“El camino del infierno está plagado de buenas intenciones, el del desarrollo, de malas…” sabiduría popular
Llama la atención la atracción y los temores que genera la inteligencia artificial (IA), es decir, el “conjunto de instrucciones sistemáticas y previamente definidas que se utilizan para realizar una determinada tarea”. Muy pero muy distante de la capacidad de percibir, intuir, comparar, asociar, razonar, crear… de nuestra inteligencia natural.
Los seres vivos hemos convivido desde hace siglos con lo artificial entendida como “…lo hecho por el ser humano y no por la naturaleza” con el propósito de buscar el maíz y el trigo , de dar la comida, de prestar abrigo…, en síntesis, de garantizar la continuidad y disfrute de la vida.
También con lo artificial entendido como lo que “no se ajusta a lo que ya hay en la naturaleza”. Creado por seres humanos auto percibidos como distintos y superiores a la naturaleza con el propósito ya no de garantizar la vida sino de aprovechar al máximo los recursos naturales y el trabajo vivo en función de la acumulación de la riqueza y poder de las élites dominantes. Propósito llevado a su apogeo (y a su decadencia) por la civilización occidental y el capitalismo ctistiano, eurocéntrico, colonialista y autodestructivo, lamentablemente mundializado.
Lo grave o temible no es la artificialidad en sí sino su intencionalidad y uso. Artificiales y/o artificiosos son los conceptos de libertad, democracia, desarrollo, igualdad…las divisiones y relaciones de clase, territoriales, políticas, raciales, culturales, religiosas… la propiedad privada, el mercado, los sistemas monetarios y financieros… la supremacía de unos… la neutralidad e inocuidad de las ciencias y la filosofía… la linealidad del devenir histórico, la universalidad de las ideas… la tecnología… los medios de difusión y sus contenidos… los productos sintéticos, las modas, los gustos… las cosmovisiones y los relatos soporte de lo anterior.
Artificiales, artificiosas y especialmente demagógicas las campañas distractivas y evasivas montadas por entidades religiosas y laicas a través de medios oligopólicos orientadas a enfrentar la pobreza, la violencia, la drogadicción, la trata de seres humanos y otros “males” sociales sin relacionarlos con la civilización que los produce y ni promover su transformación. Igualmente, las campañas asumidas por organizaciones como la ONU Mujer para la incorporación activa de las mujeres en condiciones de igualdad con los hombres a esa misma realidad civilizatoria, responsable de la Crisis Ambiental Planetaria que nos tiene al borde de la extinción.
La clave es tratar de entender y calibrar la artificialidad que nos invade y rodea para descolonizarnos y acabar con el dominio y explotación de la naturaleza -incluida nuestra especie. Para propiciar alternativas de organización social basadas en la igualdad, la equidad y la justicia, soportes de la Vida y de la Paz.