"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Evo Morales asegura que Estados Unidos «ya no tiene hegemonía» en la región

Por Guido Vassallo y Mercedes López San Miguel

– ¿Qué significa este regreso a la Argentina?

– Es como volver a casa, tengo tantos recuerdos y tanto cariño del pueblo argentino. En el año 94 o 95 estaba empezando como dirigente sindical y me invitaron a dar una charla sobre coca y soberanía. Cuando entré empezaron a gritar: «Olé, olé, olé, olé, Evo, Evo». ¡Yo me asusté, me puse nervioso! Va pasando el tiempo y ese grito me gusta. Mi primera escuela fue en Calilegua, en Jujuy, y regresé ya como dirigente, diputado, presidente y finalmente como asilado político. Somos una gran familia. Países vecinos, con la misma historia de liberación, de fundación de las repúblicas. Aquí en Argentina es más reconocida Juana Azurduy y en Bolivia poco, lamentablemente, pero es nuestra heroína. Toda esa lucha nos une. Después de que regresé a Bolivia esto es un encuentro con amigos, hermanos y compañeros.

– ¿Cómo está su relación con el presidente Luis Arce?

– Tenemos buenas relaciones, de vez en cuando nos comunicamos. Cuando la derecha el año pasado nuevamente intentó hacer un nuevo golpe de Estado, por ejemplo, en febrero, Luis Fernando Camacho dijo «Lucho (Arce), cuidado con juntarte con Evo». Entre mayo y abril él dijo desde el comité cívico de Santa Cruz: «Alisten el avión a México». (N.d.la R: en alusión a la salida de Morales a ese país tras el golpe). Pero antes de la toma de posesión de Lucho Arce, el ocho de noviembre de 2020, creímos que sería el último round. Yo organicé la Marcha por la Patria, me junté con la Central Obrera Boliviana, con la Confederación Sindical de Campesinos, una marcha de días para defender a Lucho presidente y a nuestro proceso. Llevamos a casi un millón y medio de personas. Lucho vino a la inauguración con el vicepresidente David Choquehuanca pese a la lluvia. Lamentablemente la prensa de derecha trata de mostrarnos divididos. A Lucho le corresponde la administración del Estado y a mí me corresponde dirigir el movimiento político. Juntos debatimos temas y por supuesto no faltan algunos problemas, es normal eso. El MAS es una gran familia: hemos demostrado que Bolivia tiene mucho futuro.

– A propósito de esto, ¿cómo ve los desencuentros entre Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner?

– No conozco mucho, pero es importante siempre llevarse bien. Con nuestro presidente Lucho nos llevamos bien, con el vicepresidente también estamos en contacto permanente. Obvio que hay problemas, pero a puertas cerradas los resolvemos y ante el pueblo siempre juntos.

– ¿Eso les diría como consejo? Como dijo el lunes, la unidad en la diversidad…

– Claro, esa es nuestra responsabilidad. Unidad en la diversidad para enfrentar la adversidad de manera conjunta. Somos diversos. Nosotros somos originarios. Empezamos a diferenciar a los quechuas y aymaras, que son originarios milenarios, y otros que llegaron después de las dos guerras mundiales, o la Guerra Civil española, se vinieron a América latina, sus hijos y nietos nacieron y les decimos también originarios, a ellos los llamamos originarios contemporáneos. La plurinacionalidad es la unidad de los originarios contemporáneos con los originarios milenarios, pero esa unidad en la diversidad es para reconocernos juntos con una meta de garantizar nuestra soberanía y la dignidad para el pueblo.

– ¿Y cómo está viendo el avance del progresismo en la región? El triunfo de Gustavo Petro en Colombia, antes Gabriel Boric en Chile. ¿Se parece a esa primera oleada de gobiernos de izquierda que lo tuvieron como protagonista?

– Los legados de Kirchner, Chávez y Fidel van cumpliéndose en América latina y el Caribe. Cuando buscábamos la integración de Sudamérica con Celac, Estados Unidos lo que hizo fue crear la Alianza del Pacifico para continuar con las políticas del ALCA. Crearon el Grupo de Lima para atacar permanentemente a Maduro. Argentina, México, Perú, Chile, Colombia. ¿Dónde está ahora el Grupo de Lima? Claro, Estados Unidos lamentablemente es bueno para apuntar sanciones económicas a los países libres o promover golpes de Estado, pero de eso nos estamos liberando. Antes daba miedo ser expulsado de la OEA, ahora es un lujo. Eso está cambiando. Estados Unidos ya no tiene hegemonía en Latinoamérica. Ya no es una potencia económica, a lo sumo puede ser potencia militar. Que yo sepa en la década del 30 o 40, Estados Unidos tenía más del 40 por ciento del PBI mundial. Ahora está rondando el 20 por ciento. China estaba hace 30 o 40 años con el ocho por ciento del PBI mundial y ahora está con más del 30 por ciento. Estados Unidos sólo vive de guerra. Esa doctrina inmoral, la doctrina Monroe de «América para los americanos» va terminándose. Nosotros en cambio hemos propuesto «América Plurinación de los pueblos para los pueblos». Los países antiimperialistas expulsados de la OEA, Cuba, Venezuela y Nicaragua, no fueron invitados a esta Cumbre de las Américas. La OEA era para integrar a los países de toda América, y ahora son ignorados y expulsados. Estados Unidos fue quien organizó el golpe de Estado en Bolivia. Y para mí la mejor intervención fue la del hermano Alberto Fernández, que ha ido allá a decir su verdad. Veintidós países se rebelaron en su casa ante el presidente de los Estados Unidos.

– Usted dice que Washington estuvo detrás del golpe en Bolivia. Pero también está condenado y preso el exministro de Interior del gobierno de facto, Arturo Murillo, en Estados Unidos…

– Por temas de corrupción. Nada que ver con el Golpe. Me ha sorprendido que ya en su primer viaje había ido a hacer la apertura de cuentas bancarias en Los Ángeles, y giraron plata ilegalmente. Está ahí encarcelado por temas de corrupción y lavado. Otro es el tema político, y eso no lo están tocando.

– Por su parte la expresidenta de facto, Jeanine Áñez, fue condenada a diez años de cárcel por el caso «Golpe II».

– Por la ruptura del orden constitucional, por las resoluciones contrarias a las normas jurídicas. Recién después viene el proceso por el genocidio o por delitos de lesa humanidad, que son 30 años de cárcel, y todos quieren que se haga justicia para que nunca más vuelva el golpe de Estado no solamente en Bolivia sino en toda América latina. Ese es el deseo que tenemos.

– ¿Y cuál cree que fue el rol del presidente de Brasil, Jaír Bolsonaro? Teniendo en cuenta que ya en dos oportunidades dijo abiertamente que se encontró con Áñez.

– Aquí en Argentina algunos hermanos militares, cuando yo estaba en 2020, me dijeron que Áñez viajó a Brasil reservadamente. Ahora Bolsonaro lo ha dicho, hubo viajes clandestinos. No está confirmado, pero me dijeron que se llevaron millones de dólares a Brasil para abrir sus cuentas bancarias.

– ¿Quiénes se llevaron esos millones?

– Familiares de Áñez. Información no confirmada, me lo dijeron los mismos militares. Habría que cruzar datos, yo no quisiera hablar pero cuando Bolsonaro habla, Bolsonaro está confirmando. A mí me sorprende eso, y yo comparto el mensaje del expresidente Correa cuando dijo que estábamos viendo un segundo Plan Cóndor. La participación de presidentes de Argentina, Ecuador, Brasil, por el tema del litio con Estados Unidos a la cabeza.

– Y en relación con este nuevo Plan Cóndor en la región, se acaba de cumplir un año de la denuncia presentada contra el gobierno de Mauricio Macri por presunto contrabando de armas a Bolivia. ¿Está avanzando la causa en su país?

– Es interesante la historia, ¿no? Algunos presidentes nos mandan armamento, pero Alberto Fernández durante la pandemia nos manda medicamentos. Está todo en la justicia y quedará en la justicia acelerar la investigación correspondiente, pero está totalmente confirmada la misma versión por la policía y las fuerzas armadas de que el presidente Macri mandó armamento. Ojalá la justicia pueda acelerar esas investigaciones para el bien de la democracia de América latina.

– ¿Le generan expectativa las elecciones de octubre en Brasil?

– Si, tenemos mucha expectativa y confianza en Lula. Si Lula gana siguen caminando los pueblos de América latina, siguen los procesos de liberación democrática. Y otra vez,  todas las políticas de Estados Unidos vienen fracasando. Ya no hay guerra fría, lucha contra el comunismo. ¿Y cuántos líderes de orientación comunista o socialista ahora son presidentes? Los movimientos sociales somos terroristas para el imperio. ¿Cuántos dirigentes sindicales somos presidentes o hemos sido presidentes? Me acuerdo siempre cuando me llamó la prensa norteamericana preguntándome qué pensaba de Pedro Castillo. Yo dije: un rondero y campesino, un dirigente del magisterio ahora es presidente del Perú. Un ´terrorista´ más que es presidente. Los llamados terroristas somos y fuimos presidentes. Los guerrilleros ahora son presidentes, Daniel Ortega, Dilma Rousseff, Pepe Mujica, Gustavo Petro. Significa que tenían razón en organizar guerrillas frente al dominio de las oligarquías en cada país.

– Usted considera que Estados Unidos está perdiendo la hegemonía que en algún momento supo tener. ¿No es entonces una oportunidad histórica para qué la región plante bandera y se organice para profundizar reclamos como el fin del bloqueo a Cuba?

– A ver, en las votaciones que se hacen en las Naciones Unidas sobre el bloqueo económico Estados Unidos, Israel y alguna isla más rechazan. Todos están en contra del bloqueo, pero sin embargo a estas resoluciones no las respeta Estados Unidos. Entonces, ¿de qué democracia pueden hablar? Estados Unidos no ha ratificado ningún tratado o convenio internacional sobre derechos humanos. ¿De qué derechos humanos puede hablar? Tenemos profundas diferencias, por eso estos cuestionamientos a la política del gobierno estadounidense, no al pueblo norteamericano. Y creo que es nuestra obligación fortalecer organismos como Celac o Unasur. El próximo paso debe ser también pensar cómo nosotros podemos tener nuestra propia moneda sudamericana.

Lo ha planteado Lula, una moneda del sur

– Ya antes lo planteamos al momento de constituir la Unasur. Se paralizó pero hay que relanzar este tema. Ese es el deseo que compartimos con Lula. En un momento yo me planteaba, ¿por qué tantos golpes de Estado? Claro, los golpes son para el control de los recursos naturales. Pese al saqueo de más de 500 años en tiempos de colonia, en tiempos de república, siguen apareciendo recursos naturales a flor de tierra. El litio por ejemplo. Entonces las trasnacionales usando a los militares, ahora la OTAN, imponen intervención militar y control político para sacar los recursos naturales. Y en mi experiencia desde arriba planifican para dividir al pueblo. Y dividen para dominarnos. Ellos dicen: cuanto más pobres y más ignorantes, más sencillo dominarlos. Y cuando no pueden quitarnos los recursos naturales, golpe de Estado. Entonces cuando la política viene de los movimientos sociales, la nacionalización no viene del Banco Mundial, los servicios básicos no vienen del FMI, vienen de los movimientos sociales. En mi experiencia tenía el poder comunal, pero con el poder comunal no podíamos hacer la base militar, con el poder sindical no podíamos nacionalizar. Ahí aparece nuestro instrumento político. Esa es la lucha permanente.

– Y la lucha permanente también son los condicionamientos que se tienen con una deuda con el FMI. Argentina logró un acuerdo, ¿qué piensa del mismo?

– Yo en mi gestión me liberé de la deuda del FMI. A Áñez se le prestaron alrededor de 300 millones de dólares. Lucho (Arce) llegó, devolvió toda esa plata y no queda ninguna deuda. Claro, necesitamos créditos y lo entiendo perfectamente. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Japón y España han sido muy solidarios conmigo. El BID me condonó 500 millones de dólares, Japón me condonó otros 300 millones, eran deudas de los gobiernos neoliberales. España me perdonó 300 millones, esa plata que tenía que devolver a España nos dijeron: inviertan en infraestructura educativa. Pero claro, por más que haya un gobierno de facto o de derecha, si hay un compromiso hay que pagarlo.

– En el caso de Argentina se está pagando una deuda que adquirió el gobierno de Macri.

– Para qué se habrá prestado o en qué se habrá pagado, eso es un tema interno de cada país. Pero tanto los bancos como el FMI son usureros, nunca van a dar préstamos para bien, para la gente humilde.

– Usted propuso este lunes que los países de la región con reservas de litio controlen directamente la explotación de este recurso natural. ¿No cree que es un desafío complicado considerando que tal vez algunos países no quieran ir tan a fondo como lo hizo Bolivia?

– Yo comento la experiencia de mi gestión pública. Ser presidente es hacer buenos negocios para el país. Yo tuve reunión dos veces con el presidente de Japón, yo le decía por qué no ensamblamos Toyota japonesa en Bolivia pero con litio boliviano. Nos respondían que no, pero nos pedían litio como materia prima. En 2010 tuve una reunión con Corea del Sur por un acuerdo de inversión y cooperación, me invitaron a ver una industria de baterías de litio, muy linda pero costaba 300 millones de dólares. Cuando yo llegué al gobierno las reservas internacionales eran 1700 millones de dólares. En 2010 estábamos como en diez mil millones de dólares de reservas internacionales. Entonces le digo a los coreanos que 300 millones de dólares no es nada, yo garantizo en Bolivia la inversión, pero los coreanos igual no querían, solo querían el litio. Lo mismo en Alemania y otros países. Me di cuenta que Occidente solo nos quiere para que nosotros garanticemos la materia prima. Y no quieren que demos valor agregado a nuestros recursos naturales. Con el hermano vicepresidente Álvaro García Linera dijimos: empecemos nosotros. Convocamos a expertos internacionales y cuando llegamos a construir la planta de El Alto los nuevos profesionales aprendieron. Cuando vi el laboratorio casi me hace llorar, eso nunca se vio en Bolivia. Están trabajando ahí con baterías de litio, carbonato de litio, hidróxido de litio. Seguimos construyendo nuevas plantas de litio. El plan que teníamos es 42 plantas al 2029. De las 42, 16 solamente de litio y otras plantas iban a ser para insumos, otras para subproductos. Cuando empezamos a desarrollar ese plan vino el golpe de Estado. Ahí lo ven a Elon Musk (CEO de Tesla) confesando que hemos financiado el golpe por el litio. Yo sigo convencido de seguir el camino de la industrialización, no solamente en Bolivia, también en Argentina o Chile. México ya está nacionalizando su litio. Tenemos que juntarnos como América latina, industrializar el litio bajo la administración del Estado. Si trabajan juntos industrializando el litio, Bolivia y Argentina pueden ser potencia.

– ¿Pero no cree que en algunos países hay una cierta debilidad de los Estados para tocar al poder económico?

– Podemos tener diferencias, por supuesto. Algunos son más humanistas, socialistas, izquierdistas, algunos son más antiimperialistas, esas son nuestras diferencias pero finalmente apostamos por la paz con justicia social. Trabajamos por la gente más humilde. Atender las demandas del pueblo significa tener plata, y es tener profundas diferencias con el Banco Mundial y especialmente con el FMI. ¿Qué proclama el Fondo? Un Estado mínimo, un Estado enano. Un Estado que no regule y no invierta. Así otra vez vuelven los conflictos. Yo aprendí, como presidente sin formación académica, que no podemos descuidar el aspecto laboral ni el aspecto social, y tampoco podemos descuidar la inversión pública. Además de eso tenemos que garantizar la felicidad del pueblo. La plata mueve más plata. Algunos países prefieren evitar la inflación con contracción económica, y eso no es bueno para la economía, principalmente para la gente humilde. Nosotros cuidamos la inflación con expansión económica. En 2007 había un grupo de especuladores empresarios que hicieron faltar pan y aceite, lo estaban ocultando. Y cuando empiezan a subir los precios empiezan a echarme la culpa a mí. En trigo es el mismo problema, la llamé a la hermana Cristina cuando era presidenta, me dijo que aquí estaban especulando con la harina, que tenía los cupos asignados para vender al exterior, pasaron dos, tres días y me mandó harina y trigo. Los pueblos vecinos nos complementamos, trabajamos solidariamente.

– El proceso de transformación que usted defiende, ¿ encuentra nuevos límites como consecuencia de los efectos de la pandemia y de la guerra en Ucrania?

– Tenemos problemas en todo el mundo, crisis financiera, crisis alimenticia. Y hubo un golpe en Bolivia. Le pongo un ejemplo, hicimos con las reservas internacionales la planta de urea, fábrica de fertilizantes, una planta que está exportando a Brasil 300 mil toneladas al año y atendiendo al mercado interno. En mi gestión fue construida, el golpe la paraliza y el compañero Arce después de ganar la elección la reactiva, tardó como siete meses pero el hermano Lucho decía en la reinauguración que se habían perdido 470 millones de dólares. Y hablo solo de una planta, puedo hablar del cloruro de potasio, pequeñas y medianas empresas cien por ciento estatales. De paso la pandemia, la mala atención en pandemia, meses encerrados. La gente pobre quedaba más pobre, el comercio internacional seguía parado y la gente se da cuenta cuando el país está mal administrado. Ahora con esta guerra provocada y dirigida por la OTAN y Estados Unidos entre Rusia y Ucrania, el problema que tenemos los países vecinos es el combustible. Gasolina, diesel que nosotros importamos. El problema de la subvención ha crecido. Yo estoy convencido como expresidente que la exagerada subvención a cualquier producto es un cáncer para nuestra economía. En el 2005, antes de que sea presidentel la inversión era apenas de 600 millones de dólares, y el 70 por ciento era con créditos. En los cuatro últimos años de mi gestión programamos más de ocho mil millones de dólares para inversión pública. ¿Cómo pueden creer eso? El año pasado se han aprobado otros cuatro mil millones de inversión, y seguimos subiendo. Esto es resultado de nuestra revolución democrática cultural.

– Hace unos días el diputado del MAS, Rolando Cuéllar, denunció el aporte ilegal al partido en 2014 de parte del narcotraficante argentino José Miguel Farfán. ¿Qué opina de la denuncia? ¿Cree que debe investigarse?

– Quiero que se investigue pero ya hablé con el vicepresidente del MAS, Gerardo García, y él nunca ha firmado ninguna carta. A esos como Cuéllar les digo traidores, oportunistas. Tratar de vincularnos al narcotráfico ha sido siempre el mensaje de la derecha. En el 2002 a mí me expulsaron de la Cámara de Diputados acusándome de narcotraficante y de asesino, de terrorista. Querían procesarme, sentenciarme e inhabilitarme como candidato a presidente por instrucción de Estados Unidos. Cuando estaba acá en el 2020, algunos funcionarios del Palacio Quemado me decían que el ministro Murillo daba instrucciones de implicarme en corrupción y narcotráfico. ¿Qué podían montar? Y Murillo les decía: si no es a él, por lo menos impliquen a sus amiguitos. No podían imputarnos nada. La DEA nos investiga. Si yo estuviera implicado, ¿creen que la DEA me va a perdonar? ¿Estados Unidos me va perdonar? Algunos hermanos se prestan a ese juego. Cuéllar es un agente del imperio con sus difamaciones. Y la derecha acusa y pide que se anule la sigla del MAS. En cualquier partido esa clase de infiltrados es expulsado. Ahora estamos empezando con el registro de nuevos militantes. El MAS-IPSP tiene registrados legalmente a más de un millón, y el segundo partido, los demócratas, 260 mil militantes. Otros partidos tienen menos de cien mil. El MAS-IPSP es el movimiento político más grande en la historia de Bolivia. Y es algo único en el mundo: este movimiento viene de quechuas, de aymaras, de guaraníes. Los amenazados con el exterminio, los más despreciados y discriminados. Desde la década del 80, un grupo de dirigentes campesinos nos preguntamos por qué nosotros mismos no nos gobernamos. Nosotros también tenemos derechos políticos. Y en 500 años pasamos de la resistencia a la toma de poder. En 1995 fundamos nuestro instrumento político. Los primeros años quechuas y aymaras no querían que entren profesionales a este movimiento político, menos si eran abogados. Los dirigentes indígenas somos expertos para hacer votos resolutivos de protesta, somos expertos para hacer pliegos únicos de reivindicación, pero no sabemos hacer decretos. No sabemos hacer leyes. Así incorporé a los profesionales, con dolor porque algunos profesionales nos hicieron mucho daño. A mí me acusaban permanentemente de narcotraficante, terrorista, asesino, en mi primera candidatura en 2002 el embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha, dijo que Evo era «el Bin Laden andino». Decía que si Evo es presidente no va a haber inversión ni cooperación. Yo en vez de molestarme dije que mi mejor jefe de campaña era el embajador de Estados Unidos. Al escuchar ese mensaje dirigentes sindicales, militantes comunistas y socialistas estaban convencidos de votar por Evo. Entonces esa acusación no es ninguna novedad, permanentemente nos han acusado. Estas denuncias son para tratar de desprestigiar, quitarle imagen pero el pueblo se da cuenta.

– ¿No descarta volver a ser candidato a presidente?

– Si, voy a ser presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (risas). Yo creo que ser la autoridad principal del país requiere mucha fuerza, mucha energía y mucha valentía. Cuando yo decidí nacionalizar había ministros que no querían nacionalizar, tenían mucho miedo. Me decían que si nacionalizaba empresas, nos iban a mandar al Ciadi, al Banco Mundial. Les dije: si quieren demandar que nos demanden en nuestro territorio. Redactamos una carta retirándonos del Ciadi. Para eso necesitas valentía. No solamente tienes que garantizar la liberación política, también la liberación económica. Eso hice, por eso aguantamos tanto tiempo. Por eso también recuperamos la democracia. Por ahora mi responsabilidad está en cómo fortalecer al MAS, cuidar la revolución democrática cultural, defender a Lucho presidente. Ya dijimos, la dirección nacional del MAS-IPSP faltando un año hará un ampliado nacional. Ahí vamos a sentar las bases con las que se va a elegir a diputados, senadores, candidatos a presidente y vicepresidente. Así, democráticamente, elegimos.

 

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