Si creemos a nuestros buenos medios internacionales, Estados Unidos ya está volviendo a la “normalidad” y -evidentemente- Donald Trump ya es cosa del pasado. En definitiva, un simple paréntesis, o más bien, un contratiempo condenado al olvido y a no dejar huellas en la historia de “la mayor democracia del mundo”. Entonces, lo más normal es que nuestros medios pierdan el interés por este personaje que, además, “vive sus últimos días en la Casa Blanca” y cuyas actividades no presentan ningún interés y por tanto… son ignoradas.
Nada más falaz que esta visión casi idílica del presente traspaso de poder estadounidense, porque no tiene nada que ver con la terrible realidad cotidiana de ese país. En efecto, ¿cómo nuestros medios internacionales osan hablar de “vuelta a la normalidad” en EE.UU. cuando sabemos que Trump acaba de añadir 11 millones de votos más (!) a su resultado electoral de 2016? ¿Y además, cuando el 72% de sus electores creen firmemente que las elecciones del 3 de noviembre han sido amañadas y el 62% de ellos animan a Trump a no reconocer la victoria de Biden? ¿cómo estos medios quieren hacernos creer que Trump no era más que un desafortunado “paréntesis”, cuando los sondeos que esos mismos medios publican -sin comentarlos- nos dicen que hay 52 millones de fanáticos de Trump que le consideran el vencedor de las elecciones presidenciales, la gran mayoría de los cuales se declaran “dispuestos a dar su vida” para verle seguir ocupando la Casa Blanca?
Y además, ¿cómo los mismos medios pueden pretender que la suerte de Trump sea definitivamente resuelta y sus actividades carezcan de importancia (y en consecuencia, no sean dignas de ser cubiertas por la prensa) cuando el mismo Trump continúa, día tras día, inventando maniobras golpistas “legales” y menos legales para seguir aferrado al poder? ¿cómo entonces justificar el hecho de que las “actividades” de Trump como por ejemplo la prueba -hace algunos días en el Despacho Oval de la Casa Blanca- por él y sus consejeros de la eventualidad de instaurar la… ley marcial (!) sea presentada como una simple… “extravagancia” o -peor- sea censurada y silenciada, en lugar de ocupar grandes titulares en los medios y poner en alerta a las cancillerías de todo el mundo? (1) En definitiva, ¿cómo justificar la muy peligrosa banalización de esas agresiones caracterizadas y repetidas contra los fundamentos de la democracia cuando los medios, y sobre todo las élites políticas del país, no las toman en serio y se limitan a calificarlas sistemáticamente… como antojos o caprichos de un personaje bufonesco?
Se nos contestará que lo que Trump piensa y hace ya no tiene la mayor importancia, dado que ya no tiene los medios para materializar sus planes antidemocráticos. Manifiestamente, el argumento es de peso. Pero, ¿qué decir de lo que piensan y hacen los dirigentes del Partido Republicano y las decenas de millones de seguidores decididos y fanatizados de Trump? ¿cómo, por ejemplo, justificar el hecho de que los medios internacionales impongan sistemáticamente un “black out” total a las informaciones de importancia capital sobre lo que pasa en las profundidades de la sociedad americana? ¿cómo, por ejemplo, todas esas informaciones de los últimos días sobre la tentación creciente de los republicanos y de los estados federales gobernados por ellos de… secesión y de separarse de EE.UU. en caso de que Joe Biden se convierta en presidente del país?
¿Simples rumores fantasiosos? En absoluto, cuando sabemos que por ejemplo el presidente del Partido Republicano de Texas, Allen West, se ha unido a otros electos de su partido proponiendo la secesión de los Estados Unidos, lanzando la idea de una “nueva unión de Estados que comparten los mismos valores”. ¿Simple punto de vista de algunos dirigentes iluminados? En absoluto, cuando sabemos que según un muy reciente sondeo, ¡el 53% de los Republicanos Texanos se declaran a favor de la secesión de su (gran) Estado federal si Biden se convierte en presidente de los Estados Unidos! (2)
Seamos claros: Ni la instauración de la ley marcial ni la secesión de los estados republicanos tendrían la posibilidad de realizarse en las condiciones actuales. Sin embargo, sería no solo irresponsable, sino sobre todo criminal no tener en cuenta y no prepararse para afrontar esas “tentaciones” de Trump y de su gente. ¿Por qué? Pues porque la única certeza que podemos tener en los tiempos que corren es… que no hay ninguna certeza. Y además, porque a partir de ahora todo puede pasar en un país como los Estados Unidos de hoy en día, atravesados por una crisis histórica de su bipartidismo y de sus instituciones, preso de una serie de crisis sanitaria, económica, social, política y moral devastadoras, y cuya sociedad está dividida, polarizada y radicalizada como nunca antes.
Evidentemente, no sorprende en absoluto que todos ellos, medios internacionales incluidos, quienes durante los cuatro últimos años han hecho de todo por proteger a Trump renunciando a informar a la opinión pública sobre sus innumerables antojos y otras derivas antidemocráticas, racistas, autoritarias, misóginas y fascistas, prediquen ahora la tranquilidad en lugar de dar la voz de alarma. Exactamente como sus ancestros de entreguerras cerraban los ojos ante la catástrofe anunciada y practicaban la tristemente célebre política de apaciguamiento hacia Hitler. No hay ninguna duda de que en ambos casos, esta extraordinaria… discreción servía y sigue sirviendo al mismo objetivo: Evitar lavar en público la ropa sucia de las élites en el poder e impedir a los de abajo perturbar el festín de los de arriba…
Así que, circulen, no hay nada más que ver. O como decía el primer ministro inglés Chamberlain a su vuelta de Munich, donde había firmado, junto a su homólogo francés Daladier, los tan tristemente célebres Acuerdos de Munich que daban carta blanca a Hitler: “Mis buenos amigos,… volved a casa y que tengáis un sueño apacible” (Go home and get a nice quite sleep”). Y peor para los que siguen alertando -desgraciadamente, en vano- a las izquierdas europeas, advirtiéndoles del peligro mortal que sigue y seguirá representando Donald Trump. Ese mismo Trump que un veterano manifiestamente de izquierdas y libertario llamado Noam Chomsky no duda en calificar -con razón- como “el más peligroso criminal de la historia humana”.
Notas:
1. Bien reveladora de la “discreción” con la que los medios tratan las peores provocaciones antidemocráticas y golpistas de Trump es la manera, cuando menos “curiosa” y atípica, elegida por The New York Times para presentar la noticia de esta reunión (al parecer tormentosa) en el Despacho Oval. Este gran periódico americano ha preferido no insistir demasiado en lo que era su propia gran exclusiva periodística: Su artículo relatando esta reunión en la Casa Blanca era minúsculo y estaba perdido abajo en la primera página mientras que su titular no revelaba en absoluto que Trump y sus consejeros habían analizado la oportunidad de instaurar… ¡la “Ley Marcial”!
2. Nótese que el presente resurgimiento de las tentaciones secesionistas por parte de los Republicanos sigue a las de ciertos Demócratas en los peores momentos del reinado de Trump. En abril de 2020, ya insistimos precisamente en el caso específico de California (ver nuestro artículo “¡Trump el pirómano ya está manos a la obra incendiando lo poco que queda de la democracia americana!”: https://www.cadtm.org/Trump-le-pyromane-deja-a-l-oeuvre-incendiant-le-peu-qreste-de-la-democratie ), mientras se reforzaban las tendencias secesionistas. Un reciente artículo de ‘Los Angeles Times’ relatando las tomas de posición secesionistas de los Republicanos Tejanos nos informa además que las tentaciones secesionistas siguen ganando terreno entre los Demócratas californianos…