"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Fuerte derrota electoral del gobierno de Alberto Fernández: con el progresismo el pueblo no come, ni se cura, ni se educa

Por Fausto Frank

Una de las campañas electorales más frívolas, desabridas y con menos contenido político de la historia reciente, culminó con un ausentismo récord y resultados catastróficos para el oficialismo. Las derrotas en buena parte del país son el resultado de la combinación de una caída económica del 10% del PBI en 2020, el sostenimiento dogmático de una de las cuarentenas más prolongadas del mundo, el aumento de la pobreza a cerca del 50% de los habitantes, la inseguridad sin freno, la inflación por las nubes y salarios y jubilaciones por el piso; junto a la obsesión progresista por legislar y gobernar casi exclusivamente para ultra minorías.

Alberto Fernández quizá descubra tarde que un pueblo con el 60% de sus niños por debajo de la línea de pobreza espera de sus gobernantes trabajo genuino y mejoras salariales y no una sucesión diaria e interminable de legislación feminista y LGBT, DNI no binario, cupos trans, aborto, hormonización de niños, lenguaje inclusivo, debates sobre la legalización de la marihuana, Agenda 2030, ambientalismo, el “garche” hedonista, y demás temas “progres” de la agenda globalista, impuestos en la sociedad en espurea sociedad con el globalismo financiero.

“Evidentemente algo no habremos hecho bien para que la gente nos acompañe. Y todos los que estamos aquí escuchamos el veredicto de la gente con respeto y atención”, expresó Alberto Fernández.

“Escuchamos el veredicto de la gente con atención. Sabemos que hay errores que hemos cometido y de ello aprendemos. Hay una demanda que no habremos satisfecho adecuadamente y nos ocuparemos de prestarle atención y resolver lo que la gente nos plantea”, sostuvo.

El Frente de Todos, que había planteado las elecciones primarias como un plebiscito de su gestión, sufrió una fuerte derrota incluso en distritos históricamente afines, como las provincias Santa Cruz y de Chaco. A nivel país, la coalición gobernante obtuvo un magro 30% de los votos, contra un 40% del frente macrista. La caída en la provincia de Buenos Aires, por 33% contra el 38% de “Juntos”, perdiendo en 7 de las 8 secciones electorales, enciende alarmas rojas en la coalición gobernante.

Una campaña tan desabrida como chabacana, terminó con un ausentismo récord a nivel país del 33% de los votantes habilitados, a lo que habría que sumar el voto en blanco (4,4% en PBA, en otras provincias, como Mendoza el 9,54%) y nulo (1,6% PBA), lo que muestra el desencanto de (al menos) un 40% de la población con el sistema partidocrático.

El resultado despeja el camino para 2023 a Horacio Rodríguez Larreta, el socio del kirchnerismo en las políticas sanitarias durante el 2020 y de buena parte de los negocios en Capital Federal.

Argentina sigue girando en su círculo vicioso, votando al kirchnerismo para sacar al macrismo, tras el récord de endeudamiento, pobreza e inflación (2019) y al macrismo para sacar al kirchnerismo (2015/2021). Sin salir de esa falsa dialéctica, el país tiene una destrucción asegurada de su aparato productivo, con su correlato de aumento del desempleo, el asistencialismo y la pobreza. Una Alternancia entre endeudadores y pagadores seriales. Dos caras de la misma moneda, como se vio días atrás frente al Council of the Americas.

Imperdonable en una Nación en la que el trabajo genuino no puede faltar ya que aún está todo por hacerse: faltan escuelas, hospitales, viviendas, rutas, cloacas, calles, parques, etc. No hay excusa, ni pandemia, ni herencia recibida, ni “renta básica universal” que valgan, máxime cuando recursos sobran y se regalan vía lebacs y tasas de interés al sistema de bancos que parasitan nuestra economía o vía la fuga de riquezas sin ningún control por la cuenca del Paraná en manos de unas pocas corporaciones globales, y actualmente bajo el interés de China.

Si el alfonsinismo de los años ’80 tuvo que  comprender que con “la democracia” no “se come, se cura y se educa”, este neoalfonsinismo actual deberá entender que con el progresismo socialdemócrata, tampoco.

 

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