El año 2024 en Venezuela culmina con importantes logros y desafíos para el desarrollo de la vida política y económica del país.
Los procesos de conducción del gobierno venezolano y de las instituciones nacionales se caracterizaron por su afianzamiento, lo que configuró las condiciones y la acumulación de nuevos saldos económicos que han repercutido de manera integral y favorable sobre la cotidianidad nacional.
Vértice político
El 28 de julio el chavismo se consolidó como la primera fuerza política-electoral del país al lograr la escogencia de Nicolás Maduro para un nuevo periodo presidencial. Este proceso estuvo caracterizado por diversos hechos significativos. Uno de ellos consiste en que se trató de una fecha electoral cuyos mecanismos políticos fueron desarrollados en línea con el Acuerdo de Barbados, firmado entre el chavismo y algunos segmentos de la oposición.
Previo a los comicios, un sector de la oposición había elegido a María Corina Machado como abanderada, aunque estaban conscientes de su inhabilitación para participar el 28 de julio. En consecuencia, se sumieron en una crisis de representación y disputa interna que devino en el surgimiento de Edmundo González Urrutia como candidato «unitario».
Sin embargo, a pesar de que el chavismo logró la mayoría de los sufragios en las elecciones presidenciales, factores de la oposición venezolana lograron fabricar condiciones para una crisis de deslegitimación interna al divulgar actas sin verificación como supuestos resultados, lo que repercutió en el reconocimiento internacional a los comicios. El Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), concretamente la Sala Electoral de la máxima corte, respaldaron los resultados, lo cual afianzó y complementó su acción institucional para preservar las garantías políticas, correspondientes a la defensa del resultado del proceso.
La oposición venezolana impulsó protestas violentas, focos de violencia armada y llamó a la insurrección militar, en una nueva, pero estrepitosamente fallida operación de cambio de régimen. Pero el país preservó la paz política e institucional, situación que debilitó los vectores de la conmoción.
El 2024 finaliza con una nueva ratificación del chavismo en la dirección del Ejecutivo Nacional que será efectiva desde el 10 de enero del año entrante, mientras que, en el ámbito de la oposición venezolana en conjunto, sus orgánicas políticas se diseminaron a causa de un acumulado de convocatorias que resultaron cada vez más débiles, estrategias fallidas, promesas triunfales de liderazgos mesiánicos que no se materializaron en resultados tangibles, dirigentes que se han dividido de cara a las elecciones de cargos en 2025 y mediante debates y diatribas internas sobre la estrategia de abordaje del cuadro político.
Hay un frente externo dividido sobre el nuevo periodo presidencial. Edmundo González Urrutia se ha autoproclamado presidente electo en el exilio y, hasta ahora, solo un puñado de países, entre ellos Estados Unidos, lo han declarado como tal. Si bien la mayoría de los Estados con los que Venezuela tiene relaciones diplomáticas ha reconocido la reelección del presidente Maduro, el año 2025 podría marcar el inicio de una reedición de la agenda de sanciones ilegales y «máxima presión» sobre la economía del país.
Uno de los ámbitos donde el chavismo logró avanzar con mayor consistencia fue en el de la gobernanza política interna, la cual se desarrolló desde múltiples vectores que favorecieron la articulación social e institucional.
El gobierno venezolano logró maximizar los atributos políticos ofrecidos por la recuperación del chavismo del parlamento nacional, desde la elección del 2020, y así se facilitó la cohesión institucional al concretar nombramientos en el Poder Ciudadano.
El despliegue de diversos mecanismos de diálogo y trabajo, en varias bandas, con los sectores económicos, con factores políticos opositores, con aliados internacionales y con la multiplicidad de agrupaciones políticas y sociales intrínsecas al chavismo permitieron la consolidación de un terreno fértil para el gobierno bolivariano.
En el frente internacional, este año el presidente Maduro acudió a Kazán como invitado en la Cumbre de los Brics, y su gobierno realizó visitas al más alto nivel a China, India, Argelia y otros países. Uno de los hitos de las relaciones internacionales venezolanas fue la realización en Caracas de un nuevo encuentro de la Comisión Interministerial de Alto Nivel Venezuela-Rusia. También en Caracas se realizó una nueva Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la ALBA-TCP. Estos elementos fueron característicos de la agenda de relaciones internacionales en varios ejes, con las cuales se generaron acuerdos efectivos.
Este conjunto de acciones permitieron al gobierno bolivariano maniobrar y construir políticas, avanzar en medidas efectivas y construir agendas de mediano plazo en aras de superar algunos condicionantes del bloqueo ilegal, además de que en el ámbito de la gestión siguió desarrollando credibilidad en la conducción —castigando corruptos— y materializando acuerdos de amplio alcance.
La gobernanza, como factor denominador de la estabilidad, fue un componente de la solidez política con la que el país superó los intentos de conmoción inducidos a finales de julio, especialmente instrumentando los pilares de la seguridad interna, luego de un difícil pero sustancioso proceso de construcción de consensos políticos y sociales transversales, con el fin de preservar la paz y la estabilidad.
Vértice económico
Durante 2024 la economía venezolana se fortaleció basada en la estabilidad política e institucional, la cual trascendió hacia diversos sectores. Este año la sinergia entre el gobierno y los actores económicos fue virtuosa y congruente con las necesidades de una economía bajo sanciones coercitivas, hasta generar resultados positivos.
De acuerdo con datos divulgados por el Banco Central de Venezuela (BCV), el Producto Interno Bruto (PIB) de los trimestres 1 y 2 de este año creció 8,4% y 8,7%, respectivamente.
En el caso de las actividades por sector, tal como fue en el caso del petrolero, se situaron en 15,8% y 11% para los mismos periodos, mientras que las actividades no petroleras crecieron 5,5% y 6,5%. El BCV no ha actualizado datos sobre el PIB del tercer trimestre del año.
En cuanto a la inflación, Venezuela cerraría este año con los niveles más bajos en más de una década. El índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) correspondiente a octubre pasado refirió una inflación intermensual de 4%, hasta ahora el mes más inflacionario del año.
Los datos del BCV refieren que la inflación acumulada en el periodo enero-octubre de 2024 fue de 16,6%, mientras que la anualizada (octubre de 2023 a octubre de 2024) fue de 23,6%.
Uno de los componentes de la considerable desaceleración de este fenómeno en Venezuela durante 2024 fue la variación, sumamente menor, del Tipo de Cambio oficial o de referencia, publicado por el BCV. Según la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, la variación en el periodo enero-septiembre 2024 llegó a 2,68%. Para verlo en términos comparativos, en 2023 fue de 96,84%, mientras que en 2021 fue de 260% para el mismo lapso.
Sin embargo, los meses de octubre y noviembre sufrieron alzas en el tipo de cambio de referencia BCV, así como también en el marcador no oficial (dólar paralelo), lo que creó una significativa brecha cambiaria de hasta 26% entre ambos valores, hecho que ocasionó desajustes que fueron corregidos hasta finales de noviembre. Lo que quiere decir que, probablemente, esto impactará el INPC de los meses noviembre y diciembre, los cuales suelen ser de los más inflacionarios del año.
Gran parte de las actividades económicas se han visto impulsadas por el incremento de la actividad crediticia. En este aspecto, la banca venezolana presentó un crecimiento interanual de 103,96% al cierre de septiembre de 2024.
Según el gremio empresarial venezolano Conindustria, durante el periodo enero-septiembre de 2024 la expansión de la producción industrial fue de 15,9%. Agregaron que para el tercer trimestre la producción industrial privada creció 7,6% al compararlo con el mismo periodo de 2023.
Por su parte, la patronal del comercio y servicios, Consecomercio, estima que cerrarán el año con un crecimiento de entre 2,5% y 3%. El gremio ha informado que el sector ha experimentado un crecimiento de 2,8% en el primer semestre de 2024 en comparación con el año anterior.
Estos avances en materia económica tienen puntos cardinales vinculados con la política. Uno de ellos es el mejoramiento del clima de las actividades económicas en un contexto donde la desestabilización interna fue replegada.
En segundo lugar, las hojas de ruta de trabajo que el gobierno venezolano logró consolidar mediante la construcción de políticas, desde la Agenda Económica Bolivariana, desarrollaron vértices extensivos a los actores privados nacionales e internacionales que han invertido en el país.
Seguidamente, es destacable que luego de la coyuntura política que se intentó posicionar a partir del 28 de julio, la mayoría de los actores del sector privado venezolano no suscribió agendas de desestabilización de manera abierta y, según las investigaciones, solo en el estado Zulia un actor específico participó en actividades insurrectas, a contracorriente de la mayoría de gremios y factores.
Además, diversos grupos se han inscrito en iniciativas para fijar postura adversa al recrudecimiento de sanciones, refiriendo con ello las necesidades del sector privado con vistas al desarrollo de condiciones de normalidad para el desenvolvimiento de la vida económica.
Perspectivas para 2025
El futuro de Venezuela para el próximo año podría estar delineado por la conjugación de la política interna y el desarrollo de agendas de la política exterior en el país, cuyo despliegue se podría colateralizar sobre la economía.
Por un lado, las acciones destituyentes de factores radicales de la oposición venezolana, quienes han propuesto una «parálisis» de la política, instando a diversos actores políticos opositores a no «pasar la página», en función de un pretendido e ilegal ascenso de Edmundo González a la presidencia el 10 de enero, tal como él lo ha prometido incesantemente desde España.
Dichas afirmaciones solo tienen asidero en la posibilidad del uso de la fuerza, que en este caso tendría que desarrollarse mediante mecanismos foráneos, irregulares y difusos, bajo el auspicio de actores políticos venezolanos fuera del país, tal como es el caso de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.
En el caso de la nueva Administración Trump en la Casa Blanca, hay considerables posibilidades de que los métodos de asedio a la economía venezolana puedan recrudecerse, pero diversos análisis en Estados Unidos se inclinan por la probabilidad de una relación difícil, pero con distensiones —especialmente en materia energética y migratoria—, entre Washington y Caracas. No hay escenarios definitivamente claros de lo que puede ocurrir.
Tanto las matrices de desestabilización a lo interno, como las medidas foráneas adversas a las actividades de hidrocarburos de Venezuela, podrían converger negativamente sobre las dinámicas económicas del país.
Dicho de otra manera, el futuro de diversos agentes de la economía venezolana, tanto en los sectores petroleros como no petroleros, tanto en empresas públicas como privadas, podría ser perturbado por factores externos al país, quienes intentarían hacer retroceder los logros alcanzados y destruir la articulación y esfuerzo de estos años.
Pero Venezuela ha desarrollado capacidades de resiliencia, y la composición de su economía en 2024 dista mucho de la que existía en el periodo 2017-2019, pues ha habido un metabolismo menos dependiente de la renta petrolera y, al mismo tiempo, evasivo del bloqueo, que podría contener los alcances de una nueva «máxima presión».
Para 2025, nuevamente, podrían apreciarse en el contexto externo las posiciones divididas sobre Venezuela. Pero el país podría continuar desarrollando sus ejes de relación con los bloques emergentes y países del Sur Global con los cuales ha construido sinergias positivas que han permitido desmantelar las narrativas predominantes de «aislamiento» y la «comunidad internacional» en contra.
Sobre las palabras claves para definir las perspectivas del año 2025, una de ellas es «incertidumbre», pero esta recae sobre el desarrollo de agendas externas a las dinámicas en el país y sus involucrados.
Mientras que el directorio del chavismo se inclinará por una estrategia de «consolidación» y «afianzamiento» sobre los logros de 2024 y sobre la experiencia y vectores de maniobra que ha desarrollado en los últimos años.
En el 2025 Venezuela elegirá cargos al parlamento nacional, gobernadores y alcaldes en todo el país. Serán comicios en los que se producirá una coincidencia de diferentes sujetos políticos y organizaciones, pues la elección de estos cargos implica la disputa de cuotas de poder en diversas proporciones.
El ala dura de la oposición probablemente reedite la estrategia del boicot y el señalamiento a los partidos y dirigentes que decidan participar, mientras que el chavismo y otras partes disputarán espacios de gobierno en medio de un posible contexto de nuevas presiones externas, como elemento integrante de la diatriba.