"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Olla de los asalariados y asimetrías económicas

I

La cuestión de cómo asegurar la credibilidad y la confianza en la política de protección de los salarios  nos remite   principios y hechos,  que aseguren la resolución de un problema extremadamente espinoso: la olla de los asalariados. El clima de incertidumbre  persistirá si no definimos y avanzamos con  formas socio-productivas  que superen y erradiquen los  factores dinamizadores  de la creciente y acelerada brecha entre salarios y precios. A contrapelo de otras experiencias de construcción del socialismo, y en el marco de una guerra de amplio espectro centrada en lo económico, debemos plantearnos el paso a paso que supera el impasse de la relaciones salario-ganancia; salario-precio; y de la relación social salario en sí misma. Dada  la  consistente eficacia   de  las creencias de que los salarios determinan los precios,  en si suben los salarios es imposible evitar el incremento de  los precios, y en   “no sirve de nada los aumentos salariales”,  las fuerzas chavistas están interpeladas por dos  retos complementarios:

La reestructuración de la credibilidad y confianza  respecto  de la  protección del salario por el gobierno revolucionario.

El replanteamiento de la relación salarial desde una estrategia de tránsito socialista.

II

Las expectativas acerca de la remuneración salarial  con la potencia de darle un para’o  al permanente y creciente desequilibrio entre salarios y precios   exige de desplazar determinados  supuestos políticos-teóricos y elaborar medidas económicas, con base de la triada valor-salarios-precios; es menester tomar nota del estallido  de  premisas,  ideas y propuestas   de los cruzados de la economía de libre mercado, “lo más libre posible”, como gusta de decir cierto apologista. Y particularmente, es crucial deslindarse de:

La idea de remuneración salarial  y de los beneficios del capital privado, con base  de  “su productividad relativa”.

La mitología  del  aumento salarial  como la  causa “in extremis” de los  procesos inflacionarios.

Los análisis de los costes de producción que excluyen la  parte del valor de los bienes y servicios, “que queda sin retribuir”; de  la arraigada incomprensión del nexo entre valor y  precio.

III

Los nuevos cruzados  de libre mercado (moderados y radicales) están formateados por el apego apasionado a la   ficción del producto del trabajo distribuido con base  de los aportes del capital privado  y  de los asalariados,  admiten (también apasionadamente) la legitimidad de la cuota de ganancia beneficio, “que corresponde” el capital privado.  No obstante, que los nuevos cruzados no den  el ancho para diagnosticar y  explicar las cuestiones  relacionadas con el salario, los aumentos salariales y la hiperinflación, no implica, por ahora,  que los datos empíricos relacionados con la aplicación de sus políticas desencadenen  un deterioro significativo del análisis  anclado en una  teoría del dinero  que apalanca la naturalidad de la precarizada olla de los asalariados y  del expediente del desempleo para  “reducir costos”.  Habría de agregarse que estamos topado con  un mal que viene desde lejos.

IV

La eficacia simbólica e ideológica del “mal que viene de lejos”,  es identificable en el sintomático  uso de las nociones:

“Salario  de subsistencia” del trabajador,  (reconvertido por la economía clásica como “salario natural”), en tanto el límite cero garante de los beneficios del capital, noción recusada por Marx con  su tesis de la “Ley de Bronce del Salario”.

“Salario mínimo”, la moderna versión de los supuestos amos del saber económico, sustituida por el “salario decente” de la OIT.

La hegemonía del discurso sobre el salario de la ortodoxia económica, puede ser vulnerada, hasta cierto límite, por la censura y condena  de   “los empresarios tramposos, especuladores y codiciosos”, que  “suben los precios inclementemente cuando  aumentan los salarios”. Sin embargo, no es suficiente con tal malestar, al menos que la indignación se inscriba en un proceso de crítica radical y desarticulación de la norma de  que los salarios y, determinan los precios, y  los incrementos salariales generan   inflación.

Igualmente, la demanda urgente y necesaria (absolutamente compartida) de fuertes sanciones a los crímenes y delitos económicos, de principios y hechos punitivos eficientes que consoliden la política de protección del salario por el gobierno revolucionario, pudiese dejar “vivito y coleando”   el supuesto ortodoxo en torno  del incremento salarial:  la creación o emisión de dinero  perturba  el principio (inviolable)  de la  cantidad fija  de dinero circulante, y que tal distorsión por el aumento de salarios  tiene como consecuencia inmediata un proceso inflacionario.

En esta cuestión política-teórica, Marx es extremadamente suficiente. Marx ancla  el nexo salario-precios en   el análisis del antagonismo salario- ganancia; desde esta perspectiva, el aumento de los salarios afecta la distribución del valor creado en la producción (y si se prefiere, en la distribución social de la riqueza creada), dado que el reparto que resulta del incremento salarial impacta la cuota de ganancia, los capitalistas se atornillan al paraguas del dinero circulante fijo y de la olla precarizada: suben los precios para nulificar la disminución del beneficio del capital, y hasta lo maximizan en los casos de  especulación generalizada por el control monopólico de la producción como en la situación de guerra económica y de  procesos inflacionarios e hiperinflacionarios. En este impasse, lo que realmente cuenta es si  el poder del capital puede o no trasladar el incremento salarial a los precios.

Si el incremento salarial (como consecuencia de luchas obreras, negociaciones sindicales, intervenciones estatales, etc.) es transferido a los precios, este pasaje no implica, de ninguna manera,  el cumplimiento inexorable de la ley de la oferta y la demanda,  sino que  el salario, pasa por un acto de compra-venta entre  individuos jurídicamente libres que  no  tiene el alcance de eliminar las  expectativas e intereses contradictorios que   define la relación asimétrica capital-trabajo. Los combates  por la duración de la jornada laboral y los aumentos salariales (y el papel del Estado en la regulación de las relaciones salario-ganancia y salario-precio) significan la prueba del ácido de sujetos políticos articulados por un principio liberal y la ideología del liberalismo económico.  ¿Hace falta una amplia exposición para explicar que en el cortocircuito de  derechos jurídicos iguales,  la clave es  la correlación de fuerzas?

VI

No podemos obviar que la política de protección de los salarios del presidente Nicolás Maduro (absolutamente justa y necesaria) y la contraofensiva hiperinflacionaria  acontecen en una situación  de vigencia de  relaciones  de producción capitalista  y en el marco de una  guerra económica, esto es de un horizonte  totalmente hostil  y adverso para el gobierno revolucionario, los asalariados y el poder popular. En tales circunstancias no puede sorprender que  la lógica del capital determine, en cierta medida, el actual desempeño  del  antagonismo salario-ganancia. Topados con ese  indicador elemental de lo que aún nos falta por hacer, planteamos lo que sigue.

  1. Las coordenadas de la relación social salario, no se agotan en la cantidad de sopa que tiene la olla asalariada, el asunto radical  es cómo  se produce la sopa.
  2. Una ofensiva para avanzar con los motores de la producción a contrapelo de  la hegemonía del capital.
  3. El deslinde con los fracasos históricos de las organizaciones obreras y de izquierdas,  “por limitarse a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente…en vez de emplear sus fuerzas…para la abolición definitiva  del trabajo asalariado”.
  4. Hay socavar el límite cero del salario-subsistencia y la relación social salario, para que el nuevo socialismo nazca.
  5. Es indispensable complementar y fortalecer, desde el “Sistema Económico Comunal”, la política y medidas económicas del presidente Nicolás Maduro.

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