La Brown University estadounidense, que desde hace 20 años viene contabilizando el costo humano y financiero de la «guerra sin fin» o «guerra contra el terrorismo», acaba de publicar un balance provisional.
El costo humano general –exceptuando las personas reportadas como desaparecidas– es de entre 897 000 y 929 000 muertos. Sin embargo sólo incluye las personas muertas en Afganistán, Irak, Pakistán, Siria y Yemen, lo cual implica que habría que incluir al menos 120 000 muertos más en Libia.
El costo financiero, sólo para Estados Unidos, sería de 8 049 000 000 000 dólares. A esa cifra, ya astronómica, proveniente de los bolsillos del contribuyente estadounidense, habría que agregar los cientos de miles de millones arrebatados a los fondos públicos de afganos, iraquíes, libios, sirios y yemenitas, cuyos países han quedado mayormente reducidos a montones de ruinas.
Se suponía que la «guerra sin fin» eliminaría el terrorismo. Pero desde que Estados Unidos la inició, bajo la administración de George Bush hijo (en la foto), los actos de terrorismo se han hecho aún más numerosos y más sangrientos y el mundo asistió incluso a un intento de crear un país terrorista: el llamado Estado Islámico en Irak y Siria.
Incluso aceptando el discurso oficial actual, este balance, que es sólo provisional, demuestra que toda esta carnicería no ha servido de nada.