Ni ciegos ni sordos, son prepotentes que ignoran la condena del mundo. Esa es la única respuesta a quienes preguntan cómo es posible que los gobiernos de Estados Unidos desprecien abiertamente 29 votaciones de la Asamblea General de Naciones Unidas que exigen el fin del genocida bloqueo a Cuba.
Los cubanos con 59 años o menos carecen de recuerdos de su país antes del férreo bloqueo económico, comercial, financiero y tecnológico impuesto por Estados Unidos mediante Orden Ejecutiva Presidencial un 3 de febrero de 1962. Han pasado ya 12 presidentes por la Casa Blanca y Cuba sigue resistiendo.
Este bloqueo, llamado eufemísticamente «embargo» por los ocupantes de la Oficina Oval, tiene ya un lugar en los récord Guinness, al postularse sin discusión como el genocidio más prolongado en el mundo contra un pueblo por la única razón de no someterse a los dictados de Washington.
Las cifras de daños económicos son abrumadoras, tanto que posiblemente ningún otro país del orbe hubiera podido sobrevivir a una guerra económica de intensidad creciente mediante un entramado de «sanciones» que, en realidad son ataques despiadados contra un pueblo para asfixiarlo con escases de todo tipo e intentar promover una rebelión contra el Gobierno revolucionario.
«Desde abril de 2019 hasta diciembre de 2020, el bloqueo produjo daños por 9 157 millones de dólares a precios corrientes». «En el último quinquenio, las pérdidas ocasionadas por este concepto fueron superiores a los 17 000 millones de dólares. Los daños acumulados en seis décadas alcanzan 147 853 millones de dólares, a precios corrientes, y al valor del oro, un billón 377 000 millones», denunció el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla.
Podemos imaginar cómo habría avanzado económicamente Cuba si hubiera podido invertir esos multimillonarios fondos, perdidos en más de medio siglo por el bloqueo. A muchos resulta difícil entender cómo un pequeño país bloqueado, sin poder adquirir nada a crédito, con los principales mercados cerrados para sus exportaciones e importaciones y con muy fuertes presiones para impedir inversiones extranjeras, haya podido sobrevivir.
Tampoco entenderían el hecho de que Washington confisca, ilegalmente, cualquier envío de medicamentos o insumos médicos para combatir la pandemia de cualquier empresa en el mundo si son exportados a Cuba.
Mucho menos entenderán esas personas cómo este pequeño país ha enfrentado la pandemia de COVID-19 con un sistema de Salud en el que nadie ha quedado sin atención médica, y cuyos científicos, con capacidad y esfuerzo patriótico, han creado cinco candidatos vacunales contra la COVID-19.
El diabólico aprovechamiento de la pandemia mundial para aplicar 243 medidas de recrudecimiento del bloqueo por el Gobierno de Donald Trump, incluyó acciones de guerra para impedir que llegara una gota de combustible a Cuba, perseguir las transacciones financieras, incautarlas y aplicar millonarias multas extraterritoriales a bancos extranjeros, que aceptaron canalizar operaciones de la Isla, drásticas medidas para impedir las remesas, el turismo y los viajes familiares a Cuba de cubanos residentes en Estados Unidos.
Por todo esto y mucho más, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Diaz-Canel Bermúdez, afirmó: «nos tiraron a matar, pero estamos vivos», y el apoyo de 184 países del mundo con su voto contra el bloqueo este 23 de junio ratificó la condena moral al mayor acto de genocidio contra un pueblo que recoge la historia.
Es cierto que ese voto casi unánime de la comunidad internacional no es vinculante y no obliga al gobierno de Estados Unidos a derogar el entramado legal elaborado en casi seis décadas que sustenta el bloqueo. Pero también es cierto que el pueblo cubano aprendió a resistir, a no aceptar condicionamientos absurdos de Estados Unidos o de terceros países, pues los llamados derechos humanos se respetan en Cuba desde el 1ro. de enero de 1959.
Llama la atención que el único país que siempre acompaña a Estados Unidos en su voto a favor del bloqueo es Israel, usurpador de los derechos del pueblo palestino, al cual masacra impunemente con bombas estadounidenses. También resalta que entre las tres abstenciones figura el gobierno de Colombia, país donde los asesinatos de líderes comunitarios, el irrespeto a los acuerdos de paz y la brutal represión a las manifestaciones populares han sido condenados hasta por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Otra de las abstenciones es el gobierno de Brasil, causante de cientos de miles de muertes por la falta de atención sanitaria a su población durante la pandemia, y cuyo presidente enfrenta acusaciones y pedidos de destitución en el Congreso por su cuestionada gestión.
Ucrania es el tercer voto de abstención. ¿Se habrá olvidado que tras el accidente nuclear de Chernóbil fue Cuba la que recibió a cientos de miles de sus niños y jóvenes afectados de radiaciones para curarlos en nuestra bloqueada Isla?.
El respaldo moral de esta 29 votación en Naciones Unidas y la reiterada condena al bloqueo económico fue recibido con alegría por el pueblo cubano, que no acepta otra cosa que el cese incondicional de esa guerra económica y que nos dejen en paz para construir, soberanamente, el futuro promisorio que nos merecemos.