Las pandemias que asolaron a la sociedad europea durante la fase final de la Edad Media -particularmente la peste bubónica, el sarampión y varias otras-, aceleraron el colapso de la decadente sociedad feudal hacia finales del siglo XIV, abriendo la vía para que surgiesen el Renacimiento y la sociedad mercantil que habría dar origen, posteriormente, al capitalismo. En el momento actual -de igual manera- la pandemia del coronavirus19 está provocando una profunda depresión social y económica del sistema capitalista a nivel global.
Ello podría traducirse, a mediano plazo, en un cambio total de las rutinas de la vida cotidiana de los modos de vida en todos los países, impactando en las relaciones sociales de producción y en los sistemas de intercambio económico relacionados con la producción, el cambio y el consumo de bienes y servicios.
Esta coyuntura se caracteriza por una agudización de la contradicción dialéctica entre los factores del capital y aquéllos del trabajo, ya que la estrategia fundamental en la lucha contra el contagio de la virosis es la cuarentena que restringe el contacto entre personas; su éxito implicaría la parálisis temporal de las actividades laborales y en consecuencia de la economía.
Gobiernos capitalistas como el de Estados Unidos no están dispuestos a salvar vidas humanas en detrimento de las ganancias financieras de la burguesía empresarial que gobierna dicho país pero, al mismo tiempo los servicios de salud, mayormente en manos del sector privado en este país central del sistema capitalista mundial, se están viendo desbordados internamente por su falta de preparación para enfrentar la pandemia al contar con un sistema de salud orientado hacia la atención de casos individuales, no de los colectivos.
Por esta razón, voces como la del candidato presidencial demócrata Bernie Sanders y la que esgrime el gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, reconocen que debe existir en EEUU un sistema único de salud que reúna y coordine las instituciones sanitarias públicas y privadas.
A este respecto podemos observar que países culturalmente tan diferentes como China, Rusia y Cuba, los sistemas de salud al contrario de EEUU están coordinados por el Estado, no los anima el lucro y han logrado grandes avances en la calidad de la salud pública y la investigación médica. Ello los presenta en la escena mundial como paladines victoriosos en el combate contra el coronavirus19, con capacidad para ayudar a otros países que necesiten su asistencia técnica y material para vencer la enfermedad.
La urgencia de cerrar las fronteras nacionales en los diversos países está conduciendo hacia una fase de reversión del proceso de globalización neoliberal impuesto por Estados Unidos, mientras que China, Rusia y Cuba, por el contrario, han iniciado un proceso solidario de globalización socialista que replica la actuación de Cuba en el pasado cuando envió médicos a África y Haití para ayudar a combatir epidemias de ébola y de cólera.
China, Rusia y Cuba, al igual que muchos otros países, urgen al gobierno de Estados Unidos a cesar las sanciones ilegales impuestas a Venezuela, que coartan la capacidad de nuestro país para proteger a nuestro pueblo de los embates de la enfermedad, al mismo tiempo que nos auxilian también con medios técnicos, conocimientos científicos y personal médico para tal fin.
En el caso particular de Venezuela, la decisión del gobierno bolivariano –instrumentada por el presidente Nicolás Maduro- de convertir la lucha contra el coranovirus19 en un esfuerzo colectivo, ha despertado una respuesta positiva en la sociedad venezolana.
Ello podría marcar un nuevo derrotero para nuestro país, una nueva actitud que se fundamente en el respeto a nuestra soberanía nacional, en la reconciliación de las partes en conflicto y en la solución a la crisis política como forma de derrotar la grosera actitud injerencista de Estados Unidos en nuestros asuntos internos, la cual intenta imponernos un gobierno de transición que solo existe en sus mentes desquiciadas.
Gracias al nivel de organización y a la conciencia política lograda por nuestro pueblo, inspirada en las enseñanzas del Comandante Eterno Hugo Chávez y con el soporte de la sociedad cívico militar, ha sido posible dar, hasta ahora, una respuesta efectiva al embate de la pandemia viral que abate a los países del mundo.
Este excelente ejemplo de cómo funciona la solidaridad socialista, contrasta con la mezquindad y la crueldad que muestran en el entorno del Sr. Trump las personas de William Barr y Mike Pompeo, hacia los países que no se arrodillan ante la diabólica voluntad del imperio, imponiéndoles sanciones económicas ilegales que afectan su capacidad de luchar contra la pandemia.
En el caso de Venezuela dichas sanciones se complementan ahora con malvadas e infundadas acusaciones de narcoterrorismo contra el Presidente Nicolás Maduro y el ministro del poder popular para la defensa General en Jefe Vladimir Padrino López. Con base a tales ridículas acusaciones se permiten arrogantemente los señores Trump, Barr y Pompeo, poner precio a las cabezas del Presidente Maduro y del General Padrino López.
Semejante bajeza es reflejo del terror que suscita en las mentes de Trump y de su entorno inmediato, el surgimiento de una red global de solidaridad socialista que contraste con su inhumana visión capitalista del mundo.
No nos cabe duda que esta crisis civilizatoria podría culminar con la creación de una visión más humanista de las relaciones sociales entre los pueblos del planeta, incluyendo el de Estados Unidos, a pesar de que la ceguera y la soberbia típica de los burócratas que planifican sus políticas coloniales hacia Venezuela los lleva a pasar por alto que la mayoría de los venezolanos y venezolanas deseamos tener una patria libre de toda dominación extranjera, dueña de su propio destino y que estamos dispuestos a morir por ello si fuese necesario.