Por Izquierda Castellana
En estas últimas semanas, “interesantes” según el presidente de la Fed (Sistema de Reserva Federal de EEUU) Jerome Powell, ha cundido el pánico entre algunas entidades financieras, accionistas de esas entidades e incluso ahorradores/as. Pero Jerome Powell y Christine Lagarde (presidenta del BCE) parece que no se inmutan ante lo que algunos medios de comunicación y analistas venden como una nueva crisis financiera. Es imprescindible reflexionar sobre el porqué de esta aparente tranquilidad de los máximos ejecutivos bancarios de EEUU y la Unión Europea.
El pasado 19 de marzo, los ejecutivos de los Bancos Nacionales más importantes del mundo capitalista emitieron un comunicado conjunto en la misma dirección que los comentarios de Powell y Lafarge. Lo reproducimos tal cuál aparece en la página de la Fed y, a continuación, traducido en su versión al castellano:
«El Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal y el Banco Nacional de Suiza anuncian hoy una acción coordinada para mejorar la provisión de liquidez a través de los acuerdos permanentes de línea de intercambio de liquidez en dólares estadounidenses.
Para mejorar la efectividad de las líneas swap en la provisión de financiamiento en dólares estadounidenses, los bancos centrales que actualmente ofrecen operaciones en dólares estadounidenses han acordado aumentar la frecuencia de las operaciones de vencimiento a 7 días de semanal a diaria. Estas operaciones diarias comenzarán el lunes 20 de marzo de 2023 y continuarán al menos hasta finales de abril.
La red de líneas swap entre estos bancos centrales es un conjunto de facilidades permanentes disponibles y sirve como un importante mecanismo de protección de liquidez para aliviar las tensiones en los mercados mundiales de financiación, ayudando así a mitigar los efectos de tales tensiones en la oferta de crédito a hogares y empresas.»
¿Qué está pasando realmente en el sistema bancario internacional? Desde nuestro punto de vista, estamos asistiendo a una reestructuración del sistema bancario programada desde las más altas instancias del poder capitalista con un claro objetivo: la superconcentración del capital financiero en la línea de un proceso monopolista gestionado directamente por el Estado. Ello conllevará la desaparición de un número indeterminado, pero seguramente importante, de entidades financieras de mediano tamaño y, al mismo tiempo, el despido masivo de trabajadores en el sector, cosa que ya se ha anunciado en relación con las entidades financieras de EEUU y también con el Credit Suisse y el UBS, bancos que compartían en buena medida sus oficinas. En los próximos tiempos habrá 50.000 trabajadoras de esta entidad que serán despedidos por todo el mundo. A finales de 2022, Credit Suisse ya había anunciado el despido de 9.000 trabajadores en el periodo que abarca hasta 2025.
El imperialismo capitalista está dando pasos contundentes en la dirección de ordenar todos sus frentes de cara a una nueva guerra mundial. Impulsan ésta de forma cada vez más clara, porque tal como sucedió con las anteriores guerras mundiales, la consideran como la única opción que tienen para intentar resolver la profundísima crisis del capitalismo a nivel internacional, tal como recordaba explícitamente John Kirby (coordinador para Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca) rechazando la posibilidad de un alto el fuego.
El imperialismo capitalista está buscando nuevas formas de gestión de su Sistema económico, partiendo de la base de que las que empleaban hasta ahora son ineficientes en el escenario en que ellos mismos nos están metiendo de forma acelerada. No es la primera vez que esto ocurre en la historia. En su conocido libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, Lenin ya analiza como en los años previos a la I Guerra Mundial se dio un proceso de acumulación de capital financiero y también de otras ramas de la economía capitalista. Antes de la II Guerra Mundial ocurrió algo semejante, especialmente en la Alemania nazi y en los EEUU. Como hemos comentado en algunos editoriales anteriores, estamos en la fase terminal de una etapa del capitalismo -el imperialismo- que comienza a principios del siglo XX y que conduce, entre otras cosas, a la I Guerra Mundial. Ese ciclo iniciado a principios del siglo XX se cerrará con la III Guerra Mundial a principios del siglo XXI. Es imprescindible que todos los esfuerzos y líneas de acción que se tomen desde el auténtico movimiento progresista -es decir, del movimiento en defensa de la humanidad- incorporen como objetivo la paz, pero desgraciadamente es difícil que se consiga impedir la guerra a gran escala; una de las partes, el imperialismo capitalista -muy especialmente el angloamericano- ha tomado sin ningún género de dudas la decisión de caminar en esa dirección, aún a sabiendas del desastre que supondrá para el conjunto del mundo.
El Reino Unido ya ha anunciado que mandará obuses con uranio empobrecido a Ucrania para que sean utilizados en la guerra de la OTAN contra Rusia. Los obuses con uranio empobrecido no dejan de ser armamento nuclear y su uso tiene unas consecuencias nefastas. Los británicos, por tanto, dan el primer paso para la escalada nuclear en la guerra en la que hemos entrado.
Cuando se produjo la retirada de las tropas yanquis de Afganistán, algunas organizaciones y analistas dijeron que esto suponía una tremenda derrota militar para el Ejército estadounidense. Nosotr@s comentamos que ojalá fuera así, pero que aquella retirada correspondía realmente a una reorganización de las tropas del imperio angloamericano de cara al nuevo escenario en que se estaba entrando. Obviamente aquello supuso un contratiempo militar, pero ni mucho menos fue una derrota total. Traemos este ejemplo a colación para hacer un símil con lo que está ocurriendo ahora en relación con el sector financiero: de nuevo algunas organizaciones y analistas interpretan esto como una nueva crisis financiera, superior a la crisis de 2008; en nuestra opinión esto no es así, sino que ello se corresponde -como decíamos- con una reorganización planificada del Sistema imperialista capitalista internacional hacia la monopolización y la limitación de gastos, especialmente mediante la reducción de puestos de trabajo.
La situación del Sistema imperialista capitalista es obviamente desastrosa. Todas las maniobras tácticas emprendidas, más o menos audaces, no van a resolver el fondo de la crisis, pero tampoco suponen la expresión del derrumbe inmediato del Sistema. Todo llegará, pero a su tiempo.
Los Bancos Centrales del Sistema imperialista capitalista internacional, excepto por ahora en el caso de Japón, han optado por subir los tipos de interés y reducir la masa monetaria circulante para controlar la inflación. El abecé de la economía es saber que la razón fundamental para el incremento de la inflación es el incremento de la masa monetaria de una forma exponencial, sin relación alguna con el incremento de la economía real. La inflación no es ni más ni menos que la expresión de la devaluación del valor de esa masa monetaria que ha crecido en más de un 400% por encima del valor real de los bienes y servicios que existen bajo la jurisdicción del imperialismo capitalista. Esa política de incremento de los tipos de interés y de recorte de la masa monetaria ha generado, como era previsible, efectos secundarios no deseados, tal como sucede con todo tratamiento que se aplique a cualquier estructura viva. Los ejecutivos de los bancos nacionales más importantes, sobre todo en el caso de los europeos y del Fed, no se han planteado revertir la subida de los tipos de interés, ni tan siquiera dar por finalizado ese proceso. Por el contrario, las declaraciones de Lafarge y Powell anuncian que se seguirán subiendo los tipos. Simultáneamente, aseguran que habrá toda la liquidez necesaria para las entidades financieras. La materialización de la absorción de Credit Suisse por parte de UBS es un ejemplo paradigmático de lo que decimos*, y similares procesos se han dado con los demás bancos que atraviesan problemas.
Con esa política de pretender soplar y sorber al mismo tiempo es muy difícil que alcancen el objetivo de bajar la inflación a un 2%, tal como es su intención. A los dirigentes de los bancos centrales les preocupa enormemente que surjan movimientos sociales que cuestionen la política global o parcial del imperialismo, tal como ocurre de alguna manera en Francia y en otros países europeos. Procuran, como hizo en su momento el Gobierno nazi o los Gobiernos de EEUU, que la repercusión sobre los sectores de las clases trabajadoras y de las “clases medias” no sea demasiado dramática, porque en el camino ya iniciado de una guerra global les es necesario contar con apoyos significativos entre tales sectores sociales. La no subida del Euribor, circunstancia que se esperaba como algo automático con las subidas de los tipos de interés, es un elemento muy significativo de ello y de los pactos bajo cuerda que existen entre las grandes entidades bancarias y el poder político y militar. Al fin y al cabo, la guerra es su gran negocio.
Es muy significativo observar cómo el Gobierno de Pedro Sánchez aporta lo que en este momento el imperialismo capitalista considera que le tiene más utilidad: su capacidad de control social. En él se esmeran cada vez más, incluyendo para ello la profundización represiva: la no derogación de la Ley Mordaza es un claro ejemplo, así como la reforma del Código Penal para castigar más duramente la lucha de los/as activistas. Esa capacidad de control social, aunque cada vez más mermada, es algo con lo que no contará un potencial Gobierno del PP, y eso es lo único que el actual Gobierno le puede ofrecer al capitalismo imperialista internacional, conocedor del potencial revolucionario de los pueblos del Estado español, al que tienen un terror atávico.
Pero los pueblos trabajadores ya han comenzado a levantarse. No conseguirán sus objetivos.
Fuente: Pueblo Comunero
23 de marzo de 2023