La crisis provocada por la covid-19 en los mercados laborales de América Latina y el Caribe impactó en mayor medida a las mujeres, y más de cuatro millones de ellas no han logrado recuperar los puestos de trabajo que ocupaban antes de la pandemia, reconoció este jueves 3 la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Dos años atrás, cuando comenzó la crisis a mediados de marzo de 2020, las mujeres fueron afectadas por una catastrófica pérdida de puestos de trabajo y de ingresos”, dijo al presentar el nuevo reporte de la OIT su director regional, Vinícius Pinheiro.
De los 23,6 millones de puestos de trabajo de las mujeres que se perdieron en el peor momento de la crisis el segundo trimestre de 2020, a fines de 2021 aún faltaban por recuperar unos 4,2 millones.
En el caso de los hombres, en cambio, ya se habían recuperado prácticamente por completo los 26 millones de puestos perdidos en ese momento en la región.
Con motivo de la crisis “la desocupación femenina aumentó, pero lo más impactante fue la salida masiva de la fuerza de trabajo que llevó las tasas de participación laboral a niveles que no se veían hace dos décadas”, comentó Pinheiro.
La tasa de participación regional de las mujeres, que rondaba 41 % a comienzos de los años 1990, había subido en forma constante hasta 52,3 %, como promedio de los tres primeros meses de 2019. En el mismo período de 2020 descendió a 47 % y llegó a estar en 43 %.
En 2021 la tasa de participación registró una recuperación insuficiente, pues subió hasta 49,7 %, 2,5 puntos porcentuales por debajo de los niveles pre-pandemia.
En cuanto a la desocupación, para el tercer trimestre de 2021 la tasa promedio era de 12,4 %, la misma de 2020, lo que indica que no ha habido mejoría y que debe bajar de modo importante para regresar a 9,7 %.
Está muy por encima de la tasa de desocupación de los hombres, 8,3 %.
El análisis de la OIT dice que las medidas adoptadas para atender la emergencia sanitaria, como el cierre generalizado de los centros educativos y de cuidados, tuvieron un impacto negativo en la participación laboral femenina.
A ello se agregó que los sectores de actividad donde más impactaron las medidas de aislamiento social (comercio, restaurantes y hoteles, y actividades de esparcimiento, entre otros) son intensivos en mano de obra femenina.
A su vez, el impacto fue mayor en el empleo informal y en las micro, pequeñas y medianas empresas donde también predomina el empleo femenino. El trabajo doméstico, donde 91 % del empleo es femenino y 72 % informal, se vio afectado por una pérdida considerable de puestos de trabajo.
La pandemia “agudizó desigualdades estructurales existentes. Las mujeres rurales, las jefas de hogar con niñas y niños pequeños, aquellas de menos formación y educación, mujeres indígenas y afrodescendientes han sido más afectadas”, señaló Roxana Maurizio, especialista regional en economía laboral de la OIT.
“Las brechas de género, tanto en la participación como en los ingresos, son persistentes en las mujeres con menores ingresos y menor nivel educativo”, remarcó.
La OIT sostiene que “las consideraciones sobre igualdad de género deben ser un componente intrínseco del diseño, la elaboración, la aplicación y el análisis de los resultados de la totalidad de programas y estrategias, políticas, leyes y reglamentos implementados durante la pandemia y en la etapa de recuperación”.
El documento difundido en esta capital además señala que no se deben retirar en forma anticipada las medidas de estímulo sectorial para consolidar la recuperación, especialmente en sectores con una proporción mayoritaria de mujeres trabajadoras.
Tampoco deben retirarse las medidas de transferencias de ingresos o ayudas en especie para garantizar las condiciones mínimas que permitan sostener el crecimiento del empleo en la región.
Considera finalmente que la inversión en cuidados es fundamental tanto para la generación de empleo de calidad como para la inserción plena de las mujeres en el mercado laboral.