El programa macrista de un libre mercado lo más libre posible, ha culminado  con una medida in extremis para evitar “un estallido financiero y descalabro general de la economía”

En el lenguaje de los neoliberales y de los ortodoxos monetaristas en alza a raíz del triunfo electoral de Macri:

En un “cepo”.

El cepo de Macri   no es la consecuencia de su recién derrota electoral, sino de una política económica o de un discurso económico zombi que desde su aplicación prefiguraba una tragedia económica y financiera, cuyo desenlace más escabroso es la amenaza que borraría de la pizarra  al presidente empresario que se ufanaba de “Así se construye una buena economía Argentina”.

La “apertura financiera total, desregulación absoluta del mercado de cambios y un endeudamiento desaforado”, bajo el amparo del FMI y la burguesía argentina, tiene el desenlace de una fuga cabizbaja o de  un fans del libre mercado con el rabo entre las piernas:

El decreto macrista de administración del mercado de cambios o de control de cambios, es el contrapelo absoluto, si lo hay, de las políticas  fondomonetarista y  de la ortodoxia económica.

En ese brete, se diluyen todas las fantasías del mercado libre de divisas o de la compra abierta de dólares fiduciarios.

Quizás una moraleja crucial  o una lección primordial sea la que sigue: ninguna nación del Sur puede permitirse vender, sin restricciones, las divisas que genera: el riesgo obvio y real, es quedarse sin divisas, así el FMI conceda préstamos desaforadamente. Entonces…

No es que  Macri  pone la cagada de las dos primeras décadas del siglo XXI argentino, sino que  él y   círculos del poder del capital, externos e internos, colocan a la Argentina al borde de un colapso económico y  financiero.

Permítase esta frase de Marx: cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas a remojar.