Mientras en Colombia se suceden flagrantes episodios de terrorismo de Estado contra manifestantes civiles, desapariciones sistemáticas y crímenes encubiertos por parte de los poderes establecidos, en Israel se perpetra una limpieza étnica en toda la regla contra el pueblo Palestino, o en Chile todavía claman justicia por la represión continua de ese estado neoliberal policial y libertad a los miles de presxs políticxs, las Naciones Unidas y la Organización de Estado Americanos (OEA) callan impunemente y omiten toda condena a estos hechos. Sin embargo, en las últimas jornadas hicieron oír su voz para señalar a una nación asediada desde hace décadas por Estados Unidos, como es Nicaragua, y a su actual Gobierno, presidido por Daniel Ortega.
A esto se añade el bloqueo y las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. En los últimos días Estados Unidos congeló en un banco extranjero el dinero enviado por Venezuela para comprar vacunas en un país europeo. Esta acción entre tantas otras sanciones que violan la legislación internacional y los derechos humanos de los pueblos de los países asediados evidencian los crímenes de lesa humanidad de que son víctimas tres países hermanos, mientras los pueblos del mundo se movilizan contra el sitio de guerra impuesto sobre Cuba, desde hace más de 60 años, el más largo y cruel en la historia de la humanidad
Desde el capítulo Argentina de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, disputamos esa voz cobardemente malversada por la OEA para denunciar el doble rasero de los organismos internacionales que deberían defender a los pueblos presionados y sancionados ilegalmente por el unilateralismo estadounidense.
Las tensiones internas entre los sectores opositores y oficialistas en el ámbito político nicaragüense no solo son producto de injerencias y financiaciones indebidas y encubiertas por parte del Departamento de Estado norteamericano, sino también de la vocación hegemónica demostrada por Washington para socavar, inhibir y malograr el proceso democrático nicaragüense iniciado en 2007 con el triunfo electoral del sandinismo.
Las recientes acciones de la OEA bajo la secretaría general de Luis Almagro, no solo resultan nulas jurídicamente para el derecho internacional, sino que muestran el sustrato perverso y alejado de toda ética humanista que domina a esta institución interamericana, definitivamente sujeta a la diplomacia imperial conducida de forma sangrienta por Washington.
En este sentido, el capítulo Argentina de la REDH lamenta profundamente que, después de observarse un giro político desde la obsecuencia de anteriores gobiernos hacia posturas más soberanas, luego algunas cancillerías latinoamericanas llamasen a consultas a sus respectivos embajadores acreditados en Nicaragua. Un acto ciertamente infortunado que refuerza esta diplomacia imperial y no contribuye a esclarecer el entramado desestabilizador que hoy se le impone a la nación centroamericana.
Las manifestaciones del propio Secretario General de la ONU, António Guterres, expresando su preocupación por los políticos detenidos en Nicaragua, pero omitiendo las masacres que están teniendo lugar hoy mismo en Colombia o Israel bajo gobiernos criptofascistas, o el fraude y alusiones golpistas en Perú para evitar el triunfo popular en las urnas; evidencia lo más execrable, cómplice y mendaz que puede verse en el ámbito de la diplomacia, hoy extraviada en el laberinto de una civilización decadente conducida por el gobierno de los Estados Unidos.
Desde la REDH Argentina exigimos que la diplomacia continental se ajuste a un principio de equidad interpretativa de los eventos de Nuestra América y condene en primerísimo lugar y sin eufemismos las muchas y variadas acciones inaceptables e incluso genocidas, hoy en pleno desarrollo en varios puntos de Nuestra América, y no precisamente en Nicaragua.
Capítulo Argentina de la REDH