"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

Estados Unidos: una economía de guerra contra la sociedad

En 1965, el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson describió su proyecto de ‘La Gran Sociedad’, que se basaba “en la abundancia y la libertad para todos”, por lo que exigía “el fin de la pobreza y la injusticia racial”. Poco después, Johnson añadiría “creo que podemos continuar con ‘La Gran Sociedad’ mientras luchamos en Vietnam”.

La ‘Gran Sociedad’ constituía “el programa más ambicioso de reforma interna desde el New Deal”, procurando profundizar en derechos civiles, luchar contra la pobreza, mejorar la educación, establecer cobertura médica y limpiar el medio ambiente, entre otras cosas. Este proyecto social avanzaría con una escalada bélica. Johnson había incrementado las tropas de su país en Vietnam de 16.000 a 537.000 a lo largo de su gobierno entre 1963-1968.

Los fondos destinados a la guerra en Vietnam superaron fuertemente los que Johnson conseguía pasar en el Congreso para financiar su proyecto social. Estados Unidos gastó  300.000 dólares por cada enemigo asesinado en Vietnam, mientras asignaba 88 dólares por persona a los programas de alivio de la pobreza. Entre 1965 y 1973, se gastaron 15.500 millones de dólares en la Gran Sociedad y 120.000 millones de dólares en la Guerra de Vietnam.

El costo de la guerra de Vietnam

Francis M. Bator, asesor de seguridad nacional durante 1965-1967, sostiene que Johnson creía que si abandonaba la guerra en Vietnam, su presidencia sería destruida y, por ende, la Gran Sociedad también porque los proyectos sociales hubieran llegado muertos al Congreso. Años después, Johnson admitiría que no le fue posible poseer «la mujer que realmente amaba, la Gran Sociedad», y también «esa perra de guerra en el otro lado del mundo».

En toda la guerra de Vietnam entre 1961-1975, Estados Unidos gastó más de 141.000 millones de dólares. Sumados otros gastos militares relacionados al conflicto, el monto llega a 168.000 millones (un billón en dólares actuales). Una secuela de la guerra es que las pensiones a veteranos de Vietnam y sus familias aún cuestan 22.000 millones por año: entre 1970-2021 han costado 270.000 millones de dólares.

Para Martin Luther King la Gran Sociedad fue «abatida en el campo de batalla de Vietnam». King condenaba el expansionismo estadounidense, declarando que estaba basado en “racismo, materialismo y militarismo”, caracterizado por “socialismo para los ricos” e “individualismo para los pobres”, porque los recursos al sector militar se obtenían a través de la reducción de las leyes sociales progresistas.

King afirmó que vio a la Gran Sociedad como un “programa roto y destripado, como si fuera un juguete político ocioso de una sociedad enloquecida por la guerra, y supe que Estados Unidos nunca invertiría los fondos o energías necesarias en la rehabilitación de sus pobres mientras continuaran aventuras como Vietnam. King concluiría que Estados Unidos afrontaba “dos guerras al mismo tiempo, la guerra en Vietnam y la guerra contra la pobreza, y estaba perdiendo ambas”.

El shock neoliberal de Nixon

Con la llegada de Richard Nixon a la presidencia en reemplazo de Johnson en 1968, no sólo Estados Unidos acabaría perdiendo la guerra de Vietnam, sino que el proyecto de Gran Sociedad sería barrido por el proyecto neoliberal. El pacto social que había permitido la ‘era dorada del capitalismo’, con el Estado actuando para mitigar desigualdades, se rompió. A partir de ahí los beneficiarios indudables de estas políticas han sido los dueños del capital, siendo una de las principales pruebas la reducción de la participación de los salarios en el PBI.

La política económica que se conoció como el “shock de Nixon”, explica Jude Folly, congeló precios y salarios por 90 días. Pero mientras los precios recuperaron su trayectoria alcista, no así los salarios que sufrieron con el aumento del costo de vida. A partir de ahí, afirma, “la comunidad empresarial incorporó la supresión de salarios” como la nueva forma de funcionamiento de la economía.

Un informe en 2019 de la Cámara de Diputados reconoce la falta de poder de negociación de trabajadores de bajos salarios, y admite su responsabilidad porque en los últimos 40 años “el Congreso no ha logrado aumentar lo suficiente el salario mínimo nacional para mantener el nivel de vida.”

La Cámara aprobó un proyecto de ley para aumentar, por primera vez desde 2007, el salario mínimo a 15 dólares por hora para 2024 e indexarlos al crecimiento del salario medio, lo que más que duplicaría su nivel anterior de 7,25 dólares. Folly señala que desde la sanción de la ley de salario mínimo en 1938 hasta 1968, el Congreso había aprobado constantemente aumentos en paridad con las ganancias de productividad. Si eso hubiera continuado hasta la actualidad, el salario mínimo hoy sería de 24 dólares.

En cambio, de 1975 a 2018, la participación de los ingresos de 90 por ciento de los estadounidenses cayó de 67 a 50 por ciento, mientras que la del 1 por ciento de mayores ingresos aumentó de 9 a 22 por ciento.

Así, mientras el PBI per cápita creció 118 por ciento en el período, el de la parte inferior lo hizo en cerca de 20 por ciento y el del 1 por ciento lo hizo más de 300 por ciento. En particular, el pago (ajustado por inflación) de los principales ejecutivos aumentó un 1322 por ciento entre 1978 y 2020, equivalente a 351 veces más que el salario de un trabajador medio en 2020.

Como resultado, a partir de 1975, a diferencia de lo sucedido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, los ingresos del 90 por ciento inferior de las personas crecieron más lentamente que la economía en su conjunto, mientras que los ingresos del 10 por ciento superior lo hicieron más rápido. En 2018, significó una transferencia de 2,5 billones y entre 1975-2018, una acumulada de 47 billones. Consecuentemente, la riqueza en Estados Unidos a fines de 2021 es la más alta desde la Segunda Guerra Mundial.

El poder del complejo militar – industrial

En 1961, al despedirse de la presidencia, Dwight D. Eisenhower alertaba que, por la Guerra Fría, el país estaba desarrollando “un inmenso establecimiento militar y una gran industria armamentística” cuya influencia se sentía en todos los aspectos de la vida del país. Si bien reconocía “la necesidad imperiosa de este desarrollo”, no dejaba “de comprender sus graves implicaciones.”

En particular, advertía que había que cuidarse “de una influencia injustificada” de ese “complejo militar-industrial” dentro del gobierno. Eisenhower afirmó que “cada arma que se fabrica, cada buque de guerra lanzado, cada cohete disparado significa, en última instancia, un robo a los que tienen hambre y no se alimentan, a los que tienen frío y no tienen ropa.”

Habiendo llegado a 13 por ciento del PBI en 1952, el gasto militar fue cayendo hasta cerca del 6 por ciento al final de la Guerra Fría. Con el fin de la Unión Soviética, se especulaba con que a los estadounidenses ya no tendrían razón para un gasto militar elevado. En los ’90, Bush (padre) y Clinton intentaron reducirlo, pero luego Bush (hijo) y Obama lo aumentaron entre 3 y 6 por ciento del PIB. Desde 1991, sólo en 1997 y 2000 Estados Unidos no estuvo en un enfrentamiento bélico. En este período se involucró en cerca de 15 guerras, sin contar otras intervenciones. Así, mantuvo la tendencia que revela que en sólo 17 años desde que declaró su independencia en 1776 no estuvo en guerra.

Una visión del impacto del gasto militar de Estados Unidos en este siglo es la referencia de los 93,26 millones de dólares por hora que le cuesta la guerra contra el terrorismo, según el conteo del sitio National Priorities, llevando el monto total acumulado desde 2001 a más de 7,6 billones de dólares.

El inmenso gasto militar

El presupuesto militar para 2022 fue 778.000 millones de dólares, y para 2023 se solicitó 813.000 millones. Con casi 40 por ciento del presupuesto militar mundial, Estados Unidos supera lo que gastan en ese rubro los próximos once países juntos.

El Departamento de Defensa con de 715.000 millones en el presupuesto de 2022 es el segundo mayor ítem del gasto fiscal después de Seguridad Social. Otras agencias también están vinculadas al esfuerzo militar: los Departamentos de Asuntos de Veteranos y Seguridad Nacional, y el FBI. Además, como Operaciones de Contingencia en el Extranjero, con un presupuesto de 69.000 millones de dólares, aparece el costo de las guerras pasadas. Así, el gasto militar total en 2021 terminó siendo casi de 934.000 millones.

Al analizar el tamaño del gasto militar, Kori Schake cita al ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell: “muéstrame tu presupuesto y te diré tu estrategia”, para concluir que Estados Unidos debe expandir su presupuesto en 50 por ciento para cumplir los objetivos que expresan sus líderes.

Schake sostiene que “las fuerzas armadas estadounidenses actuales están dimensionadas para pelear una sola guerra” a la vez, por debajo de lo que se procura. Matthew Kroenig, del Atlantic Council, postuló que Estados Unidos debía prepararse para ganar guerras simultáneas contra Rusia y China, por lo que considera que el Congreso podría hasta “duplicar los gastos de defensa”.

Sharon Zhang se impacta del monto militar presupuestado porque el Senado no aprobó 350.000 millones al año para gastos sociales cruciales para salvar a muchos estadounidenses de bajos y medianos ingresos de la ruina financiera por considerarlo excesivo.

Biden ya envió 2400 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania desde febrero. Mientras, la expectativa de vida en Estados Unidos cayó de 78,86 años en 2019 a 76,60 años en 2021. En ese contexto YifatSusskind/status/1508171502373457927″>Yifat Susskind, directora ejecutiva de la organización MADRE, manifestó parafraseando a Eisenhower “nos están robando recursos” a nuestras comunidades “para alimentar el hambre interminable del complejo militar-industrial”.

 

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