmitirían noticias falsas, con el fin de crear descontento e irritación.
Uno de los eventos terroristas que logró materializarse fue el descarrilamiento de un tren de carga procedente de la terminal de contenedores de Mariel, enclave de una de las más importantes inversiones del país. La investigación del hecho, ocurrido en mayo de 2019, permitió detener a los cuatro autores, quienes confirmaron la incitación, organización y financiamiento desde la Florida.
¿Cuál es la lucha? ¿Ser el estado 51?
Es conocido que el fervor de Trump por imponer sanciones a Cuba proviene de su interés en captar la mayor cantidad posible de votos de parte de la «diáspora» cubana instalada en el estado de Florida. Una encuesta de NBC News reveló que alrededor del 55% del voto cubanoamericano de dicho estado fue a Trump, mientras que el 30% de los puertorriqueños y el 48% de “otros latinos” lo respaldaron.
Su apoyo en Miami-Dade, pasó 333 mil 999 votos en 2016 a unos 529 mil votos este año, tal ascenso también pudo influir en votaciones como las de dos demócratas de la Cámara de Representantes del sur de Florida que perdieron contra sus los retadores republicanos: la representante Debbie Mucarsel-Powell, la primera miembro del Congreso nacida en Sudamérica, por detrás de Carlos Giménez, anterior alcalde del condado de Miami-Dade, y la representante Donna Shalala, superada por la presentadora y comentarista de televisión María Elvira Salazar.
La comunidad cubana es la mayor entre los votantes latinos en Miami-Dade, y también tienen una fuerte tasa de participación, con un 58%, en comparación con otros grupos. Obama ganó el voto cubano en 2012, pero este año estaba claro que la marea había cambiado cuando el gobernador republicano Ron DeSantis, un aliado de Trump, obtuvo el 66% del voto cubano-estadounidense.
Sin embargo, hasta ahora se desconoce quién es el ganador de las elecciones estadounidenses, según las proyecciones el magnate es el virtual perdedor, agredir a Cuba no fue suficiente, aun cuando su partido haya avanzado entre la comunidad cubanoamericana, cuyos líderes no dudarían en anexar la isla a la Unión Americana si llegaran a tomar el poder, como lo muestra una emblemática camioneta fotografiada en Miami.
Terrorismo, sanciones asfixiantes, desinformación continua y la posibilidad de que muchas medidas contra Cuba sean difíciles de revertir en una eventual administración Biden, dejan interrogantes: ¿Son estos intentos de revolución de color parte de los estertores del estilo Trump de atacar a Cuba? ¿Se trata de un golpe (no tan blando) en proceso que le deja a Biden para que pierda popularidad si decide bajar la marcha?