El domingo 21N en la noche el Consejo Nacional Electoral (CNE) emitió el primer boletín de las megaelecciones en las que más de 3 mil cargos estaban en disputa. El dato que desencajó a la oposición nuevamente fue que el chavismo ganara en 20 de las 23 gobernaciones, así como la principal alcaldía del país, la del Municipio Libertador en Caracas.
Lo que ha venido sucediendo desde entonces es más o menos la proyección del duelo por parte de la oposición. La etapa de negación en la que se encuentran ha hecho que incurran en el habitual «qué tal si hubiéramos hecho esto», que en este caso tiene que ver concretamente con pensar en otros resultados en caso de la oposición hubiese ido unida a la contienda electoral, algo que no parece estar en el panorama y que solo depende de los factores que adversan al gobierno.
Al estado de negación se agrega el hecho de que aún muchos se preguntan cómo es que el chavismo sigue siendo la mayor fuerza política del país. En el fondo, lo que han tratado de hacer es quitar mérito a la gran victoria de las fuerzas chavistas.
Pero también hay una doble intencionalidad en todo ese intento de imponer una narrativa. Por una parte los operadores políticos opositores buscan fungir como puntos de sutura entre la oposición fragmentada para vender la esperanza de que si se unen pueden derrotar al chavismo en un futuro y, por otra, tratan usar de los datos históricos de la participación chavista en elecciones para «demostrar» una supuesta pérdida sostenida de fuerza en el tiempo.
Eso es lo que ha venido haciendo en redes sociales el periodista y analista político Eugenio Martínez, una suerte de rector sentimental wannabe del Consejo Nacional Electoral que usa el conocimiento sobre el sistema electoral venezolano para tratar de imponer su falacia de autoridad.
Recientemente, Martínez publicó unas tablas donde expone la evolución del voto en los últimos años y hace énfasis en la participación chavista. En las gráficas muestra «La caída a partir de las regionales 2017 es evidente. Este ejercicio es más complicado con la oposición, porque puede ser un error sumar todo lo que no sea PSUV en 2021 como oposición».
Los datos ofrecidos por este analista opositor convenientemente soslayan otros eventos electorales importantes; por ejemplo, los comicios para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, en 2017, en el que participaron 8 millones 89 mil 320 electores y electoras. Dada la importancia de esas elecciones, debido al ciclo de violencia impulsado por factores internos y externos, ¿por qué no fueron tomados en cuenta?
Que más de 8 millones de venezolanos participaran en una elecciones caracterizada por asedio a centros de votación, linchamientos, persecuciones a quienes tuvieran intensiones de votar, entre otros, no es un dato menor.
Otro dato fundamental que no toma en cuenta son las elecciones parlamentarias de 2005, recordadas porque la oposición, sabiéndose derrotada luego de desmontar la agenda golpista de los tres años anteriores y esperando (con su ausencia) quitarle legitimidad al Poder Legislativo que se instalaba a partir de ese entonces, se retiró de esa contienda. En esa oportunidad participaron 3 millones 604 mil 741 votantes de los 14 millones 272 mil 964 inscritos en el Registro Electoral, un equivalente al 25.26%.
Como se puede notar en los datos expuestos hasta ahora, hay comicios con peor ausentismo que en los últimos que se han llevado a cabo en el país, tendencia narrativa que parece estar orientada a mellar la confianza en las instituciones venezolanas por un lado y diseminar la narrativa de «fracaso chavista» en las últimas elecciones.
De todos estos datos expuestos hasta ahora cabe destacar que la marcada inclinación a la abstención está condicionada, también, por la ausencia de la oposición en las elecciones, pues al no haber contraparte la tendencia es a no participar por falta de motivación y competencia, aun cuando exista un reconocido «voto duro» por parte del chavismo.
Contraria a la tendencia del chavismo, el analista también expone la evolución del voto opositor. «2021 presenta un dilema importante: ¿Se considera solo a la MUD o a todos los partidos que estuvieron en contra del PSUV y del GPP? Se vuelve a advertir que 4 MM de electores inscritos en Vzla están fuera del país», esta advertencia tendenciosa apunta a señalar que es posible ganarle al chavismo en una futuras elecciones. Eso sí, y acá vamos de nuevo, solo en caso de que logren un consenso entre todas las oposiciones.
Si no se toma en cuenta el contexto del que venimos, que incluye un ciclo de violencia y la despolitización y desmovilización de un sector de la oposición debido a su dirigencia fragmentada, cualquier análisis sobre el número de votantes en las pasadas elecciones del domingo 21 de noviembre queda sin sustancia.
Un retrato completo de estas elecciones necesariamente implica entender que estuvieron antecedidas por un contexto de gran polarización política, así como posiciones golpistas y criminales lideradas por partidos de la derecha, organizaciones que vuelven al cause de la democracia gracias a los diálogos impulsados por el gobierno para buscar una salida a la crisis política.
A ese cuadro complejo hay que agregarle el asedio imperial que ha vivido el país en los últimos años. El bloqueo económico tiene un impacto en lo social y, por ende, también en lo electoral. Sin embargo, no se puede desestimar que participó más del 40% del registro electoral, tomando en cuenta que la participación en este tipo de elecciones suele ser bastante baja.
Sobre la hipotética unión entre todas las oposiciones de cara a unas próximas elecciones queda preguntarse si es posible o no que ocurra. Que existan distintas oposiciones al gobierno de Maduro no es un indicativo de que tengan agendas comunes. Esto se vio reflejado desde que, en 2020, ocurrió la escisión en el Poder Legislativo con la llamada «rebelión de los suplentes». Mientras unos continuaron la agenda golpista y de saqueo a la República otros siguieron siendo opositores al gobierno, pero buscaron una salida de la crisis a través del diálogo.
Desde que el CNE emitió los resultados de las megaelecciones, los operadores políticos de la oposición han tratado de imponer la narrativa de que existe la posibilidad de que la oposición logre un consenso. En todo caso, lo que buscan es proyectar, como siempre, que el chavismo está en la víspera de su derrota.