Álvaro Uribe no cometió errores que pudiese lamentar.
Construyó su poder con base de delitos y crímenes de todo tipo; a punta de avanzar la captura del Estado por el narcotráfico y el paramilitarismo de las Autodefensas Unidas de Colombia a cargo de Carlos Castaño
La orden de prisión preventiva es por soborno y fraude electoral, pero el estado real de su opinión son las ejecuciones extrajudiciales, los falsos positivos y los asesinatos de dirigentes populares a la luz del día.
Y esa es la barbarie que desde hace años lo arrastra hasta su despeñadero. Y esa lluvia de arsénico en polvo sobre el Uribe de ningún modo se explica por errores de cálculos que dan lugar a casos legales que pudieran condenarlo.
Uribe se condenó a sí mismo con su prontuario de drogas, corrupción y oleadas de asesinatos tipificados de genocidio.
Lo primordial no es si será condenado por esos hechos, ahora que le resulta cuesta arriba la impunidad que le permitió asesinar a los testigos en su contra, sino la veracidad incuestionable de sus sobornos a ex paramilitares para que retiren las declaraciones en su contra y la comprobada compra de votos por Uribe para hacer presidente a su voz parlante Duque.
El propio asunto es un poder obsceno que se derrumba y las lecciones que pudiese asumir la sociedad colombiana acerca de tan terribles sucesos.
Que haya burlado todas las investigaciones judiciales abiertas en su contra y que ahora una acusación entre fase indagatoria que decide si formalmente es acusado no significa lo realmente relevante:
De 2002 al 2019 Álvaro Uribe alardea de tener comiendo en su mano a la sociedad colombiana y no percibe que su estado de opinión se diluía.
Dividió a la nación colombiana entre partidarios y liquidadores de los Acuerdos de Paz, y de un referendo fraudulento deduce la eternidad de su poder, su canonización: la Colombia sería para siempre su sierva y los demás al cementerio y al carajo
Cuando intuye que sus piernas se doblan y la cabeza le zumba por lo que se le vino encima, apela al lance de un ambiente pre chavista y de una nueva FARC, saco en el que mete a quienes considera sus enemigas y enemigos.
Las escuálidas cacerolas y la caravana de automóviles de dos cuadras en protesta contra su prisión preventiva testimoniaron el naufragio de esa mala gente sin ética ni cojones, tal como Hugo Chávez le dijo por la calle del medio-
Luego tira la parada de renunciar al Senado y constata una vez la mísera soledad que se merece.
Entonces:
No se trata de pujar para que su condena sea histórica: sino que Colombia destruya la historia santanderista y para siempre sea bolivariana.