Literalmente, el mundo está “atragantado” con todo el volumen de información disponible sobre el coronavirus
Con una propagación mucho más veloz que el COVID-19, el mundo entero se ha visto expuesto a una contagiosa y peligrosa nueva “enfermedad”: la infodemia. La palabra, un acrónimo compuesto por las voces información y epidemia, fue acuñada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para alertar con respecto a “la sobreabundancia de información, a veces precisa y a veces no, que hace difícil que la gente halle fuentes fiables y seguras cuando las necesita”.
La situación generada por esta exposición masiva de infodemia en el mundo es de tal dimensión, que se la ha considerado como una segunda pandemia, pero de un crecimiento más exponencial. Literalmente, el mundo está “atragantado” con todo el volumen de información disponible sobre el coronavirus, y muchos de esos contenidos provocan –intencionadamente, o no– una “indigestión” al contener como ingredientes noticias falsas, infundios, bulos, rumores, calumnias, insidias, asechanzas, falacias, injurias, libelos; todo lo cual le impide al ciudadano discernir sobre lo que es cierto o falso, y decidir su comportamiento ante la pandemia por el COVID-19.
¿Vos tenéis alguna idea de cuántas veces al día se escribe, y se publica, la palabra coronavirus o COVID-19 en la actualidad? La respuesta es una cifra prácticamente incalculable. Un ejemplo: se han registrado más de 3 mil millones de mensajes, y más de 100 mil millones de interacciones, en las tendencias #covid19, #coronavirus y otras etiquetas similares. ¿Te acordáis de cuántos mensajes sobre el coronavirus has recibido, escrito, o posteado, o reenviado, por las redes sociales en estos últimos cuatro meses de la pandemia? Uff, díficil… ¿verdad? ¿Hábeis pensado cuántos de esos mensajes eran noticias falsas?; si pudieras decidirlo ahora, ¿cuáles de esos mensajes no los reenviarías?
En Europa (el segundo epicentro que se registró del COVID-19) se han eliminado de Internet 15.000 vídeos con noticias falsas sobre la pandemia; pero la estimación de los que resultan sospechosos supera los 100.000. Particularmente en España (el país europeo más golpeado por el coronavirus) el Estado ha detectado un millar de bulos –noticia falsa propagada con algún fin– relacionados, directa o indirectamente, con esta enfermedad.
NewsGuard, sitio web que califica la credibilidad de los portales de noticias, en cuanto a su confiabilidad, ha evaluado que “la información errónea sobre el brote de coronavirus está superando claramente la información fiable en cuanto a su difusión e interacción en redes sociales en todo el mundo”. En un estudio reciente, realizado por NewsGuard en cuatro países (EEUU, Reino Unido, Francia y Alemania) se detectó que 132 páginas web “han publicado información falsa o potencialmente peligrosa sobre el COVID-19”.
Sinsentidos
Por la web y las redes sociales han cundido falsas noticias, de todo calado: que el alcohol etílico (vodka) sirve para matar el virus, información que tuvieron que salir a desmentir unas fábricas de ese licor; que el alcohol industrial (de uso médico) acaba con estos patógenos (en Irak, 27 personas murieron por consumirlo, y otras 109 en República Dominicana por beber alcohol de fabricación artesanal), ante la gravedad del hecho, la OMS debió corregir tal despropósito de noticia falsa; que comer helado y sumergirse en nieve, o exponerse a bajas temperaturas, neutralizaba el corona… que los fuegos artificiales también eran efectivos… que bañarse con agua caliente era una cura segura… que los secadores de mano achicharraban al agente transmisor… que enjuagarse la nariz con agua salina sacaba del cuerpo… que bañarse con alcohol o cloro mata a los bichos… que vacunarse contra la neumonía te mantendrá a salvo… que tomar antibióticos antes de enfermarse con COVID-19 es buenísimo… que tal jarabe… que… &%*”M?!°+%& ¡¿#%… Lo que falta en este mundo es una vacuna, pero de sentido común, sosiego y sentido común. Tomálo con más calma y anotá las recomendaciones, de expertos, para no caer en estas locuras o demás noticias falsas o falsas noticias.
Cinco pautas
La directora del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas (Infomed) en Cuba, Ileana Alfonso Sánchez –quien conversó con el periódico cubano Granma– recomienda que primero “hay que tener sentido común y crítico frente a la información, hay que saber analizar lo que se lee”.
Luego aconseja que ante cualquier mensaje o noticia que recibáis, que reviséis la autoría del mismo: ¿quién lo escribió?, ¿quién lo dijo?, ¿es una fuente acreditada para referirse a ese tema?. Por ejemplo, traducimos: cuándo se te daña el vehículo, ¿se lo lleváis al cardiólogo para que lo revise?; o cuando se te echa a perder la licuadora, ¿salís corriendo a preguntarle al zapatero qué le pasará?; o cuando no te enciende el celular, ¿váis al carnicero a averiguar si tendrá remedio?. Nooooo, ¿verdad?. Igual sucede con la información, si te están dando un parte sobre enfermos de COVID-19, la fuente debe ser alguien acreditado para referirse a ello: autoridad de salud, representante oficial de una instancia de gobierno, médicos (con formación o atención en el área, no vale un odontólogo, o un oftalmólogo, o un cirujano plástico, por más que sean también doctores).
En la actualidad, la fuente de mayor jerarquía en lo que al COVID-19 se refiere, es la OMS, a ella debemos atender cuando tengamos dudas; en América, la OPS (Organización Panamericana de la Salud), ejecutor de las directrices de la OMS, es el primer eslabón de consulta. En internet, está la página conjunta de la OPS y OMS (https://www.paho.org). La OMS tiene además un servicio particular de información por guasap, que te hace llegar –a través de un menú de opciones– lo que requieras en ese momento (para agregarte al mismo debes enviar la palabra Hola al número: +41 22 501 76 90 (antes debes guardarlo en tu agenda telefónica), o ingresar a la página de la OPS/OMS, y buscar la opción “Mantente informado a través de WhatsApp”. Funciona las 24 horas del día. La aplicación es buena, además, porque no te “inunda” constantemente de información, sino que solo te envía lo que tu solicitas y en el momento que los solicitas.
La Alcaldía Bolivariana de Maracaibo, para cumplir cabalmente con su responsabilidad informativa en esta pandemia, ha creado diferentes opciones de consultas: la Mediateca, espacio que responde tus dudas, te ofrece todos los documentos oficiales e importantes sobre el COVID-19, más la sección Contexto y debate, importante segmento de análisis y puntos de vistas de autores que muestran, develan y explican cómo la pandemia es usada con fines políticos y económicos. La municipalidad ofrece además un test en línea para el despistaje del coronavirus, la sección Yo me divierto y aprendo en la casa (con múltiples alternativas para cumplir con el resguardo domiciliario) y un Maratón de concursos, que estimula la creatividad en la familia maracaibera, que cumple –juiciosamente– su período de distanciamiento social.
Continuando con las recomendaciones para detectar y valor posibles noticias falsas, Ileana Alfonso Sánchez añade que la segunda prescripción es mirar “el contexto de lo que se lee”. Tomar en cuenta este contexto permite interpretar si la información puede tener validez. Otra pregunta clave es, dice ella: ¿de qué fuente proviene el mensaje?
Sabemos, por experiencia periodística propia, que siempre hay que preguntarse: ¿la persona que produce esta información es confiable? ¿Es conocida?, ¿tiene buena reputación en el ámbito médico? o ¿tiene buena reputación periodística y ética? A la par, hay que examinar la plataforma desde la cual se genera y transmiten estas noticias: la línea editorial del medio, sus intereses políticos y económicos, sus antecedentes. Si no tenéis idea de esto, consultá a alguien a quien le tengas confianza por su buen criterio.
La quinta exhortación de la Directora de Infomed es mirar siempre la fecha de publicación. Con este consejo, me acuerdo de un caso muy conocido de cómo, periódicamente, en las redes sociales intentan mofarse del que se deje: ¿Vos habréis leído una advertencia que debías apagar celulares, tabletas o computadoras por la alta y peligrosa radiación cósmica en la Tierra “esta noche”?, incluso –advierte el cíclico “mensaje” –que no dejéis cerca, ni siquiera apagados, estos equipos, ya que esto puede ser fatal; pues muchos habrían evitado caer en esta noticia falsa sí solo se hubiesen molestado en leer la fecha que tiene el propio mensaje: 2008.
De cierre, la representante del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas dice que hay que estar al tanto de las citas falsas. Para ello usá los buscadores de Internet para corroborar las citas que te interesen, pero eso sí, tomando en cuenta las cinco anteriores recomendaciones, aplicáselo a los resultados que encontréis. Acá añadimos, de admonición: ante las informaciones dudosas, sospechosas, alarmistas, amarillistas, hacete la clásica pregunta de las investigaciones policiales: ¿a quién beneficia el crimen? La conseja es que “aquel al que favorece el crimen, es quién lo ha cometido”. También antes de dar por valedera una información, y de reproducirla, contrasta que se encuentre en otras fuentes, y que éstas sean confiables. Y, finalmente, si persiste la duda, el remedio es claro: “In dubiis, abstine”, es decir, “¡abstente!”, como invitaba el doctor de la Iglesia, San Agustín, cuando se estaba frente a situaciones de las que no se tenía ninguna certeza, lo cual también traducía una posición contra la mentira.
Los filtros de Sócrates
El filósofo griego, nacido en 469 a.C., quien curiosamente se negó a escribir, pues prefería el calor de la palabra hablada, tenía tres filtros para valorar una información. El maestro de Platón, se preguntaba por tres ejes en cada mensaje: la veracidad, la bondad y la utilidad. Entonces, antes que alguien se acercara a contarle algo, éste lo atajaba y le lanzaba la primera pregunta filtro: ¿estás seguro que lo que me vas a decir es cierto? De seguido, si la persona insistía en contarle aquello, Sócrates lo interpelaba: ¿sirve a la bondad lo que me vas a decir? (es decir, ¿es algo bueno?, ¿positivo?). Y para el cierre dejaba la consideración más definitiva: ¿Es útil lo que me vas a decir?. Y acto seguido respondía él mismo: “Si no sirve, no se dice”. Esto lo sabemos por la obra de sus discípulos, quienes fuertemente impresionados por su maestro, recogieron amplios relatos de memorias: reproducciones de las clases que recibían y sus ricos diálogos. Y de un viejo adagio oriental, recuperamos, ya para cerrar: “Una dosis de prevención vale más que mil dosis de cura”.