"...quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido".

Simón Bolívar, Discurso de Angostura

La Democracia Occidental Contra Venezuela

Por Reinaldo Giraldo Díaz y Fernando Panesso Jiménez

La democracia ha sido la figura política y democrática por fin encontrada por la clase dominante en Occidente hegemónico para encubrir, disfrazar y ocultar las riquezas obtenidas a través de la explotación humana y no humana, es decir, para imponer el relato de la ideología dominante. Desde su inicio como forma de gobierno, la democracia ha sido utilizada como artefacto de dominación, colonización e imposición de los intereses políticos, económicos, militares, científicos, técnicos y tecnológicos de clase en el poder. La democracia es una técnica de gobierno para imponer modos y medios de vida occidentales; también es usada para la defensa incondicional de la propiedad privada.

Junto con la democracia se encuentran otras tecnologías de gestión de la vida como «libertad», «orden», «justicia», “igualdad”, “fraternidad”, “legitimidad”, las cuales operan a través de toda la institucionalidad impuesta por Occidente durante siglos. La actual democracia liberal oculta las profundas llagas que arrastra históricamente, tales como las desigualdades, el hambre, la pobreza, la destrucción de los territorios, la pérdida de culturas situadas, el genocidio de poblaciones y las guerras colonialistas en nombre de los valores caros a Occidente.

La explotación capitalista actual por parte del capital corporativo transnacional, las guerras coloniales, los vejámenes llevados contra las poblaciones más pobres del mundo, son encubiertas con el discurso «democrático liberal».

En Colombia poblaciones indígenas, campesinas, afrocolombianas, palenqueras, pescadoras y room son asediadas, exterminadas y desplazadas forzosamente y continuamente en nombre del “progreso”, del “desarrollo”, de la democracia liberal y las instituciones occidentales. En América Latina esta experiencia se vive en países como Cuba, Nicaragua, Venezuela y en el apagamiento de las iniciativas populares que buscan alternativas a la democracia occidental.

Los bombardeos de Israel y la OTAN contra Gaza, así como los bloqueos, sanciones y la guerra militar, mediática e ideológica de USA y la OTAN contra Rusia en Ucrania son expresiones de cómo la democracia opera como tecnología de poder, de gobierno, de exterminio, de colonización y saqueo.  La democracia también es usada por Occidente hegemónico como medio para taparse y limpiarse su hediondez. En nombre de la democracia se derrocan gobiernos, se implantan dictaduras y se exterminan pueblos y comunidades.

La democracia occidental se materializa en los campos de concentración, en el nazismo, en el fascismo, en las purgas, en las deportaciones, en la injerencia extranjera en los designios de los países, en los bombardeos inclementes contra los pueblos, en las invasiones militares de las potencias imperiales a pueblos indefensos, en el saqueo y toda clase de fechorías llevadas a cabo por la democracia occidental, incluida la desaparición de los soviets y su revolución.

Las alternativas a la democracia occidental, practicadas por comunidades y pueblos en todos los lugares del planeta, nacen del poder de los de abajo, de la comunidad política, autónoma, libre, que se da para sí sus propias formas de autogobierno, que se dicta a sí misma sus formas de organización para defenderse de la democracia liberal, para proteger, cuidar y cultivar la vida. Estas expresiones minoritarias son respetuosas de todas las expresiones sociales, culturales, raciales, de género, con los jóvenes, con la diversidad de género. En estas experiencias alternativas a la democracia liberal, los comunes deliberan, analizan, discuten y finalmente deciden de manera colectiva y en armonía con la vida. No hay jefes que todo lo saben, que se adueñan de la palabra y que no tienen en cuenta a la comunidad. La comunidad ejerce un poder, tiene una fuerza capaz de defenderse de la democracia liberal hegemónica impuesta por Occidente a sangre y fuego.

Occidente hegemónico reconoce cómo funciona la democracia occidental y para ello propone solucionar con más democracia las carencias de la democracia. Esto puede comprenderse mejor a través de la figura del oxímoron. Un oxímoron es una figura literaria que consiste en combinar dos términos de sentido opuesto en una misma expresión, generando un efecto contradictorio pero revelador.

Occidente hegemónico entiende y reconoce los principios y el funcionamiento de la democracia que ha instaurado y promovido globalmente. Esta democracia se caracteriza por procesos electorales, la división de poderes, derechos y libertades, y la participación ciudadana. Sin embargo, dentro de su propia práctica democrática, Occidente hegemónico practica la desigualdad en la participación política, la corrupción, la influencia excesiva de intereses corporativos, la polarización política y la desinformación.

La propuesta de «más democracia» para solucionar las carencias de la democracia se presenta como una aparente contradicción. Este es el núcleo del oxímoron: solucionar los problemas generados por un sistema utilizando más del mismo sistema. En términos concretos, esta solución podría implicar más fascismo, más control sobre las poblaciones y más genocidio. Si la democracia actual tiene fallos estructurales, simplemente aumentar su presencia o intensidad puede no ser suficiente y, en algunos casos, puede agravar los problemas existentes.

Un ejemplo práctico de esta paradoja se puede ver en la respuesta a la crisis de representación política en muchos países occidentales. Frente al descontento ciudadano con los partidos tradicionales y las instituciones políticas, se ha propuesto aumentar la participación directa a través de referendos, consultas populares y plataformas de participación en línea. No obstante, estas medidas a veces enfrentan problemas similares a los que intentan resolver, como la manipulación de la opinión pública y la desinformación, resaltando la necesidad de un enfoque más integral y crítico.

Las agendas de la clase dominante impuestas a través de la institucionalidad global creada por el capital corporativo transnacional, que incluye el Club Bildelberg, el Grupo de los 30, el Foro de Davos, entre otros, así como organizaciones tales como el FMI, la OCDE, la ONU, la CEPAL, la OEA, la Unión Europea, la OTAN, entre otras, promueven la democracia digital como una salida a las dificultades que presenta la democracia liberal. Se trata de un concepto que se refiere al uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para, supuestamente, mejorar los procesos democráticos, facilitar una mayor participación ciudadana, transparencia y eficiencia en la gestión pública. Esta modalidad de democracia incorpora diversas herramientas y plataformas digitales para fortalecer la interacción entre los ciudadanos y sus gobiernos. La democracia digital puede definirse como el uso de tecnologías digitales para mejorar los procesos democráticos, sin embargo, es importante tener en cuenta que mejorar los procesos democráticos implica más control de las poblaciones y más fascismo.

Las tecnologías digitales aplicadas a la democracia aparentemente facilitan la participación ciudadana, la transparencia gubernamental, la rendición de cuentas y la eficiencia administrativa. Abarca una amplia gama de aplicaciones, desde el voto electrónico hasta plataformas de participación ciudadana en línea y sistemas de gestión pública que utilizan datos abiertos.

La participación ciudadana en línea es uno de los pilares de la democracia digital. Incluye herramientas como encuestas en línea, foros de discusión, plataformas de peticiones y consultas ciudadanas. Estas herramientas permiten a los ciudadanos expresar sus opiniones, debatir políticas públicas y participar activamente en la toma de decisiones. Un ejemplo notable es la plataforma «Decide Madrid», que permite a los ciudadanos de Madrid proponer y votar proyectos de gasto público. Aunque «Decide Madrid» busca promover la participación ciudadana y la transparencia en la gobernanza local, enfrenta críticas sobre baja participación, brecha digital, representatividad, complejidad de los procesos, influencia limitada, seguridad, moderación y discrepancia entre expectativas y resultados.

Una de las apuestas de la democracia digital es el mejoramiento de la transparencia gubernamental mediante la adopción de tecnologías digitales. Portales de datos abiertos y sistemas de información pública en línea permiten a los ciudadanos acceder fácilmente a datos gubernamentales, informes financieros, documentos legislativos y más. El voto electrónico es una de las aplicaciones más debatidas de la democracia digital. Consiste en la utilización de sistemas digitales para emitir, contar y verificar votos durante elecciones. Aunque enfrenta desafíos de seguridad y confianza, el voto electrónico tiene el potencial de hacer los procesos electorales más accesibles y eficientes.

Otra de las formas de la democracia digital es la gobernanza electrónica, la cual se refiere al uso de TIC para mejorar la administración pública. Esto incluye desde la prestación de servicios gubernamentales en línea hasta la gestión de recursos públicos a través de plataformas digitales. Los portales de servicios en línea permiten a los ciudadanos realizar trámites administrativos sin necesidad de desplazarse físicamente, lo que ahorra tiempo y recursos tanto para los ciudadanos como para el gobierno.

Las redes sociales juegan un papel crucial en la democracia digital al facilitar la comunicación y la movilización de ciudadanos en torno a temas de interés común. Plataformas como Twitter, Facebook e Instagram se utilizan para organizar protestas, difundir información y generar debates públicos, influyendo en la agenda política y en la toma de decisiones.

A pesar de las ventajas con la cual es presentada por la clase dominante, la democracia digital tiene dificultades en cuanto a manipulación de la información, desinformación, brecha digital e invasión de la privacidad. La desigualdad en el acceso a la tecnología excluye a las poblaciones y comunidades más vulnerables de la participación digital. La seguridad de los datos y la privacidad de los ciudadanos es “protegida” por la clase dominante, En este sentido, es imposible mantener la confianza en los sistemas digitales. Los ataques cibernéticos y las violaciones de datos socavan la integridad de los procesos democráticos digitales. Esta misma clase dominante, que promueve relatos falsos en contra de los gobiernos y apuestas no alineadas con Occidente hegemónico, puede llevar a la proliferación de información falsa y la manipulación de opiniones a través de redes sociales, así como a campañas de desinformación que pueden influir en la opinión pública y alterar los resultados de los procesos “democráticos”.

Venezuela, alternativa a la democracia liberal

El pueblo, no ahora, sino desde tiempos pasados ha sido el máximo poder que se haya instituido y que se haya dada sus propias formas políticas para su constitución y gobernanza. Este poder del constituyente primario es el único que puede revocar el orden social y político constituido y crear nuevas formas de organización social. Este poder del constituyente primario no tiene límites, más que él mismo se pueda imponer, so pena de perecer en la hibris, en la locura.

Las dictaduras, las monarquías, los totalitarismos, o lo que es lo mismo, la democracia capitalista, son las que no tienen ninguna autolimitación, no solo económica sino también política. Cambian únicamente la apariencia, pero siguen conservando su juego sucio en el control social y político de las sociedades, tal como ocurre con los gobiernos, Estados, organismos multilaterales y la institucionalidad actual del Occidente hegemónico.

En Occidente hegemónico la figura del poder constituyente primario se ha desfigurado hasta tal punto de convertirlo en una masa amorfa, picoteado por todos los poros por los partidos y politiqueros tradicionales; el manoseo y ofrecimiento de “falsas prebendas” han terminado por castrar esa energía transformadora; todos, al unísono han terminado por arrebatarle su fuerza arrolladora, capaz de sepultar miles de años de explotación,  depravación y miseria a los que han sido sometidos por los dueños del poder.

En América Latina una de las experiencias alternativas a la democracia occidental hegemónica, es la de Venezuela. Esta experiencia, junto a la de Cuba, Nicaragua y la de distintos pueblos que en todo el continente se oponen a los dictámenes occidentales, lacera el poder acumulado por el capital corporativo transnacional y las grandes potencias que no tienen límites y conducen a la humanidad al hundimiento generalizado, por la sed de nuevos mercados, nuevas fuentes de materias primas, por el dominio territorial y geopolítico y por el control y gestión de la vida en el planeta.

En un país como Venezuela nadie más ostenta un poder mayor o semejante al que tiene el constituyente primario. A eso le temen las clases explotadoras y dueñas del poder hegemónico, porque la autonomía de los pueblos para defender la vida, para cuidar la vida, es una amenaza a la concentración del capital en pocas manos. Los pueblos tienen la capacidad de echar por tierra sus esperanzas infinitas de vivir chupando la sangre de los pueblos. Por eso es la furia de Elon Musk, dueño de X y de Mark Zuckerberg contra el gobierno legítimo de Nicolás Maduro en Venezuela, porque representa la esperanza de una vida no gestionada por el capitalismo corporativo transnacional (1).

Los medios masivos de comunicación y los gobiernos de Estados lacayos que deben obedecer los dictámenes de Occidente hegemónico y de la clase dominante y el capital corporativo transnacional (Meta, X, Facebook, BlacRock, Grupo Bieldelberg, Foro de Davos, Grupo de los 30, los Big Media, los Big Data, los Big Farma, Elon Musk, Mark Zuckerberg, entre otros) han enfiliado todo su arsenal bélico contra el pueblo de Venezuela (que ha decidido reelegir el 28 de julio de 2024 a Nicolás Maduro para un período presidencial más, de 2025 a 2031) porque quieren imponer un gobierno títere, que sirva a los intereses  de la clase dominante planetaria, misma que quiere imponer el transhumanismo, la comida digital, la democracia digital y el fascismo en todo su esplendor (2).

Occidente hegemónico ataca vía ideológica, militar, comunicacional, científica a quienes se atrevan a ejercer formas alternativas a la democracia occidental, al fascismo disfrazado de participación, porque tienen interés en mantener los privilegios de la clase dominante. ¿Cómo puede afirmarse un régimen democrático (fascista) actual constituido por las potencias del Norte, cuando a cada paso que dan, lo que hacen son las guerras de saqueo y rapiña a los pueblos de África, Asia y América Latina? EE.UU. considera a este último continente su patio trasero, imponiendo su sistema politico e ideología neoliberal; son los aguaciles de estos territorios de las tierras de Abya Yala. Y cuando estos pueblos se revelan contra esa subyugación, inmediatamente vienen las intervenciones militares, los bloqueos económicos, la puesta de gobiernos títeres y la conformación de una clase criolla genuflexa a los dictados del amo del norte.

Venezuela es el último caso de intervención abierta, bloqueo a su economía, violencia, intentos golpistas, falso presidente nombrado por twitter y el robo descarado del oro y de las cuentas bancarias que tenía en el exterior, y la expropiación de una refinería que era de la nación venezolana. Fechorías, golpes de Estado, asesinatos de presidentes y crímenes es lo que conocemos en este continente perpetrados por EE.UU. Ese es el “ejemplo” de democracia que le ha dado a los pueblos del Sur de este continente.

Todos esos discursos, son meramente discursos para idiotas, son una verdadera farsa, una mentira. Se violan los más elementales derechos con la complicidad de la llamada comunidad internacional, tal como ocurre en este momento con el pueblo palestino, que está siendo asesinado a la vista de todos los países y no hay ninguna autoridad que le ponga fin a este espantoso genocidio. EE.UU. es el sheriff del mundo, el guardián de las buenas “costumbres”, que lleva el “orden”, la “justicia”, el que restablece la “democracia”, “la paz”, etc., y todas las sandeces juntas que sus medios de comunicación corporativos propagan a todos los vientos. Esta es la mentira instituida a nivel global, y, la mal llamada comunidad internacional, la cual hace las veces de caja de resonancia de éstas políticas delictivas y terroristas de los imperios del norte.

FUENTE CRONICON

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