"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La desmesura sancionatoria de EEUU dispara al corazón del capitalismo

Desde hace meses algunos economistas desligados de los circuitos mainstream, críticos del sistema capitalista como Michael Roberts, vienen previendo un cuadro de inflación y recesión (estanflación) en Estados Unidos y Europa, y es ahora cuando, con el estallido de la operación militar rusa en Ucrania, se empieza a notar demasiado frente a la ojos de los incautos y los ciegos de arrogancia.

La euforia de las «sanciones» gringo-europeas contra Rusia se une a la fuerte desaceleración económica y comercial, y por ende financiera, que se experimentó durante los primeros dos años de pandemia covid, y que sigue arrastrando sus coletazos a la sociedad occidental.

Empresas medianas y pequeñas han sido devoradas por los grandes capitales, el empleo ha sufrido un revés en muchas latitudes del mundo, provocando una crisis social sin precedentes en la historia de la humanidad, recayendo sobre los hogares con menores ingresos todo el peso de las medidas de guerra financiera y comercial llevadas a cabo por Washington.

Los indicadores de que estamos en un periodo de recesión en el campo occidental son notorios, con una aceleración de este escenario debido a la hybris sancionatoria.

La fragilidad productiva del capitalismo mundial bajo «sanciones»

Antes de que el presidente Vladímir Putin diera la orden militar para «desmilitarizar» y «desnazificar» a Ucrania, la desaceleración económica estaba siendo reportada, unida al aumento de la inflación en Estados Unidos y Europa.

Durante semanas se retrasó la medida de la Reserva Federal estadounidense de subir los tipos de interés como medida, hecho que ya fue anunciado este 16 de marzo con el objetivo de «combatir la inflación» luego de que subieran los precios de algunas materias primas y la interrupción en las cadenas de suministro, en específico del petróleo, el gas y los alimentos producto de la guerra financiera occidental contra Rusia.

Ya no se trata de una crisis por el lado de la demanda como los ya experimentados en 2008-2009 y en 2020-2021, sino de la oferta: la capacidad de producción de bienes y servicios en la economía capitalista mundial se ha visto disminuida en el corto y mediano plazo.

Comenta el economista de Reuters, John Kemp: «La crisis amenaza con perturbar el comercio mundial de materias primas y componentes industriales esenciales, desde el aluminio, el níquel y los gases nobles hasta las piezas de automóvil, el transporte marítimo y el transporte ferroviario terrestre».

Aunque la visión de Kemp es pro-estadounidense, no duda en comentar que son los ciudadanos de a pie en Occidente los que pagarán caro las repercusiones sancionatorias:

«Los hogares con menores ingresos de las economías avanzadas y en desarrollo se verán especialmente afectados, ya que gastan una parte mucho mayor de sus ingresos en alimentos y combustible y tienen menos opciones para modificar sus patrones de gasto».

Las medidas coercitivas, sobre todo las de países anglo, «aumentan los trastornos económicos», dice Kemp, y están provocando que el mercado ruso en materia energética y alimentaria se relocalicen en Eurasia y otros nodos del mundo multipolar.

El hecho de que no haya manera alguna de que Estados Unidos y Europa puedan sustituir totalmente las exportaciones rusas de petróleo y gas en los próximos 12 meses abrirá definitivamente las compuertas de la estanflación, que apenas se viene asomando y los bolsillos del común ya lo resienten.

El análisis citado de Kemp fue publicado antes de que Estados Unidos y Reino Unido anunciaran que el embargo energético ruso va. En el escenario anterior, escribía que un escalonamiento progresivo de las «sanciones» «daría más tiempo para asegurar los suministros de reemplazo de otros, como Arabia Saudí, Qatar, Irán, Venezuela y la industria de esquisto de Estados Unidos durante los 12 a 36 meses».

Ahora ello parece más difícil, aun cuando desde Venezuela haya la voluntad de producir más con un hipotético levantamiento del bloqueo y embargo a PDVSA, que permitiría acceder al mercado de capitales estadounidense y europeo para mayor inversión en la Faja Petrolífera del Orinoco, y por lo tanto habría un alivio en el lado de la oferta energética en el Hemisferio Occidental.

Pero no sería suficiente, pensándolo con cabeza fría, al menos en el corto plazo. Porque los precios del crudo no solo dependen de la oferta en el mercado estadounidense, sino mundial. Y las cadenas de suministro están siendo afectadas gravemente, de acuerdo a un informe reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI).

  • Dice el informe, de manera explícita: «Las sanciones sin precedentes impuestas a Rusia perjudicarán la intermediación financiera y el comercio, lo que conducirá inevitablemente a la recesión».

Más aún si tomamos en cuenta las amenazas de la administración de Joe Biden de emitir medidas contra China, el principal taller productivo del capitalismo mundial, por su apoyo a Rusia como aliado estratégico integrado.

Tal parece que Estados Unidos, «sancionando» a Rusia, está declarándole la guerra al neoliberalismo como expresión del sistema capitalista actual. ¿Esto es producto de un juego calculado o es pura desmesura del eximperio? A juzgar por las «brillantes» mentes que toman las riendas en la Casa Blanca, que no pueden ver más allá de lo que dicta su ombliguismo visceral, la segunda opción es más lógica que la primera.

A prender otra vez la máquina de imprimir dólares

Tyler Durden, quien mantiene el sitio ZeroHedge sobre los mercados financieros estadounidenses y mundiales en general, hizo un análisis de la subida de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal difícil de resumir en estas pocas páginas, pero que se puede sintetizar en lo siguiente: los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense caen en picada y, por ende, ello se repercutirá en una mayor inyección de liquidez dolarizada, luego de que en Estados Unidos se decida una vez más prender la máquina de imprimir billetes verdes.

El analista financiero está de acuerdo con Roberts en que se prevé una estanflación provocada por las «erróneas políticas» de la Reserva Federal. La impresión incesante de dólares producirá más inflación, a su juicio, y habrá una contracción de la demanda como consecuencia inmediata, es decir, que no solo habrá un cuadro de crisis en la oferta de productos energéticos y alimentarios, sino que habrá cada vez menos ciudadanos que podrán comprarlos a los precios de mercado.

Lo interesante de su análisis es que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, busca «seguir subiendo los tipos en los próximos meses con la esperanza de inducir una modesta recesión para aplastar la demanda de materias primas». Traducción literal: los oligarcas financieros de Wall Street están tratando de enmendar los errores de economía política de la administración Biden apuntalando una mayor crisis en los bolsillos de la ciudadanía occidental.

Vale destacar que la altísima inflación que se espera a escala global repercutirá directamente en América Latina y el Caribe, teniendo en cuenta la alta dependencia en materia de importaciones en las áreas de materias primas energéticas y alimentarias en la mayoría de los países de la región.

Mientras en Eurasia están tomando las medidas pertinentes para desdolarizar su integración económica, financiera y comercial, en el campo latinocaribeño aún dependemos del sistema dolarcéntrico por proximidad mercantil y, por ende, estamos expuestos a la locura sistemática de los operadores de economía política estadounidense. La depresión, y no solo la recesión económica, está tocando nuestras puertas.

Las alarmas ya están prendidas, toca de nuestra parte escucharlas con previsión y asertividad (ergo, ¡a comprar oro!).

 

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