¿A quién le habré escuchado yó esta frase?. No lo sé, pero está en mis recuerdos. Quizás la decía algún viejo del pueblo, mis padres, abuelos o tíos. ¿La habré yo inventado acaso?. A lo mejor. En fin de cuentas, usada por los viejos montunos o de fabricación mía, mi alma, y la memoria espiritual perijanera y zuliana creo que son la misma cosa.
El asunto es que, las personas dedicadas a robar o quedarse con las cosas de los demás, usurpar o tomar sin derecho bienes ajenos y hacerlo de manera permanente configuraban ayer y hoy al ratero o ladrón de profesión. Los cleptómanos se incluyen aunque su pasión sea por cosas de poco vaor.
El más peligroso y dañino de los ladrones es el que se dedica a hacerlo siempre que se le presenta la oportunidad y vive de las cosas que ha robado. Este delincuente planifica, busca compinches, encubridores y hasta argumentos para defenderse por si acaso. Quienes se asocian para robar y hurtar también extorsionan, violan, matan y otros delitos concurren en su actuación. No tienen orgullo propio ni les avergüenza vivir de lo que a otro pertenecía.
Esos ladrones que «no pierden la ocasión» han existido en el campo, en la ciudad y en la administración pública siguen teniendo «la matica.» Por eso nos han mortificado siempre y en todas partes.
Los sionistas de Israel, con la cooperación y encubrimiento de sus socios gringos, aprovechando la ocupación del mundo por la pandemia del Covid-19 no pierden la ocasión de seguir desfenestrando el territorio de Palestina, tarea que comenzaron en 1.948, dedicados a ello y sin recreo. Es la oportunidad de anexarse una Cisjordania que no les pertenece, aunque la gente buena del planeta observe una vez más que éstos malhechores de profesión siguen siendo «ladrones que no pierden la ocasión».
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!