Para muchos, es “sorprendente” el despertar del gigante Chino. Desde la época en que Mao Tse-Tung fundó la República Popular China (1948), hasta el presente, es muy poco lo que queda de aquella nación otrora atrasada, feudal, campesina en su casi totalidad donde los emperadores mandarines eran aclamados como dioses. De las viejas escuelas y doctrinas del confucianismo, el taoísmo y las escuelas filosóficas budistas que inician en el siglo VI A.C, ha emergido una potencia que da cobijo a más de 1.300 millones de habitantes y ha roto con los esquemas de la dependencia de bloques hegemónicos y, por el contrario, se ha mantenido firme en el desarrollo de un sistema político-económico-militar-cultural-social que obedece a sus particularidades y que lo torna incompresible a los ojos de quienes miran sin ver. Como lo afirmara Mao en un discurso en 1956 «Aunque hemos alcanzado logros extraordinariamente importantes, no hay razón alguna para ser arrogantes. La modestia hace avanzar; la arrogancia, retroceder. Debería recordar siempre esta verdad».[1] De esa manera sencilla, simple y pragmática, con esa paciencia desesperante, los chinos se han sacudido el polvo del pasado y hoy disputan el liderazgo mundial de ser la primera potencia económica, la “gran fábrica” del planeta como lo vaticinara Richard Nixon el 1969.[2]
El 18 de octubre de 2017 se realizó en Beijing el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China. Allí, el Presidente Xi Jinping presentó un largo informe[3] donde resumió las tareas y los cambios realizados durante los últimos cinco años, el pensamiento sobre el socialismo con peculiaridades chinas, los avances para el logre de un desarrollo integral, la visión de una economía moderna y abierta, el modelo de implementación de un modelo de país con el pueblo al frente como dueño del mismo, el afianzamiento de la cultura china como elemento de la identidad nacional, el elevamiento de las condiciones de vida del pueblo y el fortalecimiento de la innovación y gobernanza social, la aceleración de la reforma de la civilización ecológica y la construcción de una bella China, el fortalecimiento del Ejército chino y la modernización de las Fuerzas Armadas, perseverar en la directriz de “un país con dos sistemas” y el impulso a la reunificación del país, perseverar en el desarrollo pacífico e impulso de la construcción de la comunidad de destino de la humanidad y firmeza e invariabilidad en el disciplinamiento integral y riguroso del Partido Comunista Chino para elevar constantemente su capacidad de gobernar.
Cinco elementos, cuatro integridades.
En los últimos años, tal vez desde la época de Den Xiaoping, el liderazgo chino ha venido impulsando una visión de conjunto basada en un compuesto de cinco elementos, a saber: la construcción económica, la política, la cultural, la social y la de la civilización ecológica. Un verdadero plan de desarrollo concebido en función del trabajo como valor transformador de una inmensa nación. Para quienes cuestionan el crecimiento chino y le endilgan ser un país imperialista de nuevo tipo, apenas rozan en sus analices lo que a la calladita y en su estilo y sello muy a lo chino vienen ellos realizando. Se empeñaron en transformar su economía, llevándola a sitiales inimaginables por los grandes cerebros de la economía. El crecimiento económico chino se ha mantenido en ritmo medio superior, muy a la vanguardia de las principales potencias del mundo y el PIB ha aumentado de 54 billones de yuanes a 80 billones, incremento que los ubica en un empate técnico con los EE.UU a la cabeza de la economía mundial. Ese crecimiento representa un poco más del 30% de la economía global. La estructura toda de su economía ha sufrido cambios radicales. La llamada economía emergente y la digital las han impulsado de manera acelerada, sin descuidar la agricultura con una producción cerealera de más de 600 millones de toneladas. Han sido unos verdaderos innovadores con logros científicos y tecnológicos notables como el módulo espacial Tiangong; el batiscafo tripulado Jiaolong; el Tianyan, el mayor radiotelescopio esférico del mundo; el Wukong, un satélite explorador de partículas oscuras. Completaron los pasos para una economía abierta y el comercio exterior y las inversiones extranjeras, así como las reservas en divisas figuran sólidamente en la primera fila mundial. China ha crecido a basa de trabajo y eso causa envidias y resquemores, incluso académicos y no se diga políticos.
Si bien su desarrollo creciente e incesante se ha fundamentado en los cinco elementos mencionados, ellos también se plantearon dar cumplimiento a las cuatro integralidades conocidas como: integralidad en la culminación de la construcción de una sociedad modestamente acomodada; profundización de la reforma de la sociedad; la gobernanza del país según la ley y, finalmente, el disciplinamiento riguroso del Partido Comunista Chino. La reforma integral de su sistema gubernativo la han promovido los chinos en profundidad y ha tenido un carácter holístico, sistémico y sinérgico, aplicándola a más de 1.500 medidas, transformando los principales ámbitos de la sociedad. Ello les ha permitido perfeccionar el socialismo con “peculiaridades” chinas y la capacidad para gobernar ese inmenso país se ha elevado ostensiblemente. ¿Un socialismo “con peculiaridades” chinas significa que el marxismo dejó de ser una fuente de conocimiento y de formación ideológica para los chinos de hoy? Ellos mismos se han encargado de dar respuesta a esta pregunta de cara a la nueva era que vivimos. No se han quedado los chinos en las lecturas dogmáticas ni estalinistas de los viejos y elementales manuales marxistas que sin duda serían una vergüenza para el mismísimo Carlos Marx y para Lenin.
En su búsqueda y revisión teórica, los ideólogos comunistas chinos, como bien lo puntualiza el boliviano Juan José Bautista S, seguramente fueron vistos “como sospechosos” en la academia tradicional, al plantearse un “pensamiento transmoderno y post-occidental”[4] en la visión marxista de las cosas. Bautista es reiterativo al señalar que en El Capital Marx muestra que el contenido de la mercancía capitalista es la “relación social” que en Marx quiere decir: relaciones de dominio y producción. Es decir, dominio de la naturaleza y explotación del trabajo humano. Por eso es que la mercancía capitalista, sostiene, llega –en palabras de Marx- chorreando sangre humana al mercado. Combinando los elementos con las integralidades, los comunistas chinos se plantearon desde una visión teórica avanzada y moderna, una visión de conjunto tomando en cuenta lo económico, lo cultural, lo social, lo político y la civilización ecológica con el objetivo macro de culminar la construcción de una “sociedad modestamente acomodada”, innovando en los aspectos teóricos en todos los aspectos, dando mayor relevancia “a la posición rectora del marxismo” en el terreno ideológico, haciendo hincapié en el socialismo con peculiaridades chinas (según sus realidades) y el “sueño chino ha calado en la conciencia de la gente”, con valores socialistas afianzados en la cultura tradicional china, fomentando entre las masas sus valores espirituales. En palabras de Xi Jinping, “La tónica dominante ha sonado más alto, las energías positivas han cobrado mayor fuerza, la convicción en nuestra cultura ha adquirido una mayor relevancia, el poder cultural blando del país y la influencia de la cultura china han crecido en gran medida, y la cohesión y la unidad ideológica de todo el Partido y toda la sociedad se ha consolidado aún más”.[5]
El llamado socialismo “con peculiaridades chinas” responde en su planteamiento estratégico a la aceptación de que vivimos “una nueva era”, ello pasa por comprender y asumir asuntos fundamentales en la conducción política moderna, tanto en lo táctico como en lo estratégico, ante un mundo cada vez más globalizado, donde los bloques de poder están en formación, las hegemonías se tambalean y donde nadie quiere quedarse atrapado. En este reacomodo mundial, las grandes potencias pugnan por mantenerse en la cima y consolidarse allí. Las potencias emergentes hacen otro tanto. Los países más vulnerables hacen lo indecible por evitar ser tragados en esta vorágine que ha trasladado la lucha de clases a niveles superiores. En este importante tema (novedoso y sorprendente para muchos), los chinos persisten en guiarse en el pensamiento de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, el llamado pensamiento de la triple representatividad[6] y la concepción científica del desarrollo, persistiendo en emancipar la mente de posiciones preestablecidas, buscar la verdad en los hechos, avanzar en los tiempos y adoptar una actitud realista y práctica, persistir en el materialismo dialéctico y en el materialismo histórico donde el todo se conjuga con la totalidad transformadora, “con una visión completamente nueva” y en estrecha combinación con las nuevas condiciones de los tiempos actuales y ante las exigencias de la práctica, profundizando en la comprensión y aplicación de la ley en el ejercicio de la gobernanza y del desarrollo de la sociedad humana. Han realizado una verdadera exploración teórica y, así, han concluido en lo que ellos han definido como “el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era”.
El “atrevimiento” chino de desarrollar un constructo teórico sobre la base de sus peculiaridades, es lo que otros países hoy implementan. La Revolución Cubana, en su nueva Constitución (2019), ha introducido cambios radicales en relación a la economía, al comercio, a las inversiones extranjeras y a los inversionistas extranjeros, dándoles garantías y facilidades para que establezcan sus empresas en territorio cubano. También lo hizo Vietnam. Las realidades y sobre todo la práctica les están llevando por caminos de apertura donde antes imperaban posiciones cerradas. Como lo puntualizó el filósofo venezolano Ludovico Silva, “El dogmatismo sigue siendo uno de los grandes enemigos del pensamiento de Marx y de su libre desarrollo crítico”.[7] Académicamente ya es aceptado que la teoría (económica) de Marx constituye el precedente de posteriores teorías sobre el crecimiento, de allí que, como sostiene el profesor David Horowitz, nada de particular tiene que los discípulos de Marx hayan creado (aunque de manera incompleta) una teoría económica dinámica (sobre el crecimiento) mucho antes que sus rivales convencionales.[8] Mi opinión, afirma el profesor Domar, es que la marxista es la escuela de economistas que más cerca ha estado de lograr una teoría del crecimiento económico válida…estoy convencido “de que si no hubiesen perdido tanto tiempo y tanta energía defendiendo las virtudes de su maestro, lo hubiesen logrado”.[9] Los dirigentes chinos se percataron que ya no era posible seguir perdiendo tiempo y se lanzaron a conquistar los mercados, para ello no fue menester hacerle la guerra a nadie, no invadir a país alguno, han respetado el principio de no injerencia en los asuntos internos de los pueblos. Una conducta para nada imperial ni belicista.
En Venezuela, el Comandante Hugo Chávez Frías llego al poder mediante elecciones en 1988. Al poco tiempo, empezó a hablar de una cosa que llamó el “Socialismo del siglo XXI” a la venezolana. Inició la conceptualización de sus ideas sobre la base del pensamiento de Simón Bolívar, el maestro Simón Rodríguez y del líder de la Guerra Federal Ezequiel Zamora. Chávez no olvidó las raíces clásicas del socialismo científico. El socialismo del Siglo XXI no es otra cosa que la búsqueda de un camino para la consolidación de un proceso político que llegó al poder no de manera violenta, sino con la fuerza de los votos populares. Es el planteamiento de una expresión democrático-burguesa que intenta abrirse caminos hacia una democracia participativa, protagónica y corresponsable, con una teorización de unidad cívico-militar que se enrumbe hacia el “socialismo comunitario”, como una formula distinta al capitalismo depredador que se proponga de manera fehaciente una intencionalidad “de solidaridad y comunidad”.[10]
China es un modelo a seguir por quien lo considere ajustado a sus realidades. El socialismo chino con sus peculiaridades ha sido pensado para una juventud que se vigoriza, un país vigorizante. Hoy luchan a muerte contra un virus pandémico que les amenaza y amenaza al mundo. Lo están venciendo y lo vencerán. Ellos sueñan con un proceso de revitalización en todos los aspectos. Ellos afirman que cuando “prevalezca la Gran Virtud” el mundo será de todos. De momento, ellos, los chinos, avanzan con cautela pero con firmeza en la edificación integral de una sociedad modestamente acomodada según sus peculiaridades y procurando hacer realidad la aspiración del pueblo a una vida mejor.
Notas
[1] Mao, Tse-Tung (1964). El Libro Rojo
[2] “Cuando visité China por última vez, en 1979, sus dirigentes estaban interesados en el desarrollo interno…la visión global notablemente refinada que demostraron no era la de constructores de imperios que buscaban mundos por conquistar, sino más bien la de hombres de estado de talla mundial…China puede ser una nación grande y en progreso y una fuerza poderosa para mantener la paz en el mundo”. Richard, M. Nixon. (1980). La Verdadera Guerra. Círculo de Lectores. Colombia.
[3] Xi, Jinping (2017). Por el logro del triunfo definitivo en la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada y por la conquista de la gran victoria del socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era. Beijing. República Popular China.
[4] Juan José, Bautista S. (2018). ¿Qué significa pensar “desde” América Latina? Monte Ávila Editores Latinoamérica. Caracas.
[5] Xi, Jinping. Informe. Op. Cit.
[6] La triple representatividad fue la política expresada por el Presidente Chino Jiang Zemin en el XVI Congreso del Partido Comunista de China y que se resume en “representar las inquietudes del desarrollo de las fuerzas productivas avanzadas de China, representar la orientación del desarrollo de la cultura avanzada de China y representar los intereses fundamentales de la mayor parte de la población de China”. Con esta política se produjo una incorporación masiva de empresarios chinos y de sus empresas al proceso productivo del país.
[7] “No es por tanto un enemigo teórico como un enemigo práctico. En el dominio de la teoría propiamente dicha, “el pensamiento” dogmático es de tan acusada pobreza que no constituye sino un ridículo enemigo”. Ludovico, Silva (2006). Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos. Fondo Editorial Ipasme. Caracas, Venezuela.
[8] David, Horowitz. (1973). Marx y la economía moderna. Editorial laia. Barcelona, España.
[9] Domar. (1951). Essays in Economic Growth. OUP, p. 17
[10] Juan José, Bautista. Op. Cit.
Un comentario
Felix! excelente articulo; exitos y felicitaciones.