Por Horacio Duque
Era el zarpazo que seguía. La ultraderecha no tiene límites en su adicción al poder en todas sus dimensiones. La coyuntura de la disputa estratégica que ocurre en Colombia es bastante aguda: en estos momentos se expresa con un demencial bloqueo económico y fiscal al gobierno nacional del Pacto Histórico que encabeza el presidente Gustavo Petro.
En materia de bloqueos y sabotajes económicos a los gobiernos de izquierda la ultraderecha fascista y el imperialismo tienen una larga y experimentada escuela. Desde la revolución soviética de 1917, la revolución popular china, la revolución cubana de 1959, el gobierno de la Unidad Popular en Chile, la revolución sandinista, hasta la Venezuela bolivariana de hoy, el arma preferida para sofocar cualquier intento de cambio ha sido la del ataque económico con sabotajes y cercos financieros para acorralar los proyectos de cambio revolucionario de las sociedades feudales y capitalistas.
Lo de Venezuela es demencial. La destrucción de la economía de la patria de Bolívar es un acto criminal hecho con desmesura y sevicia que tiene todas las características de un delito de lesa humanidad que tendrá que ser juzgado y castigado en cualquier momento.
Ahora la receta la esta utilizando la ultraderecha colombiana contra el presidente Petro. Otra pieza más del repertorio golpista que se despliega desde los primeros días de esta administración, en agosto del 2022, con guerras jurídicas y distintas variedades de golpes blandos conjurados con la movilización popular convocada desde la Casa de Nariño en Bogotá.
Desde el Congreso de la República y sus comisiones económicas -dominadas por el uribismo más recalcitrante- se abortó la aprobación de un proyecto de ley para adoptar una reforma tributaria, de iniciativa del Ministerio de Hacienda, para recaudar con impuestos a los oscuros juegos de azar y casinos y con intervenciones certeras al contrabando, una cifra cercana a los 12 billones de pesos (3 mil millones de dólares), necesarios para atender urgentes compromisos sociales relacionados con la renta ciudadana, la salud, la educación, la reforestación y las vías terciarias en la periferia.
Los grandes medios de comunicación de la ultraderecha descalificaron la propuesta tributaria afirmando que la misma era una jugada de Petro para hacerse con más dinero para financiar la próxima campaña presidencial, desconociendo la herencia dejada por la administración de Iván Duque con una enorme deuda externa de corto plazo y un fondo de subsidios a los combustibles que tiene amarradas las manos del actual gobierno frente a los compromisos electorales incluidos en el Plan Nacional de Desarrollo.
El golpe ha sido fatal y la ultraderecha lo está celebrando con bombos y platillos, por todo lo alto.
Sin embargo, Petro no se arredra. No cede a las presiones. No acepta el chantaje de estos sinvergüenzas que en el pasado reciente dieron el visto bueno a las más infames medidas tributarias, especialmente con el incremento al IVA y las autorizaciones a Iván Duque para que tomara endeudamientos leoninos con los bancos colombianos a los que favoreció con reformas al encaje bancario para facilitar liquidez monetaria, utilizada en la oferta de préstamos al tesoro nacional.
Petro ha dicho que tomará rigurosas medidas para reorganizar el presupuesto público, protegiendo los derechos sociales, ambientales, tarifarios (luz, agua, gas) y las regiones más pobres del país, obligando a las más ricas -como Bogotá, Cali, Bucaramanga, Barranquilla, Medellín y Eje Cafetero- a organizar planes de austeridad y ahorro.
Ha dicho que cierra todo diálogo con estos tahúres fascistas de la politiquería colombiana, imperantes en las cámaras legislativas, y que convoca a la movilización popular en defensa de las conquistas alcanzadas como fruto de las gigantescas explosiones sociales del 2021.
Fuente: Rebelión
16/12/2024