"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Pospandemia: la recuperación de América Latina tarda en llegar

La situación sanitaria por la pandemia en América Latina y el Caribe parece que empieza a salir del escenario crítico, teniendo en cuenta que se está registrando una persistente reducción de contagios y muertes en la mayoría de los países.

En cambio, esta mejora relativa en el frente de la salud no tiene un correlato firme en el panorama económico y, en especial, en el mercado laboral.

La variación del Producto Bruto de la región anotará un saldo positivo en 2021 pero sin recuperar el retroceso contabilizado en el primer año de coronavirus. A la vez, el cuadro laboral sigue siendo bastante negativo, con elevado desempleoe informalidad.

La crisis ha agudizado los problemas estructurales de la región, dado que se proyecta una desaceleración del crecimiento para el próximo año, al tiempo que alrededor del 70% de los puestos de trabajo generados en los últimos meses fue en condiciones de informalidad, mientras la desocupación y la baja en la participación laboral siguen siendo persistentes.

Este cuadro regional surge de los dos últimos informes elaborados por la La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Los problemas estructurales

América Latina y el Caribe crecerá en 2021, aunque la pandemia continúa presente y la crisis agudizó los problemas estructurales de la región: baja inversión y productividad, informalidad, desocupación, desigualdad y pobreza. Para salir de ese laberinto de estancamiento se requiere recuperar la inversión y el empleo.

La CEPAL actualizó su proyección de crecimiento regional para este año a 5,9% y advirtió que habrá una desaceleración en 2022, con un avance estimado de apenas 2,9%.

El crecimiento de 2021 se explica principalmente por una baja base de comparación —luego de la contracción de 6,8% anotada en 2020—, además de los efectos positivos derivados de la demanda externa y el alza en los precios de los productos básicos (commodities) que exporta la región, así como por aumentos en la demanda agregada.

“Existen importantes asimetrías entre los países desarrollados y las naciones de ingreso medio —entre las que se encuentran la mayoría de los países de América Latina y el Caribe— tanto en la dinámica de la vacunación, como en la capacidad de implementar políticas para la recuperación económica”, indicó la secretaria ejecutiva de ese organismo internacional, Alicia Bárcena.

La región necesita vacunas y financiamiento

“Para mantener políticas fiscales y monetarias expansivas los países de región requieren complementar los recursos internos con un mayor acceso a la liquidez internacional y con mecanismos multilaterales que faciliten el manejo de la deuda”, además de iniciativas multilaterales para enfrentar las incertidumbres sobre la vacunación, y el acceso de los países en desarrollo a financiamiento en condiciones adecuadas, agregó Bárcena.

El documento muestra que los problemas estructurales que por décadas han limitado el crecimiento se agudizaron producto de la pandemia y limitarán la recuperación.

Antes del COVID-19, la región venía con una trayectoria de estancamiento: en el sexenio entre 2014 y 2019 creció a una tasa promedio de 0,3%, menor al promedio del sexenio que incluye la Primera Guerra Mundial (0,9%) y el de la Gran Depresión (1,3%).

El reporte de la CEPAL muestra una caída progresiva en la inversión, alcanzando en 2020 uno de los niveles más bajos en las últimas tres décadas (17,9% del PIB). La productividad laboral también ha caído significativamente.

La peor crisis del mercado laboral de los últimos 70 años

En 2020 la pandemia desencadenó la mayor crisis que han experimentado los mercados laborales de América Latina y el Caribe desde 1950. Fueron los más afectados del mundo por la crisis generada por el COVID-19 —el número de ocupados cayó 9,0% en 2020— y la recuperación esperada para 2021 no permitirá alcanzar los niveles pre-crisis.

El último reporte de la OIT expone que la reactivación de las economías de América Latina y el Caribe es insuficiente para recuperar los empleos perdidos durante la pandemia, y ha dado lugar a un mercado de trabajo caracterizado por una elevada tasa de desocupación y un fuerte predominio de las ocupaciones informales.

“No se están generando ni la cantidad ni la calidad de los empleos que requiere esta región para hacer frente a las secuelas de una crisis sin precedentes. El panorama laboral es complejo y plantea desafíos de grandes magnitudes”, destacó el Director de OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.

“En 2021 son las ocupaciones informales las que están liderando la recuperación parcial del empleo”, agregó Pinheiro, quien además recordó que “se trata de empleos que generalmente son inestables, con bajos salarios, sin protección social ni derechos”

Para añadir que “la estrecha vinculación entre informalidad laboral, bajos ingresos y desigualdad se ha hecho aún más evidente en este contexto”.

Las mujeres trabajadoras, las más perjudicadas

La pandemia provocó una fuerte caída en la participación laboral, en particular de las mujeres, llegando en 2020 a 46,9%, lo que representa un retroceso a los niveles de 2002. En 2021 se espera una recuperación de este indicador, que llegaría a 49,1% pese a lo cual los niveles serían similares a los de 2008.

“Impulsar el empleo demandará políticas productivas y laborales para promover la inserción laboral, en especial de mujeres y jóvenes”, resaltó Alicia Bárcena.

Las propuestas de la CEPAL son las siguientes:

Ampliar los programas que fomentan el empleo, en especial el femenino y el juvenil.

Impulsar políticas sectoriales para la reactivación de actividades productivas muy afectadas por la crisis, como el comercio y el turismo.

Extender y profundizar los programas de apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes).

Potenciar la economía del cuidado.

En ese sentido, el reporte de la OIT dice que las mujeres, los jóvenes y las personas de menores calificaciones han sido desproporcionadamente afectados por la contracción del empleo y los ingresos, y resultan impactados con mayor fuerza por la desigualdad existente y por el aumento de la pobreza.

La autora de este análisis, la especialista en economía laboral de la OIT, Roxana Maurizio, destacó que “en el caso de las mujeres, se produjo un retroceso en la participación laboral después de décadas durante las cuales se había registrado un aumento en su incorporación a la fuerza de trabajo. Hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación económica de las mujeres”.

Fuerte aumento de la informalidad en la crisis

El documento de la OIT analiza las dinámicas de la informalidad en la pandemia, destacando un comportamiento atípico, pues a diferencia de otras crisis las ocupaciones informales no aumentaron ni ofrecieron refugio para quienes perdían empleos formales.

Las medidas necesarias para enfrentar la crisis sanitaria tuvieron como correlato un fuerte impacto en la destrucción de ocupaciones informales y la pérdida de ingresos de las personas que trabajaban en estas condiciones, quienes se encontraron sin redes de protección social, y sin posibilidades de acceder a programas de reducción de horas o de teletrabajo. En muchos casos, esto determinó incluso la reducción temporal de las tasas de informalidad en algunos países.

A la vez, alrededor de 70% de los empleos que se están generando desde mediados de 2020 hasta el primer trimestre de 2021 son ocupaciones en condiciones de informalidad.

“En el primer trimestre de 2021, alrededor del 76% de los trabajadores independientes, y algo más de un tercio de los asalariados, eran informales”, destaca el documento de la OIT. Explica que “si bien es prematuro afirmar que se está observando un proceso de informalización de las ocupaciones previamente formales, teniendo en cuenta experiencias de crisis previas, este es un riesgo latente importante”.

Desocupación y malestar social

Junto con la informalidad, la región experimenta una recuperación insuficiente de los puestos de trabajo. La reducción en la tasa de participación ha sido una peculiaridad de esta crisis, durante la cual millones de personas prefirieron salir de la fuerza laboral ante la perspectiva de buscar empleos que no estaban disponibles.

Cuando muchas de esas personas retornen a buscar empleo, sumados a otras que necesitarán ingresos tras la crisis, habría presiones adicionales tanto sobre la tasa de desocupación como sobre los niveles de empleo informal.

Frente a un panorama laboral caracterizado por una reactivación económica con insuficiente impacto en el empleo, “la región requiere adoptar una agenda de políticas integrales, consensuadas y de gran alcance, que apuntale la creación de más puestos de trabajo formales”, indicó Maurizio.

Para concluir que las disímiles velocidades de recuperación del empleo entre diferentes grupos de trabajadores y los crecientes niveles de desigualdad y pobreza no sólo pueden limitar fuertemente el crecimiento económico, sino que pueden incrementar el grado de malestar social en la región.

 

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