Buena parte de las diversas perspectivas dedicadas a analizar las guerras nacionales de independencia en América Latina, coinciden en señalar que el año 1814 concentró acciones bélicas de transcendencia, varias de ellas en el oriente de nuestro país. Las tierras monaguenses y sobre todo la ciudad de Maturín, fueron parte destacada en estos acontecimientos, tanto por las batallas en sí, como por el impacto múltiple de las consecuencias como la pérdida de cientos de vidas, la ruina de familias enteras, la debacle de la ciudad y su entorno, las fracturas profundas en lo emocional, en lo productivo, en las posibilidades de emancipación y libertad, pues tal como indica el título de la presente nota, con palabras de Armas Chitty: “En Maturín se hundió Venezuela el 11 de diciembre de 1814”.
Recordemos para el hilo histórico.
Pocos días atrás -5 de diciembre-, el ejército patriota sufrió un durísimo revés en la batalla de Urica y con la muerte de Boves, José Tomás Morales quedó al frente del ejército realista y con ganas de cobrárselas a los maturineses, quienes con José Francisco Bermúdez al frente, la fuerza patriota derrotó a Morales el 12 de septiembre de 1814. Igual destino tocó a Monteverde en 1813.
Durante los inicios del mes de julio del año en curso, tropas patriotas inician la emigración a oriente. Cerca de 20 mil personas de Caracas, los llanos, los valles de Aragua y Valencia, dirigidos por Bolívar, tomaron rumbo por la vía Petare – Guarenas – Capaya hasta llegar a Barcelona el 2 de agosto. Les perseguía, desde el 13 de julio, una columna bajo el mando del segundo de Boves: Francisco Tomás Morales.
Sin exagerar, todo el año de 1814 –y continuidad- estuvo atropellado de belicosidad. Ribas en la Victoria derrota a Boves en los días 12 y 13 de febrero; Ribas derrota a Rosete en Charallave el 20 de febrero; Bolívar, sitiado por Boves en San Mateo, lo resiste en los días 28 de febrero y 25 de marzo; el mismo 25 de marzo, Ricaurte deja entrar los realistas al parque, da fuego a la pólvora y vuela con ellos; Ribas derrota a Rosete en Ocumare el 20 de marzo; Bolívar y Mariño derrotan a Cajigal en Carabobo el 28 de mayo; Boves derrota a Bolívar y Mariño en la Puerta el 15 de Junio; inicia la emigración de Caracas el 7 de Julio; Boves rinde a Valencia por capitulación y dos días después ordena asesinar a los capitulados, 10 de julio de 1814; entrada de Boves a Caracas, 16 de julio; Morales derrota a Bermúdez en Aragua Barcelona el 18: emigración de Cumaná, el 22 de agosto; Bermúdez derrota á Morales en Maturín el 12 de septiembre; Piar toma la plaza de Cumaná el 29 de septiembre; Boves toma a Cumaná el 16 de octubre; Boves derrota a Bermúdez en Los Magueyes el 9 de Noviembre; ocurre la batalla de Urica, el 5 de diciembre; Morales toma a Maturín el 11 de diciembre y en la continuidad: Morales reduce al pueblo de Soro, el 14 de febrero y el 15 ocupa á Güiria. Morillo “El Pacificador”, arriba con su ejército a Margarita el 7 de abril 1815 [2], para una nueva etapa. En términos de contexto, conviene recordar que: “472 combates sirven de pedestal á la gloria de Bolívar y constituyen la epopeya de la libertad de un mundo”. [3]
Bermúdez y Ribas, “después de la desastrosa experiencia militar de Urica, regresan con los oficiales a su mando a Maturín con un ejército mermado, sin pertrechos y hambriento. Allí en su aposento territorial se disponen a reorganizar la caballería y curar a los soldados republicanos heridos y cansados de esa jornada” [4]
En la “Relación histórica en compendio de las operaciones del Ejército Expedicionario de costa firme”, describe el mismo Morales que “En tal estado y con el fin de no dar tiempo a los rebeldes a que se rehicieran, marché sobre Maturín, que miraban aquellos protervos como el paladín de su funesta rebelión, su posición singular hacía sumamente difícil asaltarlo, pero en fuerza de una combinación, que el heroísmo y valor de nuestras tropas hizo feliz, fue tomado por asalto pasando sobre montones de cadáveres y siendo pasados a cuchillo todos sus defensores.” [5]
Con el orgullo del triunfo en alto y la confianza fortalecida por el triunfo en Urica, enfila Morales rumbo a Maturín, convertido hasta los momentos en bastión de la lucha por la Independencia y que era necesario someterla a toda costa, para que al fin fuera posible ondear la bandera monárquica en estas tierras que se habían mantenido rebeldes.
“Intentólo efectivamente en la noche del 10 por el sitio del Hervidero con 1500 hombres escogidos, precisamente á tiempo que los patriotas, deseando sorprenderle, hacían salir á Cedeño con una gruesa partida. Rechazados los realistas por el fuego de los terraplenes y baterías, y atacados en su mismo campo reunieron sus esfuerzos para destruir á Cedeño, y éste hubo de suspender la pelea y volverse, si bien después de haberles causado una pérdida considerable. A las siete de la mañana del siguiente día ordenó Morales un acometimiento general contra todos los puestos maturinenses, y el combate adquirió entonces una gravedad y encarnizamiento extraordinarios. Brillante fué la defensa de Ribas y Bermúdez, digna á todas luces de su valor tan celebrado; más; qué podían ellos contra aquellas espesas y pujantes masas, no teniendo sino un puñado de soldados para cubrir un gran número de avenidas y resistir ataques incesantes y cada vez más obstinados Faltos además de pertrechos, ni aun con más tropas hubieran podido hacer dudoso el éxito de la pelea; y así, apoderados los enemigos de todos los terraplenes y baterías después de haber perdido 1000 hombres, ocuparon á sangre y fuego el recinto, degollando sin distinción de edad ni sexo.”[6]
Siendo un hecho la pérdida de la batalla, parte de la fuerza patriota logró salvarse. Dicen Baralt y Díaz que se guarecieron unos en los bosques del Buen Pastor; otros tomaron rumbo a la costa, en búsqueda de la salida al mar; mientras que Bermúdez, con cerca de 200 soldados se dirigió a la zona del Tigre, y Ribas con algunos oficiales tomó la hacia los llanos, con la esperanza de reunirse con Urdaneta, a quien suponía en Barquisimeto; pero, al final, cerca de valle la Pascua, fue capturado.” Hubo prisa de matarle, porque las pasiones populares no aguardan mucho tiempo; y de luego á luego sin aparato ni mayor formalidad el invicto guerrero rindió la vida á manos de la plebe vil y desalmada. Su cabeza fue conducida á Caracas y, en una jaula de hierro, colocada en el camino de La Guaira con el gorro frigio que usaba siempre como emblema de la libertad.” [7]
En sus testimonios, el General José Manuel Olivares, quien estuvo en la contienda, señala que junto a sus compañeros llegó hasta los montes cercanos al río Tonoro, caños del Tigre y riberas del Guarapiche. En el Tonoro estuvieron Olivares y su gente luego de cinco días de persecución por parte de los vencedores, donde, para calmar el hambre tomó “… la resolución de matar un caballo…” [8] y comer unos trozos asados.
Las provincias del oriente quedaron otra vez bajo el imperio español. Las tropas realistas, para evitar el escape de los patriotas, procede a bloquear las costas desde Trinidad hasta Irapa. Por supuesto, fueron muchas las familias que tomaron el riesgo de la aventura para para ir hasta el mar y dirigirse al extranjero, pero igual ocurrió que “fueron apresadas y arrojadas al agua.” [9]
“El año de 1814 por los reveses sufridos de nuestro ejército libertador en los campos de batalla, forzoso fué abandonar á todo Venezuela defendida con heroísmo palmo á palmo, y el General Bolívar, con los Generales Mariño, Piar, Bermúdez, Valdés y otros tantos, buscaron asilo en los países extranjeros, hasta más después, que volvieron con nuevos bríos, más recursos y una escuadrilla bien tripulada, esperanzados de rescatar la patria de su nacimiento, usurpada por los tiranos.”[10]
Aun sin cerrar el año de 1814, ya el poder realista iniciaba la re-administración territorial, bajo las figuras que eran comunes para los vencedores de la época. Ello aparte de la gramática exclusiva para el enemigo, representada en gruesos calificativos como “gavilla de bribones”, y “canalla americana”; marcándose además el destino del patriota, por lo que era necesario “no dejar uno vivo”. Veamos al respecto una carta de Manuel Fierro, fechada el 29 de diciembre n la ciudad de Puerto Cabello:
“Mi estimado amigo:
“Gracias á Dios que hemos concluido con el resto de esa gavilla de bribones que se habían refugiado en el inexpugnable Maturín: aun quedan algunos vagando por los montes, y á decir la verdad, para extinguir esta canalla americana, era necesario no dejar uno vivo; y así es que, en las últimas acciones, habrán perecido de una y otra parte más de 12 mil hombres: afortunadamente los más criollos, y mui raro español. Si fuera posible arrasar con todo americano sería lo mejor; pues U. desengáñese, estamos en el caso de extinguir la generación presente porque todos son nuestros enemigos, y el pueblo que no se ha sublevado es porque no ha podido, observándose con admiración que los hijos de españoles son los más exaltados. En fin, mi amigo, nosotros debemos sembrar la guerra intestina á los criollos, para que se acaben unos á otros y que tengamos menos enemigos.
“Si en las demás partes de la América se encontraran muchos Bóves, yo le aseguro á U. que se lograrían nuestros deseos; pues lo que es en Venezuela poco ha faltado para verlo realizado, pues hemos concluido con cuantos se nos han presentado. Ya tendrán que acordarse de nosotros por mucho tiempo.
“Puede U., amigo, con libertad hacer, sus negociaciones sobre la costa, pues ya no hay temores; y si U. quiere tomar partido por la agricultura, aquí tenemos porción de haciendas que vender, que pueden tomarse con la mayor comodidad.
“Resuélvase U. y avise lo que determine a su íntimo amigo y atento y seguro servidor,
“Q. B. S. M.
“Manuel Fierro.” [11]
Se había dado inicio a otro tema por profundizar en la historia de Venezuela: la sobrevivencia a través de la guerra de guerrillas. Perdidas las batallas de Urica y Maturín, Morales y su ejército se dedicaron a localizar a los patriotas fugitivos, para apresarlos y, las más de las veces, ejecutarlos. Interrogarnos sobre esa vida extraña entre guerras, de soldados, funcionarios y familias, para escapar de una muerte segura, forjaba un conjunto de acciones, estrategias, tácticas, movido por causa de las circunstancias. “Por desgracia, reconstruir la historia de esas primeras partidas es un desafío. Son tan escasas las fuentes que es casi imposible despejar la trama de los acontecimientos. La mayor parte son relatos reconstituidos después; por definición, aquellos grupos no guardaron archivos. Pero ciertas memorias, como las de Austria [12], se interesaron en particular en el fenómeno; son preciosas guías para orientamos en este dédalo». [13]
Notas:
[1] Armas Chitty, 1856, p. 202.
[2] Milá de la Roca, 1847, pp. 105-106.
[3] Corrales, 1884, o. p. 250-252.
[4] Rondón, 2013, p. 69
[5] Morales, 2010.
[6] Baralt y Díaz, 1887, pp. 279-280.
[7] Baralt y Díaz, 1887, p. 280.
[8] Olivares, 1842, pp. 13-14.
[9] Baralt y Díaz, 1887, p. 280.
[10] Olivares, 1855, pp. 5-6.
[11] Blanco y Azpurua, 1977, pp. 209.
[12] Austria, 1855.
[13] Thibaud, 2003, p. 219.
Fuentes:
Armas Chitty, J. A. de. Historia de la tierra de Monagas. Maturín, Ejecutivo del Estado Monagas, 1956.
Austria, José de. Bosquejo de la historia militar de Venezuela en la guerra de su Independencia. Tomo I. Caracas, Imprenta y Librería de Carreño Hermanos, 1855.
Baralt, Rafael María y Díaz, Ramón. Resumen de la historia de Venezuela desde el año de 1797 hasta el de 1830. Tomo segundo. Curazao, Imprenta de la Librería de A. Bethencourt e Hijos, 1887.
Blanco, José Félix y Azpurua, Ramón. Documentos para la historia de la vida pública del Libertador. Tomo V. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República. 1977.
Corrales, Manuel Ezequiel. (Edit). Homenaje de Colombia al Libertador Simón Bolívar en su primer centenario 1783-1883. Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1884.
Milá de la Roca, Bartolomé. Llave de cronología matemática é histórica… Cumaná, Imprenta de A. M. Martínez, 1847.
Morales, Francisco Tomás. Relación histórica en compendio de las operaciones del Ejército Expedicionario de costa firme durante el tiempo que estuvo al mando del Excmo. señor don Francisco Tomás Morales. Manuel Hernández González [ed]. Entre la insurgencia y la fidelidad. Textos canarios sobre la Independencia venezolana. Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea, 2010.
Olivares, José M. Otra vez el general José M. Olivares y su introito no debe agradar a muchos. Caracas, Imprenta de Tomás Antero, 1842, pp. 13-14.
Rondón, Edgar. 200 años de la tercera Maturín (25 de mayo de 1813). Maturín, Edición de Autor, 2013.
Thibaud, Clément. Repúblicas en armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de Independencia en Colombia y Venezuela. Traductor: Nicolás Suescún. Bogotá, Editorial Planeta Colombiana S.A., 2003
Historiador del Estado Monagas