Por William I. Robinson
La élite política y corporativa transnacional estuvo de regreso en Davos del 16 al 20 de enero para su cónclave anual en medio de la crisis más severa del capitalismo global desde la fundación del Foro Económico Mundial (FEM) hace medio siglo.
En años anteriores los participantes en la reunión exclusiva descendieron a la estación de esquí en sus jets privados rebosando confianza en la hegemonía del capitalismo global. Pero esta vez, la incertidumbre sobre su capacidad para manejar la crisis, mantener el control, reestabilizar el capitalismo global y reconstruir el consenso fracturado en sus filas estaba a la plena vista.
El FEM fungió como centro de intercambio y órgano de planificación de la clase capitalista transnacional (CCT) y sus aliados políticos en el apogeo de la globalización capitalista. Pero ahora los grupos dominantes parecen estar en permanente gestión de crisis, incapaces de reestablecer la hegemonía mientras el consenso capitalista global construido en el apogeo del neoliberalismo desde la década de los 1990 hasta el colapso financiero del 2008 continúa desintegrándose.
La elite de Davos está muy consciente de que el capitalismo global enfrenta una serie de crisis entrelazadas – lo que el informe anual del Foro para 2023, “Riesgos Globales”, calificó como una “policrisis”. El mundo enfrenta “inflación, crisis del costo de la vida, guerras comerciales, fugas de capitales, descontento social generalizado, confrontación geopolítica y el espectro de la guerra nuclear,” indicó el informe. Estos riesgos, advirtió, “están amplificados por novedades en el panorama de los riesgos globales, incluyendo niveles no sostenibles de deuda, una era de bajo crecimiento, baja inversión y desglobalización, una disminución en el desarrollo humano después de décadas de progreso, el desarrollo descontrolado de tecnologías del uso dual (civil y militar), y las crecientes presiones del cambio climático”. En su conjunto, “estas crisis están convergiendo para dar forma a una década venidera única, incierta, y turbulenta”, concluyó.
El FEM, establecido en 1971 en vísperas de la globalización capitalista, reúne al círculo íntimo de la CCT y sus representantes políticos en los Estados y las organizaciones internacionales. Cada año, la crema y nata de la elite transnacional corporativa y política se reúne en Davos para dimensionar el estado del capitalismo global, debatir los problemas y desafíos que enfrentan como clase dominante global, y considerar programas y políticas para abordar estos desafíos a su dominación clasista. En una palabra, Davos es donde los Señores del Capital elaboran anualmente su estrategia de cómo van a gobernar el planeta.
El núcleo de la membresía del FEM lo constituye los directores ejecutivos de las 1,000 corporaciones transnacionales más grandes del mundo, junto con los representantes de los grupos mediáticos más poderosos, los formuladores de políticas clave de los gobiernos nacionales alrededor del mundo y de los organismos internacionales, y una selección de expertos de los campos político, económico, científico, social y tecnológico. Se trata de un club ultra-exclusivo, cuya membresía es por invitación solamente. La elite de Davos es una verdadera Internacional de Capital.
La asistencia a las cumbres anuales es solo por invitación y cuesta $19,000 por asistente. Entre los 2,700 participantes en la reunión de 2023, figuraron los directores ejecutivos de más de 600 corporaciones transnacionales, 51 jefes de estado, 56 ministros de finanza, 19 gobernadores de bancos centrales, 30 ministros de Comerio, 35 ministros de Exteriores, y los directores de las principales organizaciones internacionales, entre ellas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, El Banco Central de la Unión Europea, las Naciones Unidas, y el secretario general de la OTAN.
La Amenaza Desde Abajo
Bajo la égida del FEM, del Fondo Monetario Internacional, y de otras instituciones financieras internacionales y de los gobiernos occidentales clave encabezado por Estados Unidos, la CCT ha implusado una globalización capitalista salvaje desde la década de 1980, en el proceso desestabilizando y arrojando a la inseguridad a innumerables comunidades, países y regiones enteros. Esta globalización has resultado en una concentración y centralización sin precedentes del capital a escala mundial en manos de la CCT. En 2018, solamente 17 conglomerados financieros globales controlaron colectivamente $41.1 billones de dólares, más de la mitad del PIB mundial.
Al mismo tiempo, la globalización ha desatado desigualdades sin precedentes y desencadenado conflictos sociales y políticos en todo el mundo. El aumento de la desigualdad, el empobrecimiento y la inseguridad de las clases trabajadoras y populares después de décadas de la decadencia social generada por el neoliberalismo están llevando a los Estados a una crisis de legitimidad, desestabilizando los sistemas políticos nacionales, y ponen en peligro el control de las élites.
Apenas unos días antes de que abriera la reunión de Davos, la Fundación Carnegie para la Paz Internacional actualizó los datos que maneja sobre las protestas populares alrededor del mundo, informando que más de 400 protestas anti-gubernamentales de mayor envergadura han estallido alrededor del mundo desde 2017, una cuarta parte de ellas sostenidas durante tres meses o más, muchas de ellas involucrando a cientos de miles y hasta millones de manifestantes, y no menos de 32 de ellas estaban todavía en curso mientras el cónclave su puso en marcha.
Como para simbolizar la creciente revuelta mundial, en el tercer día de la reunión, más de un millón de personas salieron a las calles de Paris para protestar el ataque a las pensiones y otras medidas neoliberales, mientras que al otro lado del Canal de la Mancha, los trabajadores del Reino Unido avanzaron con una ola de huelgas no vista en décadas. No es sorprendente que tanto el Presidente francés Emmanuel Macron y el Primer Ministro británico Rishi Sunak se saltaron Davos este año para atender las crisis internas.
El capitalismo global se enfrenta una crisis estructural de la sobreacumulación y el estancamiento crónico. La CCT ha acumulados cantidades obscenas de riqueza, mucho más allá de lo que puede reinvertir. Pero los grupos dominantes también enfrentan una crisis política de la legitimidad estatal, hegemonía capitalista, y desintegración social generalizada; una crisis internacional de la confrontación geopolítica; y una crisis ecológica de proporciones históricas. El ecosistema plantario en que se basa la civilización humana se está desmoronando bajo el impacto de la desenfrenada acumulación capital global.
Como contexto de fondo, un informe de inteligencia del gobierno norteamericano de 2021 advirtió que el mundo “enfrentará desafíos globales más intensos” en los próximos años, incluidos “el cambio climático, enfermedades, crisis financieras y perturbaciones tecnológicas” que “probablemente se manifiesten más frecuente e intensamente en casi todas las regiones y países” y que “producirán tensiones generalizadas en los Estados y las sociedades, así como shocks que podían ser catastróficos.” El informe continuó señalando que “la magnitud de los desafíos transnacionales, y las implicaciones emergentes de la fragmentación, están excediendo la capacidad de los sistemas y estructuras existentes.”
Los asistentes a Davos este año discutieron extensamente las variadas dimensiones de esta “policrisis” pero parecieron estar a la deriva sobre cómo reestabilizar el capitalismo global y rechazar la amenaza de la revuela de masa desde abajo como de la derecha populista, el nacionalismo y el neofascismo a la globalización capitalista. El secretario general de la ONU Antonio Guterres advirtió que la batalla contra el cambio climático se está perdiendo, mientras la directora general del FMI se vio obligada a admitir que la economía mundial enfrenta “quizás su mayor prueba desde la Segunda Guerra Mundial”. Mientras tanto, la invasión rusa a Ucrania en 2022 y la respuesta política, militar, y económica radical de Occidente, junto con la Nueva Guerra Fría entre Washington y Beijing, están acelerando violento colapso del sistema internacional post-Segunda Guerra Mundial. Este año, los jefes de Estado de Rusia, China, y Estados Unidos se mantuvieron alejados.
Hacia Dónde Va el ‘Gran Reinicio’?
Se suponía que la pandemia de Covid-19 habría allanado el camino para “reestablecer u remodelar” el mundo en lo que el Foro denominó el “Gran Reinicio”. Este fue un eufemismo para un esfuerzo por reestabilizar y expandir el capitalismo global mediante una mayor desregulación neoliberal, la aplicación de las nuevas tecnologías digitales, un control más reglamentado y autoritario sobre la población global, la vigilancia, y la “gobernanza global” tecnocrática.
Pero las cosas no han ido como se anticipaba. Más bien, la pandemia aceleró todas las contradicciones y tendencias de crisis del capitalismo global, sobre todo la tendencia hacia una concentración cada vez mayor de riqueza y poder en manos de la CCT, lo que ha alimentado aún más las protestas en masa y la inestabilidad política en todo el mundo.
Cada año, la agencia de desarrollo internacional Oxfam programa la publicación de su informe anual sobre las desigualdades globales para que coincida con la reunión de Davos. Según el informe para este año, “Supervivencia de los Más Ricos”, las fortunas de los multimillonarios están aumentando en $2.7 mil millones al día, incluso cuando al menos 1.7 mil millones de trabajadores ahora viven en países donde la inflación supera los salarios, y el 1 porciento más rico de la humanidad se apoderó de casi dos tercios de toda la nueva riqueza creada desde 2020.
En medio de la crisis mundial energética y alimentaria, las 95 corporaciones alimentarias y energéticas principales más que duplicaron sus ganancias en 2022, según el informe, obteniendo $306 mil millones en ganancias extraordinarias y pagando $257 mil millones de eso a accionistas ricos, en el mismo tiempo que casi mil millones de personas en el mundo pasaron hambre. Mientras tanto, el informe de Oxfam advirtió que tres cuartas partes de los gobiernos del mundo están planeando recortes del gasto público, incluida la educación y la atención médica, por la friolera de $7.8 billones de dólares durante los próximos cinco años.
La fragmentación y la confrontación geopolítica están llegando a un punto de ruptura a raíz de la invasión rusa a Ucrania y la Nueva Guerra Fría. Estados Unidos está perdiendo su posición dominante en el sistema internacional, pero ninguna nueva potencia estatal cuenta con la autoridad política necesaria para estabilizar la ahora inextricablemente integrada economía global. La crisis de hegemonía en el sistema internacional tiene lugar dentro de esta economía global única e integrada. El fin de la dominación Occidental del capitalismo mundial está sobre nosotros a medida que el centro de gravedad de la economía global se desplaza hacia China. Pero China no se convertirá en la nueva potencia hegemónica. Más bien, el mundo gira hacia la multipolaridad política en un momento de crisis aguda el el capitalismo global – turbulencia económica prolongada y la decadencia política.
Nos enfrentamos nada menos que la descomposición de la civilización capitalista. La elite de Davos está consciente de la gravedad de la crisis global: que el sistema se está resquebrajando, que su control del poder está cada vez más tenue y dependiente de un estado policiaco global, y que las clases trabajadoras y populares están en pie de lucha. Pero el compromiso del FEM de defender y expandir a toda costa la acumulación interminable de capital a escala mundial – esta es su razón de ser – hace imposible que la clase dominante global ofrezca soluciones viables a la crisis de época. Abordar esta crisis implica una redistribución de gran alcance de la riqueza y el poder hacia abajo, la regulación de los mercados globales, controlar el capital transnacional, la desmilitarización de la sociedad global, y medidas ambientales radicales. Tales soluciones solo vendrán de la lucha de masa desde abajo en contra de la clase dominante de Davos.
Fuente: Rebelión
30/01/2023