¿La III Guerra Mundial? Nooooo. Es la misma que anda por ahí desde principios del siglo pasado llevada a clave Todo o Nada por el capital/sionismo/anglo con miras a imponer un nuevo orden capitalista mundial sin las restricciones del andamiaje jurídico, administrativo y cultural montado en nombre de la civilización occidental para darle un viso institucional a su política de expansión permanente.
Es la misma guerra. Activa hoy en distintos frentes -Palestina, Yemen, Siria…- sacadas de escena por los cárteles mediáticos dedicados a la difusión minuto a minuto de una ficción amarillista, rusofóbica y anticomunista sobre la “repentina, injustificada y cruel invasión a Ucrania”.
Ficción que afortunadamente no parece estar teniendo el efecto esperado pues los gobiernos de EEUU y sus cómplices no han logrado paralizar a su “enemigo”, ni contener su desprestigio nacional e internacional. Como lo evidencian en el caso de EEUU, los artículos y declaraciones de personajes de distinta formación y tendencias contra de la política injerencista y guerrerista de su país. Y en el de las naciones élites de la Unión Europea, el creciente rechazo a sus dirigentes.
Ello no quiere decir que los amos del poder occidental estén a punto de caer. Mucho menos que estén dispuestos a ceder espacios o control en “su” América, territorio indispensable para mantener una posición hegemónica, total o compartida, en el orden geopolítico en gestación.
Por lo contrario, pareciera que más bien aprovecharon las diferencias expresadas en torno y durante la supuestamente fracasada Cumbre de las Américas para tomarle el pulso a nuestra región (Judith Valencia dixit).
Lo cual a mi entender los indujo a poner en práctica unas pruebas piloto del reseteo planteado en Davos. Una de ellas, acotar las trampas electorales colombianas, limitándolas a una reducción forzada de la diferencia entre los votos a favor de Gustavo Petro y los supuestamente obtenidos por su insólito contendor. Otra, adaptar a su conveniencia una versión distorsionada y espuria de la corriente de pensamiento decolonial que va ganando espacio en nuestra América latino-caribeña, como lo refleja Alexander Terekhin en su artículo “Descolonizar a Rusia” en Sputnitknews.com.
Texto donde el autor destaca las intenciones del gobierno estadounidense de identificar sus planes de dividir a Rusia en varios países más pequeños como un proyecto políticamente mucho más correcto de “decolonización”.
Con base en “imperativos morales y estratégicos” imaginarios, argumentan cínicamente «ya es hora de tomar en cuenta que Moscú mantiene su dominio sobre muchos pueblos indígenas no rusos dentro de las fronteras de su país. Es hora de ver la crueldad con la que el Kremlin está suprimiendo su autoexpresión y autodeterminación».
!Pendientes!